jueves, abril 18, 2024
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¿Vamos hacia la tercera guerra mundial?

El Pentágono y la OTAN cocinan oscuros planes. El Congreso de los EEUU ha dedicado varias sesiones al tema. Sobre la frontera rusa, Occidente concentra el mayor número de tropas desde la invasión nazi en 1941. La carrera armamentista avanza en proporción directa a la crisis del capitalismo.

Ricardo Arenales

El sumo pontífice de la Iglesia Católica, el papa Francisco, no es el único que ha lanzado una voz de alerta sobre el inminente peligro de que una tercera guerra mundial incendie el planeta Tierra, el único hábitat que tenemos.

La primera vez que el pontífice hizo una alusión semejante fue en septiembre de 2014 durante una homilía en el cementerio militar de Fogliano Redipuglia, al recordar a los caídos de la primera guerra mundial, en momentos de cumplirse cien años del inicio de esa confrontación.

En esa localidad, situada en la frontera italiana con Austria, uno de los principales frentes de guerra, Francisco afirmó: “Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizá se puede hablar de una tercera guerra, combatida por partes, con crímenes, masacres, destrucciones”. Dijo que la guerra así concebida es “una locura” que crece destruyendo y trastornándolo todo, hasta la relación entre hermanos, y “lo más hermoso que Dios ha creado”, el ser humano.

El líder espiritual de los católicos criticó la industria armamentista, a la que tildó, junto a otros factores, de “planificadores del terror” y de “organizadores del desencuentro”, y pidió a la humanidad reaccionar, sin indiferencia, frente a este peligro. En lo único que pudiéramos discrepar con el papa Francisco es que se refirió a una guerra “por partes”, cuando hoy en día el peligro de globalización de un escenario bélico parece generalizado.

Así por ejemplo lo afirma el experto norteamericano Stephen Cohen, al asegurar, en una entrevista de prensa, que el número de tropas desplegadas por Estados Unidos y la OTAN, cerca de las fronteras con Rusia es en la actualidad el mayor, desde la invasión por parte de Alemania nazi, en 1941.

Emulación demencial

“Las relaciones de Rusia con Occidente pasan gradualmente de la competencia a la confrontación”, dijo por su parte el secretario adjunto de Defensa norteamericano, Robert Work. En la misma tónica confrontacionista actúa la Organización del Tratado Atlántico Norte, el instrumento más expedito de la diplomacia norteamericana para intervenir en otros países. La OTAN corre el riesgo de verse involucrada en una guerra nuclear con Rusia en “menos de un año” si no aumenta sus capacidades de defensa en los países bálticos, ha dicho el ex comandante supremo adjunto de sus fuerzas en Europa, Richard Shirreff, en declaraciones recientes al diario The Independent.

Alemania, que tras los resultados de la segunda guerra mundial se había mantenido al margen de la dinámica de la carrera armamentista, ha roto con esa política discrecional y anuncia su vinculación a la competencia bélica, alegando intereses de defensa nacional. Hasta el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko se suma a esa bravuconería, al presentar, el pasado mes de marzo un proyecto de reforma del ejército de su país, que le permite vincularse a conflictos armados bajo la bandera de la OTAN.

La Duma (parlamento) de Rusia, por su parte, aprobó recientemente la creación de un “superejército”, para combatir a los terroristas del Estado Islámico, tanto en su territorio como en el extranjero.

Un ambiente de exacerbación e intolerancia parece extenderse. Pero la matriz de ese espíritu parte hoy de los ideólogos de la Casa Blanca y el Pentágono de los Estados Unidos. Patrick Martin, un analista que participó en varias sesiones del Congreso de los Estados Unidos, dijo que no tiene dudas en que la inteligencia militar de ese país está involucrada en preparativos sistemáticos para una tercera guerra mundial.

Según el experto, el Pentágono estima que un conflicto militar con China, con Rusia o con los dos, es inevitable, y esta perspectiva se incluye dentro de la táctica y la estrategia norteamericana actual. Inclusive se fijan plazos. Una confrontación nuclear entre potencias se daría antes del 2020.

Martin participó en tres sesiones del congreso norteamericano que tuvieron lugar el 3 de noviembre del año pasado, en las que se evidenció que el servicio de inteligencia norteamericano adelanta preparativos para una tercera conflagración global.

Giros conceptuales

Las tres sesiones a que se refiere el experto, son: una, del Comité de Servicios Armados del Senado, sobre guerra cibernética; otra, del subcomité del Comité de Seguridad Armada de la Cámara de Representantes sobre el tamaño actual y despliegue de la Flota de Portaaviones de ese país en aguas internacionales, y una tercera sesión de otro subcomité del mismo organismo, sobre la modernización de las armas nucleares norteamericanas.

En ninguna de las tres sesiones se habló de las implicaciones que para la destrucción del planeta y de la especie humana podría tener una guerra nuclear, que en opinión de la comunidad científica internacional, sería la última que conozcamos.

“En otras palabras, parece que los preparativos para una guerra mundial, usando armas cibernéticas, portaaviones, bombarderos, misiles y toda una gran variedad de armamento, han estado en marcha durante un período, prolongado de tiempo. Estas reuniones no eran en respuesta a los recientes acontecimientos, ya sea en el Mar Meridional de China, Ucrania, Siria o en cualquier otro lugar; no se hacían en respuesta a acontecimientos recientes”, dijo Patrick Martin.

Curioso. Mientras los grandes medios de comunicación internacionales despotrican contra el fantasma del terrorismo internacional, en ninguna de las susodichas sesiones parlamentarias los legisladores mostraron preocupación alguna por tales grupos terroristas. Esa no parecía la prioridad. En cambio si hablaron de un enemigo poderoso, que tampoco tuvieron el cuidado de identificar, aunque en algunas intervenciones se habló de Rusia o de China.

¿De qué orden internacional hablan?

Otra curiosidad. No afloró la más mínima diferencia de criterios entre las bancadas republicana y demócrata. En esto, ambos bandos partidistas están de acuerdo. No hubo siquiera la intención de establecer veto alguno a la doctrina militar nuclear del presidente Obama, flamante premio Nobel de la paz.

De que las elites norteamericanas trabajan en forma activa y mancomunada en esta perspectiva da cuenta una opinión del secretario de Defensa, Aston Carter: “Aunque el ejército de Estados Unidos ‘no busca’ una nueva guerra fría, está decidido a oponerse a potencias emergentes globales como Rusia y China, con el fin de proteger el ‘orden internacional dominado por Estados Unidos’, anotó el funcionario, que mete en el mismo saco al Estado Islámico, a Rusia y a China.

“Estamos invirtiendo en tecnologías que son más relevantes ante las provocaciones de Rusia, como los nuevos sistemas no tripulados, un nuevo bombardero de largo alcance y la innovación en tecnologías como el cañón de riel electromagnético, láseres y nuevos sistemas de guerra electrónica, espacio y ciberespacio, incluyendo unas sorprendentes que realmente no puedo describir aquí”, puntualizó Carter.

Semejante escenario, que pone la piel de gallina, se inserta en una nueva carrera armamentista que avanza en forma directamente proporcional a la crisis del capitalismo. Es el colapso de una sociedad consumista, depredadora. Pero ese camino al abismo se puede evitar si se tensionan las fuerzas del progreso social y detienen la mano de semejantes lunáticos.

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