María Arango
Francia Márquez nos llama a construir un mundo donde la dignidad sea la costumbre: “Las revoluciones verdaderas no solo transforman las leyes sino también el alma del pueblo. La batalla más dura no se libra contra los opresores visibles, sino contra la idea de que la opresión es natural”.
En la Universidad Libre de Cali, durante el encuentro Internacional Juntas por la Restauración de Nuestra Dignidad, realizado en el marco del Día Internacional de las Mujeres y las Niñas Afrodescendientes, la vicepresidenta hizo un llamado a “la restauración de nuestra dignidad” y denunció el racismo que aún impera en Colombia, del cual ella ha sido víctima.
“No es un asunto personal sino estructural”, denunció la vicepresidenta ante representantes internacionales y nacionales, gestoras populares, dirigentes sociales, instituciones de Estado colombiano y del Cauca, las ministras de Medio Ambiente y Derechos Humanos del Congo, la exvicepresidenta de Costa Rica, la exdiputada Federal de México, mujeres representantes de ONU en Colombia y la emblemática feminista y pensadora Ángela Davis.
Francia Márquez controvirtió la narrativa de los medios de comunicación y del mundo político que la ha acusado «de traidora, desleal y por negra, un ser desconfiable, con amenazas concretas para eliminarla. Como decía Patricio Lumumba, “a los pueblos también se les elimina con narrativas de odio”».
La acusan de no ejecutar, «pero no reconocen que en el Ministerio que se creó tuvo un bloqueo sistemático y sin instrumentos para avanzar. Estas acusaciones son parte de una narrativa que justifica la esclavitud y que en nuestro país, lamentablemente no ha desaparecido, por el contrario, ha mutado, y hoy se manifiesta como carga simbólica, según eso, los negros servimos solo para “la foto” pero no para gobernar, ser sumisos y guardar silencio. Pues no, nosotros tenemos la obligación de ser antirracista”».
“¿Cuál es el rol de las mujeres afrodescendientes en las democracias contemporáneas? Estamos para responder, para resistir, para sanar, para construir nuevas formas de poder que no repita las lógicas coloniales, hemos creado una institucionalidad para la equidad, para proteger a las mujeres de la violencia machista y que reconoce los derechos del pueblo negro, raciales, palanqueros, Rrom e indígenas.
Ejercer la dignidad no es un delito, ni pedir respeto por ser negra la hace sospechosa”. Francia Márquez nos plantea que “nos miremos al espejo para encontrar el rostro de ella como negra, de todas las afro, raizales, palenqueras, indígenas, Rrom, campesinas, lesbianas, trans, mestizas, colombianas todas, con sus belleza”.
Debemos reconocer que somos hijos, hijas e hijes de una sociedad patriarcal, binaria, excluyente, racista y de clase. Si queremos construir una cultura de paz, debemos plantearnos una conversación nacional sincera. Este es el debate cultural que la vicepresidenta nos propone. No podemos retroceder. Que la dignidad se haga costumbre.