jueves, marzo 28, 2024
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Tesis de Aníbal Quijano: El control global del trabajo

“La idea de raza se la inventaron como una categoría mental de la colonialidad moderna”

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Una interesante tesis del profesor Aníbal Quijano explica que la globalización actual no es sino la continuación de un largo proceso que viene formándose desde el descubrimiento de América y por lo tanto tiene una connotación colonial que todavía hoy se hace sentir. Es decir, el capitalismo no es solamente un sistema moderno, sino colonial/moderno, si lo observamos en una perspectiva planetaria.

El centro del capitalismo se ubicó en Europa y su objetivo fundamental fue controlar el trabajo de todo el mundo, sin importar dónde se encontrara. Por eso las formas del trabajo en la América colonial como la esclavitud, la encomienda, la mita, la producción mercantil simple, fueron creadas y subordinadas para producir mercancías para el capitalismo global. El salario se reservó para Europa, y para algunos blancos fuera de ella. De este control del trabajo global no se salvaron África ni Asia, se trató de la constitución de un nuevo patrón mundial de poder que se mantiene hasta la actualidad.

La colonialidad del poder

Para poner en práctica este nuevo patrón de poder, inventaron la idea de raza como una categoría mental de la colonialidad moderna. Esta idea anticientífica que postula la superioridad de los “blancos” europeos sobre los demás pueblos, sirvió para clasificar a la población del planeta en una pigmentocracia, que facilitó y facilita la superexplotación de los trabajadores, indígenas, negros, amarillos, cada uno en su zona geográfica.

Señala Quijano que existen más estudios sobre la invención de la raza blanca en Norte América, que sobre todo lo ocurrido en este campo en las colonias portuguesas y españolas, donde los españoles inventaron nada menos que el certificado de pureza de sangre, en un continente en que la enorme cantidad de mezclas dio origen a numerosas castas, lo cual ampliaba el trabajo gratuito.

Otra idea de Quijano es la colonialidad del poder y su relación con el capitalismo mundial, idea que él asigna a Mariátegui. Encuentra que en América la división del trabajo se transformó en una división racial del trabajo, que luego se expandió a otros lugares del mundo colonial.

Cuando la esclavitud empezó a exterminar a los indígenas, se estableció para ellos la servidumbre en las encomiendas y la esclavitud se dejó para los grupos humanos secuestrados en África. La asociación raza-trabajo así parecía algo natural y el control de una forma de trabajo serviría para controlar la vida de un grupo humano. Sobre las entidades originarias se crearon nuevas identidades partiendo de la idea de la raza. Esto permitía el control de las subjetividades, de la intersubjetividad y la represión de la cultura. Desde luego este control implicó la destrucción sistemática de lo que no servía a los objetivos de los colonizadores.

La herencia colonial en Asia

En Asia esta represión resultó menor y por eso la herencia cultural pudo preservarse de manera escrita y ello los colocó en el concepto de Oriente como el Otro de Occidente. Aun así, la superexplotación de los trabajadores asiáticos se ha tecnificado en la actual fase de la globalización, porque las grandes empresas aprovechan la importante oferta de mano de obra y en el centro del sistema mundial subsiste la costumbre racista de pagar un menor salario a los millones inmigrantes.

El control del trabajo, sus recursos y productos conforman el sistema moderno mundial que no se limita allí, sino que es interdependiente implicando el control de la autoridad y el monopolio de la violencia desde el Estado colonial, aspecto que va a impregnar al Estado nacional. Todo se controla, incluido el sexo, sus recursos y productos. La concepción del mundo impulsa una tendencia a la homogeneización y al pensamiento único, lo que denomina el autor la racionalidad eurocéntrica.

La tendencia a la homogeneización resultó muy cara al mundo indígena, afro y mestizo, cuando las oligarquías posteriores a la independencia, quisieron construir un Estado homogéneo, donde no cabían las mayorías populares. Una parte de la exclusión viene de allí. En varios países incluido Colombia, las matanzas de indígenas obedecían a la creencia de que éstos eran un obstáculo para el progreso de las naciones y se correspondían con la política oficial del Estado de promocionar el blanqueamiento.

Se entiende entonces que la nueva Constitución boliviana haya querido cambiar el contenido social del Estado-Nación y establezca que el nuevo nombre de ese país es Estado plurinacional de Bolivia.

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