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Venezuela: Sin pollo no hay paraíso

En Chávez tenemos las respuestas a los grandes problemas que hoy nos aquejan como pueblo, mantengámonos aferrados a él y derrotaremos al imperio y sus secuaces, enemigos de la Patria

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Henry Escalante

El gran ausente del plato de los venezolanos este mes decembrino, sin duda, ha sido el pollo. Apenas, el día 22, se dejó mostrar en los mercales en venta restringida: dos por personas y en venta por cupos de 60 o más, según la capacidad del local de venta de la red pública alimentaria. Por supuesto, como era de esperar, apenas se corrió la voz entre nuestro pueblo de su llegada, salió a concentrarse a las puertas de nuestros mercales para poder adquirirlo, en modo subsidiado, a 13,00 Bs/Kg. Muchas gritaron con gran emoción: ¡se salvaron las hallacas! Mientras otras, en silencio, se limitaron a murmullar su alegría.

Colocar el pollo, y la carne, en el plato del pueblo venezolano, ha sido uno de los grandes logros de la Revolución Bolivariana. No está colocado por mera casualidad en el 305 de nuestra Constitución Bolivariana el Principio de Seguridad Alimentaria para el pueblo venezolano, el cual, entre otras cosas, obliga al Estado de Derecho y de Justicia, nacido a partir de 1999, a garantizar «La seguridad alimentaria», la cual: «se alcanzará, desarrollando la producción agropecuaria interna, entendiéndose como tal, la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola», declarando nuestra Constitución que: «La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo económico y social de la Nación».

Y dicho artículo, no aparece en nuestra Constitución por mera casualidad, decíamos líneas arriba, importante precisar a quienes sueñan con un nuevo «sacudón» y desde ya, lo anuncian para febrero 2015, que dicho artículo aparece allí, porque nuestros constituyentistas revolucionarios, que eran mayoría suprema en la Asamblea Constituyente, vivieron y sufrieron en carne propia, como partícipes del pueblo pobre, aquella gran rebelión popular del 27 de febrero de 1989. Aquellos nefastos años en que alimentos como el pollo eran desconocidos para la mayoría del pueblo venezolano; en su dieta, apenas si llegaban sus huesos, para hacer sopa de hueso de pollo.

Por eso, nuestros líderes bolivarianos por siempre reivindicarán aquellos tristes años de miseria y hambre, que condujeron a nuestro pueblo a sentenciar: ¡ya basta de neoliberalismo! Convirtiéndose esa gran rebelión popular como icono de nuestra Revolución Bolivariana, tal cual lo expresa hoy el presidente Maduro, como ayer lo expresara nuestro Comandante Infinito, Hugo Chávez:

«Lo primero que tenemos que recordar hoy 27 de febrero del año 2013, aquí en Caracas, es la juventud de aquel año 1989, a la juventud hermosa que en aquellas calles de Caracas entregó su vida en aquellas jornadas de rabia, de repudio a la burguesía parasitaria, a la corrupción de la cuarta república que tanto daño y destrucción le trajo a nuestra patria» […]

Señalando el presidente Maduro en su discurso conmemorativo que, a partir del 1 de marzo de 1989, se inició: «la masacre más grande que se haya conocido contra un pueblo inocente» […] «Es inolvidable el miércoles 1 de marzo, cuando a las cuatro de la tarde el gobierno asesino de entonces ordenó que se disparara contra los barrios del Loro, Cerro Grande, contra los edificios de Jardines del Valle, Coche, 23 de Enero», hechos que, sin duda, se enmarcan en lo que fuera una gran masacre popular, aún falta de justicia.

La Revolución Bolivariana y sus gobiernos revolucionarios han sido consecuentes en garantizarle a su pueblo el mandato constitucional de acceso a los alimentos de la dieta básica, tal es el caso del pollo. Así, en una investigación del Prof. Lilido Ramírez, ULA (Trujillo), titulada por éste: «Producción Nacional de Carnes de Aves en la República Bolivariana de Venezuela, 1961-2011», sustentada en cifras aportadas por el servicio de información estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), pudo establecer el acuciado investigador, datos por demás interesantes.

