Un izquierdista estoico

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Guillermo Linero Montes

Al senador Iván Cepeda Castro (1962), lo conocí hace más de treinta años, en Bogotá, en el Café Cinema. Estaba completamente mojado, porque una de las personas con quien yo estaba, Rafael del Castillo Matamoros, apenas lo vio entrar ─más por borracho que por envidioso─, lo bañó en cerveza.

Hago esta alusión del hecho grosero, no para dejar mal al señor Del Castillo, sino para exaltar el talante compasivo de Iván Cepeda; pues, en aquella época de erizamientos a cualquiera que se le echara una cerveza encima, respondía al instante con un puñetazo. Iván Cepeda no lo hizo, solo aceptó una toalla para secarse y se marchó.

Al verlo hoy enfrentado penalmente al expresidente Uribe, persona de muy mala calaña, encuentro que el poder del senador Cepeda reside en sus cuatro virtudes cardinales y escuderas: la prudencia, la templanza, la justicia y la fortaleza. La prudencia, porque actúa con precaución frente a los peligros y guarda distancia y silencio cuando es necesario; la templanza, porque carece de impulsos políticos salvajes; la justicia, porque tiene como principio moral vivir honestamente y la fortaleza, porque no demuestra temores y huye de la temeridad.

Su carácter es tan rectilíneo e inamovible, tan aparentemente pasible, que cuando habla de los proyectos políticos, de las reformas a la ley o de asuntos que, por riesgoso, implican una seria preocupación mental, lo hace con el mismo y natural acento diplomático; pero no con la diplomacia de los hipócritas, pues respeta a quienes se le oponen políticamente y lo agreden por ello, no altera el tono afable de su voz pausada, propia de quien posee la entereza que da la compasión por los otros.

Ser un izquierdista estoico es muy raro, Cepeda tiene de ambas cualidades, porque sus ideas en favor de un modelo de gobierno que garantice la equidad y la igualdad lo han convertido en blanco de quienes en Colombia, bajo el nombre de cualquier grupo o bajo el genérico de “régimen”, le han perseguido sin el menor escrúpulo. A pesar de ello, Cepeda siempre ha mostrado con altura ser ecuánime frente a la desgracia.

De hecho, lo que ha enfrentado Iván Cepeda, en su contienda penal con Álvaro Uribe, es nada menos que la intención malévola del expresidente y sus compinches de encarcelarlo por unos hechos que el exmandatario creó para culparlo, sabiendo, como lo sabe el país entero, que el senador Iván Cepeda es inocente de cuanto se le acuse en términos delincuenciales.

Ahora que el expresidente ha sido declarado, en primera instancia, culpable de fraude procesal y soborno a testigos, observo con regocijo cómo los seguidores de Iván Cepeda le piden en las redes sociales que postule su nombre como candidato a la presidencia. De definirse esa posibilidad, y es opinión mía, no tengo la menor duda de que arrasaría en las elecciones de 2026.

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