Andres Alvares
Mientras se confirmaba la derrota electoral y política de la izquierda boliviana, incluso antes de que el pueblo boliviano fuera a las urnas el pasado domingo, se hacía efectiva la orden de Trump de aumentar los aranceles a Brasil del 50% y posteriormente desplegar fuerzas navales en los límites con la República Bolivariana de Venezuela, a lo que se sumaba la recompensa millonaria por la captura del compañero presidente Nicolás Maduro Moros ofrecida de por la fiscal general Pamela Bondy. Es expresión del imperialismo yanki en su versión más grotesca, que busca recobrar su dominio sobre América Latina y el Caribe.
Los anteriores, no son hechos menores, menos aún aislados y que se refuerzan entre sí. Los tres significan un cambio de calidad en la situación política en la región andino-amazónica.
En primer lugar, la derrota política de las fuerzas bolivianas ante la imposibilidad/incapacidad para construir un método para resolver las diferencias y persistir en la unidad, termino por expresarse en tres fracciones, dos candidaturas presidenciales y el llamado a la anulación del voto, lo que obviamente llevo a la derrota electoral. Lo anterior se complementa con la desaparición de la izquierda en el Senado y solo haber logrado 6 diputaciones, ello después de ser mayoritarias en ambas corporaciones.
A lo anterior se suma la fragmentación política del Perú, a pesar del golpe de Estado, la persecución al movimiento popular y el descontento social generalizado con la gestión de Bouluarte, las fuerzas populares parecen presentarse nuevamente fragmentadas al escenario electoral de abril de 2026, con muy pocas posibilidades de éxito, si persiste la situación descrita. En Ecuador los resultados electorales, en un ambiente de militarización y guerra jurídica fueron adversos en la presidencia para la izquierda, sin embargo, las fuerzas progresistas siguen siendo la principal fuerza legislativa.
Mientras en la subregión avanzan las fuerzas de la derecha proimperialista, que destruye las conquistas populares y busca licuar las fuerzas políticas, a donde estas no logran avanzar como en Brasil, Venezuela y Colombia, se les pretende condicionar con medidas comerciales unilaterales, con la extralimitación territorial de la justicia yanki y con la amenaza abierta de acciones directas de los marines.
La andanada del imperialismo norteamericano contra los gobiernos y fuerzas políticas populares, así como los movimientos sociales, requiere no solo de acuerdos para la batalla electoral y de movilización, además implica más pedagogía y más formación en el seno del pueblo, y ello solo se puede hacer si hay la suficiente cohesión política del mundo popular, colocando por encima de cualquier elemento, la defensa de los procesos de cambio, la defensa sin ambages de la soberanía, la paz regional, la reflexión conjunta de como avanzar en escenario tan complejo como el que se tiene en frente y la construcción de referentes políticos populares.
No nos equivoquemos, como decía Vargasvila, yanki, ¡he ahí el enemigo!