Renata Cabrales
El senador Miguel Uribe no era ninguna esperanza para el país, como lo dijo el expresidente Uribe Velez, en sus redes sociales, “han asesinado la esperanza”; no lo era, porque como argumentan las y los usuarios de redes sociales, no solo de ideología de izquierda; el finado no sentía empatía por las personas menos favorecidas. Se recuerda por ejemplo cuando culpó a Rosa Elvira Cely de su propio feminicidio, o a Dilan Cruz por estar en el lugar equivocado, cuando en una marcha por el derecho a la educación fue víctima de un disparo de parte del ESMAD.
Incluso, personas que no participan en política, pero que han escuchado sus intervenciones en el Senado, critican el hecho de que se busque convertir en mártir a un político que estaba en contra de las reformas sociales que favorecen al pueblo.
Aun así, con sus discursos de oligarca privilegiado, la muerte del senador no es lo que pretende la oposición al pueblo colombiano, con tal de continuar con sus dinámicas de odio contra el presidente Petro: que este es el responsable de dicho atentado, y cuyo objetivo es atornillarse en el poder.
A quién le conviene de verdad esta muerte sino es a la misma derecha, más específicamente a los miembros del Centro Democrático. Miguel Uribe Turbay emergió como precandidato gracias a un aval privilegiado de Álvaro Uribe Vélez, por encima de figuras consolidadas como María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, quienes veían con recelo su desplazamiento, y así lo mostraron en un video que circula en Facebook, en el cual las dos senadoras manifiestan su descontento por dicho aval a un candidato que nunca hizo parte de su partido. De esta forma, la tensión interna en el CD era evidente, alimentada por ambiciones políticas y dinámicas de poder.
También Vicky Dávila, precandidata a la presidencia, ha hecho declaraciones públicas manifestando el desprecio hacia la campaña política de Uribe Turbay. Cuestionando el origen del dinero de la campaña
¿Quién se favorece políticamente? Esta tragedia aparece en un escenario político polarizado, donde la ultraderecha antipetrista y sectores del uribismo dispuestos a erosionar la legitimidad del gobierno, han encontrado terreno fértil para sus narrativas. Algunos discursos apuntan al presidente Gustavo Petro, culpándolo por la escalada de polarización y violencia en el país.
Si los líderes de la oposición no entregan evidencias verificables, están entrando en un terreno muy delicado. Desde el punto de vista legal, podrían estar incurriendo en calumnia o injuria, delitos tipificados en el Código Penal colombiano.
Desde el punto de vista político, estarían contribuyendo a polarizar y distorsionar la verdad. Todo esto de la mano de los medios de comunicación al servicio de la ultraderecha, cuyo fin ha sido siempre esconder la realidad sobre los verdaderos logros del actual gobierno.