Juan Carlos Monedero
En una novela sobre Espartaco, de Howard Fast (1951), capítulo 6, hay un hermoso pasaje en la que Espartaco reflexiona sobre su condición.
«En la casa de los gladiadores, la primera ley era: no tengas un amigo. Aquel a quien querías podía ser el elegido para matarte al día siguiente; aquel a quien amabas podía ser el señalado para degollarte en la arena.» (…) «Te decían, no tengas un amigo, no ames a una mujer, no tengas hijos, no anheles ni esperes nada. Mantente apartado. Vive para ti mismo. Si no, morirás mil veces antes de que te llegue la muerte.»
Luego Espartaco escucha un dialogo en el que Crixus o Craxo, en el capítulo 13, cuenta su historia de libertad, dijo, “Para mí la libertad es algo muy simple. (…) Una vez, siendo yo niño, mi padre me tomó de la mano y me llevó a la cima de una colina. Era primavera y la hierba estaba verde. Desde allí se podía ver todo el valle, y mi padre me dijo: “Mira, hijo, todo esto es nuestro”. No era suyo, por supuesto; pertenecía a un jefe galo. Pero para mi padre era suyo porque lo trabajaba. Y esa es la libertad, poder subir a una colina y mirar la tierra y decir: ‘Esto es mío”.
A Espartaco, de repente, se le iluminó la mente. Fue consciente de su capacidad para hacer amigos, inspirar lealtad y crear una hermandad entre hombres de diferentes naciones, y supo que, la conexión con los otros semejantes a él, la solidaridad y la amistad, son la semilla de la revolución. Espartaco pone en marcha lo que yo llamo la ley de la transformación, que es doler, saber, querer, poder y hacer. Un dolor en convertido en conocimiento y acción.
El dolor se le convierte en conocimiento y cuando a los seres humanos se les ha convertido el dolor en conocimiento aparece la voluntad, el querer cambiar, doler, saber, querer. Espartaco quiere acabar con eso, pero sólo no puede, entonces tiene que convencer a los demás esclavos. Como él es un referente los convence y entonces pueden levantarse y derrotan al ejército más poderoso del planeta.
Desde una perspectiva crítica y anticapitalista, enfocada en la liberación colectiva y la justicia social, debemos explicar al pueblo que ese dolor que tiene no es por culpa de los inmigrantes, ni por los sindicatos, ni por ellos mismos, sino que es por culpa de un sistema injusto. Ese dolor que tiene la gente debe convertirse en conocimiento, el conocimiento en voluntad, la voluntad en poder y el poder en transformación. Por eso creo que nos la jugamos en comunicar al pueblo que lo que le pasa es por culpa de un sistema injusto.
La política es el arte de hacer posible lo necesario y que la libertad se conquista organizándose y construyendo poder popular.