Alexánder Velásquez
El segundo legado de Gustavo Petro tiene nombre propio: Reforma laboral. El primero fue haber llevado a la izquierda colombiana al poder por primera vez.
Mediante una jugada maestra (consulta popular), el presidente obligó al Senado a desarchivar la reforma laboral (hundida por ocho senadores). Y cuando el Senado negó también la consulta popular, con otra jugada maestra (consulta popular por decreto), Gustavo Petro consiguió la aprobación de su reforma. El Legislativo pecó de soberbio e incompetente.
Hace veintitrés años, Colombia estaba tan dopada con la elección de Álvaro Uribe Vélez que nadie se percató de la primera de muchas jugaditas que marcarían sus dos gobiernos: la Ley 789 de 2002, que precarizó el empleo al despojar a la clase trabajadora de derechos adquiridos, en beneficio de los empresarios, con el cuentico chimbo de que “a Colombia la está matando la pereza”.
En una página web que ensalza el “legado” de Uribe, informan que siendo senador “en 2017 logró que se aprobara la modificación a la Ley 789 para que el recargo nocturno se reconociera a partir de las 9:00 de la noche, reforma que ha significado un justo alivio para los trabajadores…”. No, expresidente, la palabra alivio no es ningún calmante cuando se han amputado derechos legales.
Bajo el mandato de Gustavo Petro esos derechos (recargos nocturnos, dominicales y festivos) han sido restituidos, se han incorporado unos nuevos y a los aprendices se les trata con respeto (al otorgarles seguridad social, además de un sueldo por sus prácticas), lo mismo que a quienes trabajan como repartidores de las apps de domicilios. Que más jóvenes puedan laborar en condiciones dignas significa mayor demanda, más compradores, de todo aquello que produzcan las compañías.
Pero la reforma dejó por fuera a los trabajadores del campo. Recordemos que en su ponencia la senadora Angélica Lozano eliminó el “contrato agropecuario” que propuso el gobierno para dignificar al trabajador campesino, asunto del cual no se ha hablado pero del que se hablará en su momento cuando su esposa, la candidata Claudia López, hoy en competencia por la Presidencia de la República, vaya a la ruralidad en busca de votos. De esa Colombia profunda hablan los políticos como si les importara, sabiendo que no les importa, salvo para meterla en sus discursos de manera conveniente.
Gustavo Petro le ganó el pulso a un Congreso de la República ajeno y displicente con las reformas sociales que necesita el país. Es necesario que este gobierno haga la suficiente pedagogía sobre los alcances de la nueva reforma laboral.
Así, la Historia política y económica de Colombia tendrá que recordar que la Izquierda le devolvió al pueblo colombiano derechos que una Derecha abusiva le arrebató.