Así, para el último año de la cuarta república, 1998, el consumo por persona era de 22,2 Kg/persona/año y la producción nacional de carne de aves (pollos, pavos, patos, codornices y avestruces), ese año, fue de 522 Ton x Mil. Un año después, 1999, el consumo se incrementa ligeramente a 26,5 Kg/persona/año, igual sucede con la producción que se incrementa a 635 Ton x Mil. Doce años después, en 2011, el consumo se eleva a 36,2 Kg/persona/año, algo así como en un 63% de incremento, mientras que la producción nacional se incrementa a 1.164 Ton x Mil, algo así como un 122% de incremento en producción nacional.

Ante esa creciente demanda y la insuficiente producción nacional, el Gobierno Bolivariano, en cumplimiento del mandato constitucional de garantizar a su pueblo la plena soberanía alimentaria, hasta el 2012 tuvo que hacer importaciones de pollo para satisfacer la creciente demanda popular de tener en sus platos ese rubro alimenticio. La no importación de pollos, desde Argentina y Brasil que eran nuestros principales proveedores desde el exterior, se toma, dicha medida, en base a una solicitud de los proveedores nacionales, cien por ciento privados, asociados en la Federación Nacional de Avicultura de Venezuela.

Indicaba entonces su presidente Francisco Taglapietra que, para entonces: «la producción avícola presenta un crecimiento sostenido interanual de 8% y que está en capacidad de satisfacer las necesidades internas desde finales de 2011» (reportero24.com, 06-12-2011). Señalando, asimismo, dicho vocero empresarial, que según datos de Fenavi: «El consumo per cápita del venezolano es de 43 Kg anuales». Recuérdese que, en 1998, año previo a la llegada de la Revolución Bolivariana a Miraflores, el consumo anual era de solo 22,2 Kg/persona/año, valga decir, 14 años después, el consumo de carne de pollo se incrementó en un 194%.

Y la demanda sigue in crescendo, siendo ese uno de los grandes beneficios que esta Revolución les ha garantizado al pueblo venezolano. Motivo que lleva al investigador Lilido Ramírez a concluir que: «De esta información disponible en el sitio web de la FAO, se infiere que la estructura productora de la carne de aves estadísticamente visible ha crecido en un 659% de 1961 a 2011 y en un 78% en el período de la Quinta República… Lo cual indica que esa actividad productiva ha venido respondiendo a las necesidades del crecimiento poblacional».

El Gobierno Revolucionario, por lo demás, no ha dejado de apuntalar la actividad productora avícola nacional, tal como se desprende de reuniones y visitas a granjas productoras, realizadas por el vicepresidente de la República, camarada Jorge Arreaza, a la empresa ProAgro-Protinal, donde señaló: «¿Por qué estamos aquí? Para afinar el mapa de la ofensiva económica por instrucciones del presidente Nicolás Maduro, y de esta forma reactivar plenamente la producción en el país. Justamente esta empresa califica dentro de las que tienen mayor peso en la producción y abastecimiento, y responde al 1,38% del Producto Interno Bruto» (elimpulso.com, 12-06-2014).

Mientras que, desde esa misma empresa, recordaba el entonces vicepresidente de Seguridad y Soberanía Alimentaria, camarada Yván Gil que, en 1998 «cuando llegó la revolución con el comandante Chávez», la disponibilidad de proteína de pollo llegaba a unos 21 Kilogramos per cápita al año y, a pesar de las dificultades y la guerra económica, Venezuela cerró el 2013 con 48 Kilogramos per cápita al año, es decir, «más del doble de la disponibilidad que se tuvo en 1998, producto de una política de protección a las personas que han aumentado el consumo y la nutrición de este rubro, y la idea es llevarla a 60 mil en los próximos años».

