Palestina: cultura y resistencia

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Luz Marina López Espinosa

Una de las grandes dificultades que han tenido que enfrentar los grandes imperios a lo largo de la historia, es el del acervo cultural y arraigo a su tierra de los pueblos colonizados, lo que los hacía luchar con denuedo por su libertad y la pervivencia de sus valores, generalmente religiosos, familiares y de su organización política.  Así, los más remotos imperios como el mongol, chino, egipcio y persa tuvieron que encarar la terca resistencia de los dominados la cual, a la postre, además del insaciable deseo de seguir guerreando, terminó con la disolución de esos imperios. Es lo que sucede en el brutal proceso de invadir primero, y expulsar o eliminar después, al pueblo palestino iniciado por el sionismo en 1947; es decir, 78 años en ello. No obstante, lo cual no ha podido consolidar esa intención.

Aunque la ilegitimidad absoluta de la colonización emprendida por el ente sionista contra Palestina está sentenciada por todos los organismos jurídicos y políticos, que rigen la materia en el mundo, ello ha resultado inane. Como si no. Y ello, porque el poder global del sionismo se atraviesa e impide que esos fallos que en cualquier otro caso obligarían la intervención internacional para ponerle fin al atropello – por ejemplo, el Apartheid en Suráfrica- en este sean letra muerta. Entonces, ¿por qué con la atroz violencia utilizada el agresor no ha logrado asegurar su objetivo?

La respuesta a esa pregunta la da no sólo el heroísmo del pueblo palestino que resiste en condiciones abismales de desigualdad, sino sus profundos valores culturales. Los que hacen además de acicate a ese natural heroísmo. Y esos valores que se manifiestan en la pasión y arraigo por su tierra, la conciencia de su historia, la fe en su religión, el respeto por sus usos y costumbres, la valoración de la familia y el orgullo por sus creaciones artísticas y literarias, son los que no ha podido destruir el enemigo a pesar de la sangre, la tortura, la cárcel, el despojo y el destierro aplicado en ello.

Que lo anterior es así, lo dice a las claras la forma fiera como Israel al tiempo que las bombas de destrucción física, lanza sus bombas culturales con el propósito de borrar la cultura palestina. Evidencias al canto: creó un “Comité para la designación de topónimos” en virtud del cual ha rebautizado 2.780 lugares -ciudades, pueblos, ríos montañas- cambiando sus nombres árabes por hebreos. Al igual que prioriza el asesinato de poetas, escritoras, periodistas, historiadores y maestras. Y destruye todo símbolo de memoria: cementerios, mezquitas, colegios, universidades, monumentos y teatros.

Muestra de esa cultura que es resistencia, previendo el día de su muerte las y los poetas palestinos escriben hermosos poemas la víspera de su asesinato.

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