Por un movimiento sindical que contribuya a las transformaciones que exige el momento
Alfonso Velásquez
Mucho se ha escrito sobre la crisis del capitalismo. Carlos Marx sostuvo que desde cuando se incuba este modo de producción se producirían crisis cíclicas, de las cuales saldría el modo de producción una y otra vez recomponiéndose para perdurar en el tiempo. Así ha sido a lo largo de 300 años.
No obstante, el ciclo de crisis en que se debate en el presente siglo parece ser ya no de esas cíclicas que una y otra vez se dieron durante los últimos dos siglos, sino que va llegando a una de carácter estructural: Cientos de millones de seres humanos sin empleo; casi mil millones de personas que no logran acostarse supliendo las tres comida diarias, cifras que cada año van en aumento; la población crece y se multiplica sin planeación alguna y desde luego con necesidades crecientes que indican que en el futuro las hambrunas en algunas regiones del planeta serán cada vez más frecuentes; la naturaleza ha venido siendo sometida a terribles abusos, saqueada en sus recursos no renovables para satisfacer la creciente demanda no solo de alimentos sino de materias primas, generando una descompensación que presagia situaciones terribles para la humanidad.
Transnacionales y EE.UU.
Mientras tanto una pequeña élite se fue enriqueciendo a costa del trabajo y sacrificio de grupos de trabajadores sometidos a extenuantes jornadas de trabajo a cambio de un salario decreciente para las mayorías de la población mundial, que les impide satisfacer la canasta básica de necesidades. Bill Gates y Carlos Slim por ejemplo, poseen un caudal de capital igual o superior al del PIB de muchos países. El neoliberalismo ha permitido la acumulación de esa élite (1%) igual o mayor que el equivalente al 50% de la población más pobre y esa acumulación va en ascenso.
Una y otra vez se desarrollan reuniones globales de empresarios y gobiernos ricos para hablar de cómo lograr avanzar en legislaciones de carácter global que les permita una mayor explotación a los trabajadores y pueblos, hasta desaparecer prácticamente los contratos de trabajo y desregular completamente las condiciones de los contratos.
De la misma manera, cada año se reúnen en Ginebra, en la sede de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, representantes de gobiernos, empresarios y trabajadores para discutir respecto a la legislación laboral universal y aquellos temas que se discutieron y se convirtieron en convenios desde la fundación de ese organismo (1.919) hasta la fecha, o están siendo revisados a través de recomendaciones, que se han impuesto por mayoría (gobiernos-patronos); hasta lograr que en medio de los retrocesos del campo laboral, los patronos sostengan que las reuniones (denominadas conferencias) no se realicen cada año sino bianualmente. Con un agravante más: Que a ella no asisten los denominados magnates, propietarios de las grandes corporaciones transnacionales porque ellos presionan y obtienen ventajas en la Organización Mundial del Comercio, OMC, y en el denominado “club de países ricos” OCDE y desde allí imponen condiciones oprobiosas para las inmensas mayorías de pueblos y naciones.
El proceso de acumulación con características neoliberales ha logrado entonces avanzar como un cáncer en todo el planeta, mientras las ideas socialistas fueron debilitándose de manera sostenida a partir de la desintegración de la URSS y solo algunos países como Cuba, Vietnam, Bielorrusia, entre otros mantienen las ideas socialistas y otras naciones, fundamentalmente en América Latina intentan avanzar hacia sociedades más justas en dirección a modos de producción distintas al llamado “capitalismo salvaje”: Venezuela, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Salvador han logrado avances importantes en sus legislaciones laborales, pero en medio de la injerencia cada vez mayor de los EE.UU., que no se ha quedado pasivo mientras en su patio trasero se desenvuelven cambios que afectan sus corporaciones. Es lo que pasa hoy en Brasil y Argentina, donde la confrontación en las calles pone en evidencia que la “lucha de clases” está más vigente que nunca, para aquellos que piensan y practican una “conciliación de clases” una y otra vez derrotada.
Todos a la calle
Este primero de mayo entonces, los trabajadores saldrán a las calles de todas las ciudades de todas las naciones en exigencia de sus derechos y reivindicaciones y presionando a sus dirigencias para que jueguen un papel más activo en procura de mantener condiciones dignas de trabajo.
Se cocinan días de gloria en todas estas batallas siempre que los sindicatos jueguen el papel para el que se crearon: Defender a los trabajadores y a los pueblos, luchar por libertad, democracia, soberanía y por el socialismo.
En Colombia, los trabajadores saldremos a las calles a exigir que el proceso de solución política negociada hacia una paz estable y duradera, no sólo logre llegar hasta el final, sino que sea una paz integral con justicia social, que ponga fin a las contrarreformas de los gobiernos neoliberales y lacayos. A la vez exigir el cumplimiento de acuerdos realizados con distintos sectores sociales, con el campesinado, el transporte, los pensionados, los indígenas y afrodescendientes; los sectores cívicos y comunales. Saludar los procesos de paz FARC-EP- Gobierno, ELN-Gobierno y avanzar hacia una solución integral en la proyección de una constituyente que reivindique los derechos de las mayorías y no los mezquinos intereses de un pequeño conglomerado.
Desde luego que parte de la dirigencia del movimiento sindical tiene que hacer sus reflexiones del papel que cumplen defendiendo a los capitalistas y facilitando la explotación de quienes dicen representar, hacerse a un costado para permitir que las generaciones que vienen y han perdido sus derechos se pongan al frente de las organizaciones hacia una “integración intergeneracional” logrando aceitar un sindicalismo de clase, o seguir como vamos con un debilitamiento gradual hasta su cooptación total por las élites neoliberales. Lo que se observa es que el debate está prendiendo entre los trabajadores jóvenes que se han ido quedando sin derechos y cómo defender lo poco que queda, fortaleciendo su presencia en el movimiento sindical hacia la reconquista de esos derechos conculcados; es una cuestión no solo nacional sino regional y despunta en otras regiones, como siguiendo el llamado del Manifiesto Comunista: “Trabajadores de todos los países… uníos”.
Habrá movilizaciones en todas las ciudades capitales de departamento y en ciudades intermedias, acciones unitarias del sector sindical, agrario, popular, preparando además el paro cívico nacional.