El Plan Ley de la Patria, aprobado por nuestra Asamblea Nacional, no deja por fuera este objetivo señalado por el camarada Yván Gil. Así entre los Objetivos Históricos, Estratégicos y Generales, en el 1.4 se plantea: «Lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo». Y en el 1.4.3.7, más específicamente, se plantea como objetivo a lograr: «Elevar la producción de carne de bovino en al menos 45%, para alcanzar 740 mil tn/año; de leche en 50%, para alcanzar 4 MM de tn/año; de huevos de consumo en 40%, para llegar a 370 mil tn/año; de pollo en 43%, para alcanzar 1,7 MM de tn/año…». Valga decir, la producción de pollo y garantizarle su presencia en el plato del pueblo venezolano, es un Objetivo Estratégico Nacional.

El problema actual es que, pese, al enorme esfuerzo en apoyo técnico y financiero a los productores nacionales, el pollo no está llegando a las mesas del pueblo venezolano, ni a la red de alimentos públicos y algunos privados que respetan las regulaciones de precios. Contradictoriamente, nunca falta en las polleras, restaurantes, empanaderas, transnacionales de ventas de pollos procesados, carnicerías privadas, en donde se expende a precios para nada regulados, donde dos piecitas de pollo, con ensalada y arepitas más refresco, perfectamente, puede costar unos 400 Bs el plato.

O en las polleras, donde el pollo completo, más un refresco de un litro y hallaquitas, bien puede llegar a costar los Bs 600. O, en carnicerías privadas que no respetan el precio regulado establecido por la Sundde de Bs 43 el kilogramo y se expenden sus partes en más de 120 Bs/Kg. Y presumimos que gran parte de la producción nacional de pollo, como lo demuestra la acentuada escasez de estos últimos meses de este año, se está desviando hacia esos establecimientos privados, siguiendo la lógica del capital, que no es otra sino la maximización de los beneficios.

La lógica que los lleva a no producir cuando es socialmente necesario, ni producir lo que es socialmente más importante producir, sino cuando es rentable hacerlo y aquellas mercancías cuya producción va a permitirles obtener ciertos beneficios con respecto al capital invertido. Siendo la tasa de rentabilidad o de ganancia, que viene a ser la proporción de beneficios obtenidos respecto al capital invertido, la clave de toda economía capitalista y, en consecuencia, el motivo principal para todo capitalista.

Y, siendo esa su motivación, de la clase de los capitalistas, es harto conocido que harán hasta lo imposible con el fin de obtener la más alta tasa de rentabilidad para su producción. Obvio entonces que producir para la red de alimentación pública y venderles a precios regulados no es una motivación suficiente para los productores de pollos nacionales y esa pudiera ser la causa de la desaparición del pollo por estos días navideños de la mesa del pueblo venezolano.

¿Qué hacer ante tal coyuntura? Sin duda, volver a Chávez:

«Uno no puede permitir que un Mercal cierre porque no llegaron los abastecimientos y los mercados capitalistas estén ahí llenos y acaparando además. No compadre, no señor, ahí es válida la intervención para equilibrar: mire, usted tiene esto acaparado, tiene este tremendo depósito, vamos a firmar aquí, cuénteme aquí cuántas de sardina hay, a cuánto usted las vende. No, no, esto está regulado, tal y tal, firmo yo gobernador, firmo, tres camiones para allá, a llenar el Mercal, para eso somos gobierno. Y todo eso, compadre, es en el marco de la Constitución que la tengo por aquí, se me hundió por aquí en el bolsillo, Constitución y la ley, ellos son los que violan la Constitución» […]

«…no puede haber ni un solo Mercal cerrado. Ahí te traje una foto de unos mercales cerrados. ¿Ve? No puede haber y los mercalitos y mucho rigor y muchas revistas, que la cosa funcione, que estemos abastecidos. Cuando haya necesidad de medidas extraordinarias, las tomamos, si hubiera que intervenir depósitos privados porque están acaparando y los mercales no tienen, los intervenimos y traemos para acá y abastecemos los mercales, los silos los llenamos, no podemos ponernos a la defensiva, esta gente nos hizo ya mucho daño, en otras épocas con el desabastecimiento y nosotros como unos pendejos, no, ahora no, cada vez que nos provoquen, ofensiva, que se arrepientan de intentarlo. ¿Eh?»

