Renata Cabrales
Hace unos días apareció en el Congreso de la República una pancarta con un mensaje que parece salido de otro siglo al estilo de El cuento de la criada, de la canadiense, Margaret Atwood: “Salva a Colombia, ten hijos”. El lema, promovido por sectores ultraconservadores y religiosos, pretende reducir la supuesta crisis social y política del país a un asunto de natalidad, como si parir más fuera sinónimo de progreso. En un país atravesado por desigualdades estructurales, legado de la misma ultraderecha, la consigna es, no solo simplista, sino peligrosa.
Según un estudio de la Universidad de los Andes, en Colombia alrededor del 40% de los niños nacen en hogares sin figura paterna. La mayoría de ellos son criados en hogares monoparentales liderados por madres solteras que cargan solas con las responsabilidades económicas y de cuidado, y ahora, ¡con la responsabilidad de salvar el país!
De acuerdo con el DANE (2024), el 45,4% de los hogares son encabezados por mujeres, la mayoría sin apoyo del Estado ni redes sólidas de protección. ¿De verdad la solución es tener más hijos en un país donde miles de madres ya sostienen solas a sus familias en medio de la precariedad?
Las cifras sobre la brecha salarial de género oscurecen el panorama. En Colombia, las mujeres ganan en promedio menos que los hombres por el mismo trabajo y, además, recae sobre ellas la mayor carga de trabajo no remunerado como cuidadoras. Hablar de “salvar a Colombia” sin reconocer el valor del cuidado, invisibilizado y despreciado en las políticas públicas, es una hipocresía.
Y no olvidemos otro hecho histórico aún más doloroso: la guerra. Durante décadas, fueron principalmente las mujeres más pobres quienes vieron partir a sus hijos hacia el conflicto armado, unos enrolados a la fuerza, otros sin más opciones que coger un fusil. Hoy, cuando aún nos cuesta cerrar heridas de violencia, resulta grotesco que los mismos sectores que apoyaron el “No” al acuerdo de paz, liderados por una ultraderecha religiosa que prefiere la guerra antes que la reconciliación, pretendan decirnos que lo que falta para salvar a Colombia son más hijos para entregar a un país que no les garantiza futuro.
La verdadera salvación de Colombia no está en aumentar las tasas de natalidad. Está en reducir la desigualdad social, en cerrar la brecha salarial, en garantizar derechos a las mujeres y a las familias, en construir un país donde nacer no sea una condena a la pobreza. ¿De qué sirve traer más hijos al mundo si lo que les espera es hambre, precariedad y violencia?
La pancarta del Congreso es un insulto a las mujeres cuidadoras, a las madres cabeza de hogar, a las víctimas de la guerra y a quienes luchan todos los días por sobrevivir en un sistema que les da la espalda. Salvar a Colombia no es cuestión de úteros, es cuestión de justicia social.