De presentarse un conflicto bélico, Estados Unidos participaría como suele hacerlo enviando arsenales, pero poniendo a sus aliados, con el Reino Unido a la cabeza, como carne de cañón para que aporten el mayor sacrificio en vidas y daños materiales
Alberto Acevedo
La que pudiéramos llamar ‘polémica’ por el destino de la isla de Taiwán, ha venido caldeándose en los últimos días. Históricamente, la isla ha pertenecido siempre a la China continental. Cuando en 1949 triunfaron las tropas revolucionarias de Mao Zedong, e iniciaron un proceso de transformación socialista, las derrotadas fuerzas del general Chiang Kai-shek se refugiaron en la isla y desde entonces se instauró allí un autogobierno, que ha recibido el apoyo de Estados Unidos y otras potencias occidentales, en una fallida estrategia por frenar la creciente influencia de China en la región y en el mundo.
En 1971, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, reconoció oficialmente a la República Popular China, a sus autoridades, y a Taiwán como parte inalienable de China. Le restituyó su lugar a China como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Entonces, una inmensa mayoría de países reconocieron a China. Entre ellos, los Estados Unidos, que sin embargo han mantenido una ambivalencia en cuanto a que reconoce y mantiene relaciones diplomáticas, económicas y comerciales con China, pero al mismo tiempo apoya comercial y militarmente a Taiwán, alentando sus ímpetus separatistas.
¡No interfieran!
El gobierno chino ha respondido ante la injerencia norteamericana y el apoyo del Reino Unido y otras potencias occidentales, que no se inmiscuyan en los asuntos internos de China, que el tema de Taiwán es un asunto interno del país asiático y rechaza cualquier intervención extranjera.
En 1980, las autoridades chinas expusieron un plan de reunificación, bajo la política de “un país, dos sistemas”, basado en la coexistencia de los modelos políticos y económicos de la China continental y de otras regiones como Taiwán.
Esta perspectiva no les gusta a las potencias occidentales, que no renuncian a mantener en Taiwán un enclave injerencista contra China, para frenar su influencia y dificultar sus rutas de comercio y de movilización de sus naves de defensa militar.
Discusión entre estrategas
Reunificar a China con Taiwán tiene un alcance estratégico considerable para el gigante asiático en esferas geopolíticas vitales, especialmente en los campos económico, comercial, histórico y militar. Significa eliminar una especie de tapón en la navegabilidad por el Pacífico, ampliando el flujo comercial y el de su Armada. China nunca ha renunciado a la reunificación de la isla por cualquier vía, incluyendo la militar, de ser necesario.
Para los estrategas políticos de varios países, hoy no se discute si China reunificará a Taiwán, sino cuándo lo va a hacer. El ministro de Defensa de Taiwán cree que esto sucederá en 2025, mientras el almirante de la Armada norteamericana Philip Davidson le pone un plazo de seis años.
Para revertir este proceso, Estados Unidos ha intensificado los apoyos al gobierno ilegítimo de Taiwán. Ha ampliado la cooperación militar con la isla, enviando una poderosa flota naval, encabezada por un portaviones. Ha trascendido que la Infantería de Marina de Estados Unidos ha estado operando en secreto, para entrenar a las Fuerzas Militares taiwanesas, desde hace un año.
La paz en peligro
Ante estos desarrollos, surgen preocupaciones por un posible conflicto en torno a la isla, que podría implicar una confrontación directa entre tropas de Estados Unidos en China. La cosa va aún más allá. Estados Unidos participaría en el conflicto, como suele hacerlo, enviando arsenales, pero colocando a sus aliados, con la Gran Bretaña a la cabeza, como carne de cañón, para que aporten el mayor sacrificio en pérdida de vidas y daños materiales.
Pero China por su parte, contaría con el apoyo de sus aliados, con lo que tendríamos un enfrentamiento de bloques económicos y militares, que podrían desencadenar un conflicto de consecuencias incalculables, poniendo a la paz mundial al borde del abismo. El moderno arsenal que posee China es un mensaje no solo a Taiwán, sino a las potencias extranjeras que como Estados Unidos y el Reino Unido acarician planes intervencionistas en el Pacífico y el Mar de China.
De nuevo, como en otros escenarios, el conflicto por Taiwán convoca a las fuerzas progresistas en el mundo a detener la mano de los agresores y a poner en alto la exigencia del respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la no injerencia en los asuntos de otros estados soberanos.