«Allanamiento, decomiso, azúcar para acá y bien barata y le pagamos a precio regulado, claro, se le aplica un subsidio, que ellos subsidien también. ¿Te das cuenta?» (Aló Presidente, programa número 357, desde el Supermercal «José Laurencio Silva», Municipio Tinaco, Estado Cojedes, 16-05-2010).

Acompañando esa directriz revolucionaria de nuestro Comandante Chávez con el impulso de una fuerte agroindustria avícola pública nacional o en todo caso mixta, con mayoría accionaria pública. Ejemplos en el país existen, aunque su escaso número los oculten, como el de la empresa mixta socialista Complejo Avícola «Simón Bolívar», en Guárico, Municipio El Socorro, creado por el Gobierno Revolucionario del camarada Gobernador Ramón Rodríguez Chacín.

Asimismo, el Centro Avícola Maisanta, en el Estado Bolívar, administrado por el Instituto Regional de Tecnología Agrícola, el cual, según anuncio realizado por el camarada Gobernador Francisco Rangel Gómez, será convertido en una empresa de producción social adscrita a la Corporación Bolívar, ente público adscrito a la Gobernación Revolucionaria del Estado Bolívar, es importante resaltarlos. No se puede dejar en manos privadas, exclusivamente, la producción de un alimento tan fundamental en la dieta del pueblo venezolano, sería suicida quien así lo haga. No se puede dejar en manos de quien solo busca beneficios crecientes, sin importarle el cómo, las necesidades de alimentación de nuestro pueblo, sería de lo más ingenuo hacerlo.

En su lógica implacable por acumular riquezas (reproducir el circuito: dinero-mercancías-dinero incrementado), el capitalista, la clase de los capitalistas, dedican todo su esfuerzo en obtener permanentemente mayores ganancias particulares, para nada sociales. De allí que, para dar cumplimiento a los Objetivos Estratégicos del Plan Ley de la Patria y al mandato de nuestra Constitución Bolivariana, resulta imprescindible crear a nivel estadal, incluso municipal y hasta comunal, poderosas granjas avícolas que permitan cubrir la creciente demanda popular de ese vital rubro alimenticio en que se ha constituido el pollo y no depender de empresarios privados, que solo persiguen objetivos para nada sociales.

El objetivo no puede ser otro que el ya señalado por nuestro Comandante Chávez: «La economía debe estar es al servicio de las necesidades de un pueblo, y no en beneficio de una minoría, como es en el capitalismo. De eso se trata en el fondo, bueno, el cambio revolucionario. Es esencial en la Revolución cambiar el modelo económico, al mismo tiempo se va cambiando el modelo social, no se pueden separar el uno del otro, al mismo tiempo, el modelo político, no se pueden separar, todo es un conjunto de hábitos y de líneas que se cruzan, se impactan, son interdependientes, lo político, lo social, lo económico, lo cultural, la Revolución, pues, la Revolución».

Dándonos luces, nuestro Comandante Infinito, Hugo Chávez, sobre cómo avanzar en la línea revolucionaria correcta: «El reto que tenemos es que sigamos levantando la producción y la calidad de la producción e instalando el nuevo modelo, el injerto y la expansión del injerto y las redes. Todo eso debe estar enlazado, una unidad con la otra, formando las grandes unidades y con los mataderos, centros de beneficio y con las cadenas de distribución o las redes de distribución, desde las fijas, pequeñas, grandes hasta las móviles, como la bodega móvil, carnicería móvil, areperas móviles, etc.»

En Chávez tenemos las respuestas a los grandes problemas que hoy nos aquejan como pueblo, mantengámonos aferrados a él y derrotaremos al imperio y sus secuaces, enemigos de la Patria.

Aporrea

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