
Tras la inverosímil asesoría militar para luchar contra el narcotráfico, se esconde un nuevo intento de intervención contra Venezuela
Alberto Acevedo
De acuerdo a un comunicado conjunto de la embajada de los Estados Unidos en Colombia y el Ministerio de Defensa, el pasado lunes primero de junio habrían llegado al país unidades de la Brigada de Asistencia de las Fuerzas de Seguridad de Estados Unidos, SFAB por sus siglas en inglés, un cuerpo elite de asalto, de alta sofisticación, que vendría al país a contribuir a la lucha contra el narcotráfico y por la paz en el territorio nacional.
Una vez conocida la noticia, se desató una interesante polémica en torno al hecho de que la presencia de tropas extranjeras sin el consentimiento del Senado de la República, como lo estipula el artículo 173 de la Constitución Nacional, constituye una violación de la soberanía nacional y un acto intervencionista de una potencia extranjera en los asuntos internos de otra nación a la que, por demás, considera su amiga y aliado estratégico.
Está además el hecho de fondo de los móviles del traslado del contingente, un cuerpo de combate que llega por primera vez a un país latinoamericano. Si se mira el contexto en que se produce, es preciso tener en cuenta, al menos, que el cuerpo élite del ejército norteamericano arriba al país después del fracaso de la llamada Operación Gedeón, en la que un grupo de mercenarios, que partieron de tres bases de entrenamiento en La Guajira y el Cesar, vale decir, desde territorio colombiano, fracasaron estruendosamente en su intentona desestabilizadora contra el gobierno bolivariano de Venezuela.
Por qué ahora
Justamente después de la llegada de los cinco tanqueros iraníes con gasolina para aliviar la crisis de combustibles en Venezuela, desafiando las sanciones y el cerco comercial y financiero de Estados Unidos contra la nación vendedora y la nación compradora.
Pero además después de una operación de sabotaje contra el sistema eléctrico en Venezuela, que afectó de contera el suministro de agua a miles de hogares. Después de la maniobra de Directv para dejar sin la señal privada de televisión a miles de hogares en la patria de Bolívar y Chávez. Y cuando Human Rights Watch, por cuenta del Departamento de Estado enloda la exitosa campaña del gobierno de Maduro por controlar el contagio del coronavirus entre la población.
¿Por qué vincular la presencia de un contingente militar norteamericano en tierras colombianas con los planes de desestabilización contra el gobierno de Venezuela? Porque hace pocas semanas, la administración Trump lanzó toda una estrategia de agresión contra Venezuela, ligándola a la lucha global contra el narcotráfico y el terrorismo, indicando además que un cambio de gobierno en el país latinoamericano, para contrarrestar ambos delitos, era una “prioridad” para la Casa Blanca.
Aventura intervencionista
Y a esa prioridad vincula el gobierno norteamericano todas sus operaciones en América Latina. Washington quisiera una intervención militar en Venezuela a través de terceras personas, sobre la base de que los ejércitos latinoamericanos se comprometan en una aventura intervencionista. Hasta ahora no lo ha logrado. El terreno más abonado es el que le ha prodigado el gobierno de Iván Duque.
Declaraciones recientes de la canciller colombiana y del ministro de Defensa de este país indican que, para su gobierno, de alguna manera, también es una “prioridad” lo que ellos denominan el cambio de régimen en Venezuela. Y es aquí donde radica el gravísimo peligro de que finalmente el territorio colombiano sirva de plataforma para una agresión al pueblo y al gobierno de Venezuela, lo que inevitablemente desencadenaría un conflicto regional de enormes proporciones.
Pero, además, un escenario semejante, que no se descarta ante la actitud servil del gobierno Duque ante los intereses norteamericanos, puede adquirir ribetes de conflicto global. Irán ha dicho que va continuar enviado gasolina a Venezuela para ayudar a superar la crisis de los combustibles. Estados Unidos ha dicho que no lo tolerará. Rusia asegura que no va a permanecer indiferente ante un conflicto en el Caribe y que saldrá en defensa de su aliado, el gobierno de Maduro.
Conflicto internacional
China ha dejado en claro, por su parte que hará respetar el principio de la no intervención en los asuntos de otros estados y defiende la soberanía nacional venezolana. El primer misil que caiga sobre Venezuela tendrá consecuencias. Algunos cuantifican la situación, diciendo que una intervención norteamericana en la patria de Bolívar, de materializarse, será un nuevo Vietnam para Washington.
La flamante Brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad, como se denomina el contingente que ingresa a Colombia, es un eufemismo para designar como ‘asesores’ a una tropa de asalto que llega en un rol de violadora de la soberanía nacional y en plan intervencionista en América Latina. En el comunicado que dio cuenta de su presencia, se habla de 50 uniformados. Esa versión la recogen algunos medios. La senadora por la Unión Patriótica, Aída Avella, en un tuit, habla de 800 militares cifra acogida por algunas organizaciones defensoras de derechos humanos.
Este cuerpo elite se constituyó hace 17 años y pertenece al arma de Infantería de los Estados Unidos. Son expertos en la ejecución de operaciones militares de asalto, lo que insinuaría que viene a continuar lo que no pudo alcanzar la Operación Gedeón. Su especialidad es en estrategias operacionales. Están entrenados para el análisis del desarrollo de operaciones y sus formas tácticas y estratégicas.
En Colombia, la presencia de tropas norteamericana ha suscitado un rechazo generalizado. Numerosas organizaciones políticas y sociales han llamado a la movilización general para lograr su retiro del suelo patrio. Una amplia franja de parlamentarios ha citado a varios ministros a que expliquen por qué se ha permitido una violación flagrante de la soberanía nacional. Pero además llaman de nuevo al gobierno Duque a no prestarse para una aventura bélica contra un país hermano.
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