A los creadores de la ‘ideología de género’ no le importan las personas

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Manuel Antonio Velandia Mora

Todo el mundo sabe que los partidos de extrema derecha usan expresiones como ‘ideología de género’, pero como bien lo expresó Jimena González Gómez, diputada de Más Madrid: no estamos ante una ‘ideología’, estamos ante una realidad humana.

Esta estrategia política sexista, lGTBfóbica, binaria, patriarcal y profundamente excluyente se relaciona con deshumanizar, hacernos ver como una amenaza, ocultar su odio extremo, sentirse los dueños de lo “legítimo”, el “deber ser”, la moral, y en ultimas, perpetuarse en el poder para incrementar su capital, porque su multimillonaria existencia requiere de mucha mas dinero para alcanzar el cielo en esta tierra, porque de existir el cielo a este no les dejarían ingresar. Para hacer la explicación sobre las razones de usar la “ideología de género”, para escribir me pondré aquí en mi carácter de maestro universitario.

Deshumanizar es su primera meta

Los promotores del concepto de «ideología de género» deshumanizan a las minorías sexuales por varias razones políticas, culturales y religiosas, entre ellas encontramos:

  1. Control social y moral: Usan el concepto como una herramienta para reforzar normas tradicionales de familia, sexualidad y género. Presentan la diversidad sexual como una amenaza al “orden natural”, deslegitimando otras formas de vivir el cuerpo, el deseo o la identidad.
  2. Manipulación política: El término es usado para movilizar miedo y rechazo, especialmente en contextos electorales. Se crea un enemigo simbólico (la «ideología») que supuestamente atenta contra la niñez, la religión o la soberanía cultural.
  3. Desinformación: Se difunden ideas falsas sobre los derechos de las personas LGBTIQ+, asociándolos con adoctrinamiento o perversión, lo que facilita su exclusión y estigmatización.
  4. Rechazo a la autonomía corporal: Al negar la diversidad de género y orientación, se rechaza el derecho de las personas a decidir sobre su identidad, su cuerpo y su forma de amar.

Estos politiqueros deshumanizan, porque así desvían el debate del respeto por los derechos humanos hacia un discurso de miedo y odio, invisibilizando las violencias estructurales que viven las personas de identidades de orientación sexual, cuerpo y genero no hegemónicas. Si te convierten en ‘ideología’, es más fácil negar los derechos humanos y sexuales.

Deslegitimar al otro se le invalida

Desde la noción de “ideología de género”, las identidades y orientaciones sexuales no hegemónicas se invalidan al reducirlas a una supuesta amenaza cultural, moral o política, y no como realidades humanas con derechos. Estas son algunas de las razones:

  1. Deslegitimación de existencias: Se plantea que las identidades LGBTIQ+ no son naturales ni legítimas, sino “ideologías impuestas”. Esto niega la vivencia real de millones de personas, tratándolas como producto de manipulación. Lo único natural en este caso es el cuerpo biológico, pero cada cuerpo es único y los sexos no son dos, sino 119, asi que dios no creo dos sinos muchos más sexos.
  2. Debate como forma de violencia simbólica: Poner en discusión si las personas sexualmente excluidas merecen o no derechos básicos (educación, salud, reconocimiento legal, protección) implica cuestionar su humanidad. No se debate sobre derechos, sino sobre si merecen existir en igualdad.
  3. Refuerzo de lo hegemónico: Al centrarse en un modelo único de familia, cuerpo, género y sexualidad, esta narrativa excluye todo lo que no encaja en su “deber ser judeocristiano”, generando estigma, discriminación y políticas regresivas.
  4. Producción de miedo social: Presentar las identidades diversas como una amenaza permite justificar su exclusión, borrar sus luchas históricas y frenar los avances en derechos humanos.

Desde esa perspectiva, se busca controlar los cuerpos y las formas de vida que desafían el orden patriarcal y cisheteronormado, disfrazando de “debate” lo que en realidad es una estrategia de exclusión.

Al ser ideología nos convierten en amenaza

Al convertirnos en ‘ideología’, las minorías sexuales se convierten en una amenaza, alimentando el miedo para dividir, polarizar y excluir, porque al llamarnos “ideología”, se nos despoja de humanidad y se nos convierte en una construcción artificial, impuesta y peligrosa. Esa etiqueta no reconoce nuestras vidas, afectos, cuerpos ni luchas; nos reduce a una amenaza cultural. Así:

  1. Se deslegitima nuestra existencia: No se nos ve como personas con derechos, sino como parte de un supuesto plan político para destruir la “familia tradicional” o los “valores”.
  2. Se siembra miedo: Convertirnos en amenaza alimenta narrativas que usan el temor para justificar la exclusión y el retroceso en derechos. Miedo a lo que somos, no a lo que hacemos.
  3. Se polariza a la sociedad: Nos convierten en el “otro” que divide, para movilizar discursos de odio, controlar cuerpos y restringir libertades.
  4. Se impide el diálogo: Al reducirnos a ideología, se borra la posibilidad de reconocer nuestras historias, dolores y aportes. No somos sujetos, sino “enemigos culturales”.

Desde la “ideología de género”, se usa nuestra existencia como excusa para sostener el orden patriarcal y cisheteronormativo, excluyendo todo lo que lo cuestione.

Desde conceptos abstractos, esto es más facil vulnerar

Porque hablar desde la “ideología de género” permite evadir la realidad concreta del sufrimiento. Convertir la existencia de identidades no heteronormativas en un debate abstracto es más cómodo para quienes no quieren reconocer la violencia estructural. Así se:

  1. Despersonaliza el problema: Al tratarlo como un tema ideológico, se evita hablar de vidas reales, de cuerpos marcados por el dolor, del miedo cotidiano, del desplazamiento, del acoso escolar, del rechazo familiar.
  2. Protegen privilegios: Quienes tienen poder prefieren discutir ideas que revisar sus prácticas. Reconocer la discriminación implica cuestionar el sistema que les favorece.
  3. Silencian las denuncias: Si todo se reduce a una supuesta “agenda ideológica”, entonces las víctimas se convierten en sospechosas de manipulación, no en personas con derechos vulnerados.
  4. Normalizan la exclusión: La abstracción permite justificar la violencia como defensa de valores o tradiciones, en lugar de asumirla como lo que es: una injusticia.

En el fondo, hablar de “ideología de género” es una estrategia para no hablar de nosotros/ æs. Para no mirarnos, no escucharnos, no reconocernos. Porque cuando se acepta que hay personas sufriendo, ya no hay excusas para no actuar.

Quitarle legitimidad a nuestras historias es una forma de violencia simbólica que nos despoja de humanidad y nos reduce a una disputa ideológica. Pero existir —en cuerpos, géneros e identidades no heteronormativas— es ya un acto político. No somos una ideología: somos vidas reales, cuerpos con memoria, historias que resisten y derechos que no piden permiso para ser dignos.

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