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“Yo vengo de la noche…”

Memoria de Gonzalo Arango en Quibdó.

Gonzalo Arango, Blas María y Andrea.
Gonzalo Arango, Blas María y Andrea.

Armando Orozco Tovar

El capitán calentó los motores, bramaron las hélices, las llantas chapotearon en el barro, se arrastraron penosamente, y la nave remontó un cielo melancólico entre nubes diseminadas rumbo a Quibdó. Gonzalo Arango (El Chocó amor en blanco y negro)

En el mes de febrero del 64, y un día después de soportar el terror de un aterrizaje de emergencia en medio de en un pantano selvático en Condoto, llegó Gonzalo Arango a Quibdó, yéndolo a buscar sus amigos y admiradores, para llevarlo al hotel de turismo (sólo para blancos) donde narró sin prisa ni pausa su aventura recreándola con anécdotas, poemas, frases y citas de autores famosos, como de Jean Prevert, el poeta francés, de quien dijo: “En el amor y en la poesía sobran las palabras”.

Al encuentro con Gonzalo nos acompañó su hermano residente en Quibdó. Luego y sin darle tiempo al Profeta para reponerse del susto, se le invitó a Tambodó a bailar y beber, pero sobre todo para oírlo. El poeta no bailaba pues dijo a lo Norman Mailer: “Los hombres duros no bailan”.

En Tambodó Gonzalo observaba con mirada profunda traduciendo los ebrios ritos afrodescendientes. Fue cuando se le propuso una oportuna retirada al presentir una posible agresión. Fue cuando Gonzalo dijo insistiendo en quedarse: “Yo vengo de la noche”.

Los que estaban con él, entendieron al momento que él quería pasar solo la prueba, dejándolo a su suerte. Al día siguiente cuando lo encontramos venía, y sin ningún rasguño. Venía feliz con el juglar Blas María, juglar de ochenta años, con el cual intimó hasta llegar a intercambiar fotos, coplas, poemas y versos, hasta el día que se marchó dichoso de Quibdó.

De aquel aterrizaje forzoso en la selva chocoana, quedó en la memoria después de 50 años, su presentación en el teatro Cesar Conto. A las siete de la noche el “profeta” se le prendió el aura como un bombillo, y todos quedaron sorprendidos. Después de conferencias, charlas visitas a establecimientos, y viajes en lacha con motor fuera de borda por el Atrato, estuvo en Bojayá. La población mártir. Donde estuvo con los Emberas, traídos a votar con promesas de sus tambos para una gran fiesta y comilona. Gonzalo Arango como un buen estilista, peinó a una de las indias que las demás la corrieron para desbaratarle el peinado.

El profeta nadaista como un verdadero chaman se compenetro con los Emberas Katios. Una de aquellas noches de farra intelectual y poesía, alguien le preguntó cuál creía que sería su destino. Y el respondió:”Si he de creer en los brujos viviré una larga vida. Pero si he de creer en mi estrella mi destino se confunde con la tragedia.”

El profeta de la nueva oscuridad, murió en un accidente de tránsito el 25 de septiembre de 1976.

Alegría de Pio/ 22/09/15/ 10:00 p.m

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