Luis Jairo Ramírez
@JairoRamirezH
El pasado 18 de febrero la JEP hizo público un avance de la investigación sobre los llamados “falsos positivos” en el que se registraron, al menos, 6.402 víctimas entre 2002 y 2008, durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. Eso significa que son 4.154 más de los 2.248 registrados por la Fiscalía, y el número puede aumentar pues los “falsos positivos” vienen desde la década de 1980. Pronto habrá un pronunciamiento final de la JEP sobre los falsos positivos, que seguramente será desfavorable a Uribe.
Hace unos días Juan Manuel Santos se presentó ante la Comisión de la Verdad para “presentar su versión” sobre los falsos positivos. El documento leído es una colección de verdades a medias, mentiras, sesgos, un afán de sacudirse de hechos que lo involucran y algunas “confesiones” con un cínico cálculo político, por algo aparecen después de 15 años de silencio cómplice.
Es una verdad a gritos que las élites agrupadas en el proyecto de la seguridad democrática de Uribe se unieron en el objetivo de acabar total y militarmente a las Farc, bajo el instrumento del Plan Colombia financiado por el gobierno de los Estados Unidos; de ese propósito hizo parte activa Juan Manuel Santos hasta el 2010.
Santos fue ministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe desde julio de 2006 hasta mayo de 2009, periodo del auge de los “falsos positivos” en Colombia; heredó de su antecesor Camilo Ospina la Directiva Ministerial 029 que contenía jugosos incentivos a los integrantes del Ejército por “bajas a la subversión”. Pero tales “bajas” eran en realidad civiles secuestrados y asesinados por militares o paramilitares y luego disfrazados de guerrilleros. Son crímenes de Estado, para satisfacer exigencias y metas del Plan Colombia, pactado con los Estados Unidos.
Santos afirma que en 2007 (solo un año después) comenzó a “actuar en forma” contra ese fenómeno, y sostiene que al final de su periodo, el objetivo fundamental de “acabar con los falsos positivos se logró”; lo que no reconoce es que para ese momento la Fiscalía hablaba de solo 2.248 víctimas; o sea que desde esa época hasta ahora se le ocultaron al país 4.154 víctimas.
No hay duda de la corresponsabilidad de Uribe-Santos con la ejecución de los falsos positivos; la pregunta es por qué hasta ahora la justicia ordinaria no entregó resultados. La violencia, las masacres y los asesinatos han sido de la esencia de la actividad política de las élites dominantes. Pretender mostrarse como defensor de la vida a estas alturas, suena francamente irónico.
Tiempo después, el propio Santos ordenó el asesinato de Alfonso Cano, comandante de las FARC “en condiciones de desproporción absoluta, cuando estaba herido, ciego y sólo, cuando debió ser capturado como objetivo legal», como lo denunció el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve.
No basta con exhibir su Premio Nobel en su afán de demostrar virtudes que le son ajenas. Es cierto, firmó la paz, sin embargo, desde noviembre de 2016 hasta agosto de 2018, se desentendió y permitió todo tipo de trabas y argucias de sus ministros en los inicios de la implementación de la paz. Hoy con la dupla De la Calle-Cristo, al lado de los Verdes y el Moir, pretende hábilmente canalizar la inconformidad social y recabar apoyo para la “opción de centro” con la coalición de la esperanza.