Raúl Pacheco Granados
El martes 18 de marzo, el día en que se publicará esta columna, debieron ocurrir marchas multitudinarias en todas las capitales del país. Espero que la respuesta popular haya sido significativa, con esto el gobierno habrá ganado otro round que podría impulsar nuevamente las reformas en su vía legislativa y marcado con victoria el inicio la consulta popular.
El llamado del presidente Gustavo Petro a una consulta popular por el virtual hundimiento de la reforma laboral, y el futuro previsible de la reforma a la salud, es la última movida audaz para continuar el proyecto transformador por el que votamos masivamente los colombianos en 2022. Con su llamado el presidente huye del chantaje del congreso y llama al constituyente a ejercer responsablemente su papel.
El presidente erró al confiar las reformas exclusivamente a la lucha parlamentaria, a sabiendas que sus fuerzas son minoría. En 2023 mencionaba el presidente “se ha quejado que no haya un movimiento social en las calles impulsando y defendiendo las reformas que beneficiarán a los trabajadores (reforma laboral y pensional) y a los colombianos en general (reforma a la salud)”. A dos años estamos casi iguales.
La interacción del movimiento social y el gobierno nacional es dispersa y en ocasiones caótica. Los ministerios no hablan el mismo idioma, algunos ignoran al movimiento popular, otros que pudieron jugar un papel activo en el cambio como vivienda y cultura, no lo han hecho. El campo popular tampoco reacciona, la crisis de las centrales sindicales se refleja en el papel reactivo y casi a la saga de las convocatorias del gobierno. La iniciativa propia es escasa, carente de fuerza.
Vamos a nuevas elecciones en 2026 y las tareas pendientes que dejará el gobierno serán el eje de campaña y continuidad si se logra un nuevo gobierno de raigambre popular. Un aprendizaje importante es no confiar solo en el trámite y juego de poderes parlamentario, entorno corrupto que ayuda a infligir golpes al gobierno como el de la UNGRD, Fiduprevisora, Invías, y otros que de seguro existen.
Sabíamos que no todas las reformas eran posibles en este primer gobierno de izquierda, por ello hay que exaltar la claridad y el arrojo político de Gloria Inés Ramírez quien como ministra se jugó proponiendo 2 reformas fundamentales, la pensional que ya es ley, y la laboral que hoy nos tiene en modo consulta popular. De otros ministerios nos quedamos esperando las iniciativas.
Hay reformas que ya podríamos decir que quedan para post 2026, una lista corta es: la reforma política (financiación de campañas y modificación del CNE); la reforma de vivienda (estado activo en construcción y mejoramiento); y la ley estatutaria de educación saboteada por el uribismo; y las reformas laboral y de salud sino llegaran a pasar. Ya hay una agenda para un nuevo gobierno popular.