Luis Jairo Ramírez
Se cumplen ocho meses de la guerra desatada, por el frente Nororiental del ELN contra el frente 33 de las disidencias de las FARC, por el control del Catatumbo; las imágenes de miles de campesinos saliendo desplazados le dieron la vuelta al mundo y recordaron los peores años de la violencia en Colombia. Este hecho ha generado la crisis humanitaria más grave de las dos últimas décadas en Colombia: El registro de la Defensoría del Pueblo revela 67.000 desplazados, 25.000 personas confinadas en el territorio y más de 130 muertos.
Fuimos a los refugios humanitarios en Cúcuta, donde se encuentran 80 firmantes de paz desplazados, nos dicen: “Nosotros hacemos parte de los acuerdos de paz de la Habana, las disidencias se apartaron de ese acuerdo, por eso es absurdo que “Silvana Guerrero”, comandante del frente de guerra del ELN, diga que hacemos parte de las disidencias. Los seis firmantes asesinados estaban en la ciudadela de paz de la ETCR en caño indio, hasta allí llegó el ELN, los sacó de sus casas y los asesinó delante de sus familias. Actualmente ese grupo armado tiene 6 firmantes de paz secuestrados; permanecen 172 confinados en el territorio y en asedio permanente.
Los miles de desplazados del Catatumbo no son paramilitares como afirma el ELN, son campesinos, mujeres cabeza de hogar, 180 docentes que salieron amenazados, estudiantes, indígenas Bari y pobladores de los cascos urbanos. En Cúcuta permanecen diseminados en varios refugios humanitarios, hacinados, padecen hambre e innumerables necesidades; la Gobernación y la alcaldía los mantienen en el abandono total. Muchos intentaron regresar a sus parcelas, pero las encontraron invadidas y tuvieron que devolverse.
El reciente mensaje de Pablo Beltrán, uno de los jefes del ELN, es la reiteración de lugares comunes. Evade una autocrítica que hace meses espera el país, asumir la responsabilidad del ELN en la barbarie contra las comunidades del Catatumbo, tampoco ofreció compromisos para el cese de la violencia y facilitar el retorno de los desplazados.
Después de la firma de los acuerdos de La Habana en 2016, el ELN intentó cooptar el frente 33, no pudo, pero hizo alianza con ellos para venderle coca al clan del golfo. Lo curioso es que ahora acusa a Richard, de ese frente, de ser de la CIA y del tren de Aragua, ¿porque antes el frente 33 y Richard eran convenientes y ahora son incómodos? Esto lo que reitera es que las otrora organizaciones rebeldes, migraron a estructuras que tienen fuertes intereses económicos y territoriales, a costa de renunciar a los principios y desatar la violencia contra la población.
Este gobierno y los que vengan deben entender que la paz se logra y consolida resolviendo las causas políticas y sociales que dieron origen al conflicto; un movimiento social por la paz, autónomo, desde las regiones y movilizado en las calles, para que el Catatumbo vuelva a pertenecer a los campesinos.