Justicia para Piedad

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Carolina Tejada

La verdad camina lentamente. El pasado 6 de octubre el Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado de Medellín, declaró culpable al exsubdirector del extinto DAS, José Miguel Narváez, por los delitos de secuestro extorsivo agravado del que fue víctima la líder política liberal y exsenadora de la Republica, Piedad Córdoba Ruíz.

Estos hechos ocurrieron el 21 de mayo de 1999, cuando integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, la abordaron mientras asistía a una cita médica en el barrio El Poblado de Medellín. La dirigente estuvo en cautiverio hasta el 4 de junio del mismo año y su liberación se dio gracias a la mediación de sectores políticos y de DDHH.

Según la sentencia que condena a Narváez Martínez a 28 años de prisión, hubo pruebas relevantes que confirman que entrego información al excomandante paramilitar Carlos Castaño, queriendo relacionar a Piedad con el ELN, para promover su captura y asesinato. Este caso no estuvo aislado del modus operandi de Narváez o del DAS, fue parte de una estrategia en donde la logística y la capacidad técnica de una entidad del Estado, encargada de la inteligencia y contrainteligencia, estuvo al servicio de la persecución, montajes y eliminación de líderes políticos contarios al gobierno de Álvaro Uribe, bajo la articulación con el paramilitarismo en el país.

Igualmente, se demostró que, el subdirector actuaba como ideólogo de los paramilitares a quienes le ofrecía conferencias en sus campamentos fortaleciendo la doctrina paramilitar y se encargaba de entregar las listas de líderes sociales y políticos de izquierda para ser eliminados. Así lo confesaron los exjefes paramilitares, con los alias de; Don Berna, Ernesto Báez y El Alemán. Narváez, ya había sido condenado por el asesinato del periodista Jaime Garzón, ejecución en la que también dio la orden a Castaño y fue materializada en agosto de 1999.

Piedad Córdoba Ruiz, una mujer de carácter, promotora de los derechos de las minorías y de las mujeres, lideresa por la paz y quien emprendió una campaña para que soldados, políticos y civiles secuestrados y retenidos fueran liberados, siempre estuvo bajo el lente inquisidor de la extrema derecha y de quienes, en el gobierno de Uribe, aplicaron la doctrina la seguridad nacional pretendiendo eliminar a la izquierda, como sucedió en los gobiernos dictatoriales de América Latina.

Piedad, fue víctima de secuestro e instigación paramilitar, también lo fue de varios montajes judiciales y políticos que terminaron por arrebatarle su curul como senadora en el Congreso, en la procuraduría de Ordoñez. Su nombre, sin piedad, aparecía en los medios de comunicación con una narrativa de odio, segregacionista, violenta sobre su persona, y no era solo por su visión política y su lucha por la paz, lo fue contra una mujer negra capaz de hablar duro y templado, que tenía su propio brillo y nunca se dejó imponer agenda alguna. Este es un acto de justicia frente a crimen político, de género y de lesa humanidad.

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