Violencia sexual y machista: una realidad neoliberal

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Justicia. Dibujo de Jonh Rhatíva.

Adriana Vanegas y Magnolia Agudelo

“Lo que está en juego, no solo es la política de la igualdad, sino la política de la diferencia sexual, es la diferencia entre los géneros y la posibilidad de avanzar en la lucha por los derechos de todos y todas en un mundo civilizado y en paz”.

En el marco del día de la conmemoración del 25 de noviembre institucionalizado contra la violencia hacia las mujeres, cabe preguntarnos cómo el acoso sexual, la violencia sexual, los feminicidios contra las mujeres siguen en aumento a pesar del avance en los marcos normativos, de la ley contra la violencia, de la legislación contra el feminicidio, contra el acoso sexual. La violencia continúa contra miles de mujeres, niños, niñas, y jóvenes.

Vemos como esta violencia machista aumenta en el marco del capitalismo depredador, del neoliberalismo, de las nuevas formas de la guerra del imperialismo sobre la explotación de los cuerpos de mujeres, niños, niñas y jóvenes. Todo esto incide de manera criminal por parte de los hombres del poder, que disfrutan del poder político, económico y social frente a aquellos y aquellas, más vulnerables. Estos se ufanan de sus virilidades contra los cuerpos de mujeres, de niños y niñas, utilizando la vulnerabilidad y las necesidades económicas de todos y todas. Pero todo esto aumenta, no solo en Colombia y América Latina, sino que hoy vemos toda una denuncia mediática sobre las conductas sexuales de importantes hombres del poder político, del poder de los medios, del entretenimiento y de muchos sectores sociales en todo el mundo, los cuales justifican sus actuaciones y hasta piden disculpas y tratamientos frente a sus comportamientos indebidos con mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas.

Acoso y abuso de poder

Hemos visto cómo en Francia, desde el caso DSK: Dominique Strauss Khan, director del FMI acusado de violación contra una inmigrante, empleada de un hotel en Nueva York y toda la red de corrupción sexual de Berlusconi con mujeres jóvenes. Nuevamente escuchamos las denuncias contra el presidente Bush, el caso Clinton y muchos otros. Pero, lo que toma un mayor interés en el momento actual son las denuncias de mujeres, artistas, de mujeres trabajadoras, de mujeres jóvenes, frente a Harvey Weinstein, reconocido director de cine estadounidense acusado de violador y de acosador sexual de más de veinte mujeres. Esto ha abierto una insospechada realidad sobre los muchos de los hombres que utilizan y acosan a miles de mujeres y también a jóvenes hombres, en búsqueda de trabajo digno y de fama.

Weinstein, ganador de más de cinco premios Óscar, ha sido destituido de la Academia del Motion Pictures Artes y de las Ciencias. Esto ha permitido que otras mujeres liberen su palabra y quienes se atreven, por primera vez, después de mantener el silencio, puedan hablar de su dolor y de su realidad. Lo observamos con la política misógina de Trump, con las denuncias de mujeres contra reconocidos senadores demócratas y republicanos en el congreso norteamericano: denuncia contra el candidato republicano a la alcaldía en Alabama por la candidatura republicana, la del senador demócrata Al Frankel, de la violación a una niña en Francia: pero, donde la niña agredida fue acusada por el juez de haber consentido la violación. El fenómeno se expande a todos los sectores, incluido los sindicales y sociales como consta en muchos espacios sociales.

Casos de acoso y violencia sexual en Colombia

En Colombia, las denuncias de la Policía Nacional frente al clan del Golfo resultan asombrosas, y se denuncia cómo son las niñas entre los ocho y 12 años los trofeos más cotizados de los señores de la guerra y del narcotráfico. Solo el año pasado más de 2.500 mujeres fueron violadas. Más de la mitad eran niñas y niños. De este modo, la utilización del cuerpo de las mujeres se constituye en un triunfo del machismo, de los señores de la guerra, de los señores del gran capital y de la industria del entretenimiento.

Así, aumenta el acoso, la violencia, contra miles de mujeres, niños y niñas en el mundo y en Colombia en un sistema que quiebra las relaciones sociales y la vida de miles de mujeres y niños y niñas. A esto se le añade la trata de personas (en su mayoría niñas y niños jóvenes), que se constituye en uno de los flagelos más grandes de la depredación del capitalismo contra los y las más vulnerables. Vemos, así mismo, como en la frontera venezolana son muchas las mujeres venezolanas que se constituyen hoy en cuerpos explotados sin ninguna esperanza de cambio de vida o de vida digna. Esto ocurre en todas las fronteras mundiales donde las mujeres son las primeras víctimas de las violaciones, en África, en Siria, en la frontera centroamericana y México.

Una nueva educación sexual para la trasformación de las relaciones entre los géneros

La pregunta es cómo propiciar una política y una educación genuina de concordia y de aceptación de la práctica política de las mujeres, de su libertad y de su aporte a la economía mundial, regional y local. Lo que está en juego, no solo es la política de la igualdad, sino la política de la diferencia sexual, es la diferencia entre los géneros y la posibilidad de avanzar en la lucha por los derechos de todos y todas en un mundo civilizado y en paz. Lo que está en juego es el fundamento de la política, es el cambio de época, en donde las mujeres, el alivio de las políticas de géneros, nos invitan a la construcción de sociedades más justas e incluyentes. Por estas razones vemos como a nivel de la liberación de la palabra, en el mundo capitalista, el acoso sexual y las violaciones a miles de mujeres, toman un eco insospechado y la lucha de las mujeres se perfila como una necesidad que tiene que ser asumida por el capitalismo y sus explotadores contra el cuerpo de las mujeres, de las niñas y niños en el mundo.