viernes, abril 19, 2024
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“Somos hacedoras de vida y forjadoras de paz”

Intervención de la presidenta de Cordosac en el Primer Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres por la Dignidad y la Paz

Rosmery Londoño, presidenta de Cordosac.
Rosmery Londoño, presidenta de Cordosac.

Rosmery Londoño

Aquí en la puerta de la Amazonia, donde nacen las aguas de la esperanza para que la vida sea posible en paz y a la altura de la dignidad humana, nos convocamos las mujeres, hacedoras de vida y forjadoras de paz, a soñar con la construcción de una nueva sociedad, porque tenemos fe en que es posible, porque desde ya lo estamos haciendo.

Aquí en Florencia, capital del departamento del Caquetá, República de Colombia, en la ya maltratada y deteriorada región natural de la Amazonia, en este Primer Encuentro Internacional y Nacional de la Mujer por la Dignidad y la Paz, elevamos un fraternal, caluroso, afectivo y revolucionario abrazo a los distintos procesos representados por cada una de ustedes, que han emprendido el camino de unidad y lucha por la nueva patria, construida con criterios de justicia social y de igualdad de oportunidades y derechos para todos y todas, donde realmente el único interés sea el colectivo como bienestar de los sectores populares, y lo hacemos extensivo a todos aquellos que hacen suya la bandera por la independencia de los yugos del consumismo y de la explotación salvaje del neoliberalismo.

La lucha por el cambio en Colombia es un compromiso de todos y todas que como pueblo nos sentimos con deber ético y político de la sólida determinación de que nuestras almas y de que nuestros cuerpos no sean más campos de guerra, sino templos de paz, pero no más de resignación y pasividad, porque si estamos aquí es porque somos amazonas cabalgando con furia para lograr la patria grande al tamaño de nuestros sueños, con piel, voz y perfume de mujer.

Hijas e hijos de Bolívar

Es indispensable saludar afectivamente, reconocer e identificarnos con la lucha por los derechos en igualdad de la comunidad LGBTI, que alza sus banderas en este encuentro exigiendo la reivindicación de los derechos propios y de la mujer con identidad de género; lucha a la que hoy se suma el movimiento social y popular colombiano contra las estructuras caducas y petrificadas que ostentan el poder, subyugando a los sectores minoritarios de la nación.

Como hijas e hijos de la espada de nuestro libertador Simón Bolívar, hacemos auge de nuestro compromiso con la causa de las mujeres y pensamos necesario enfatizar en la necesidad de consolidar diversos espacios para que el tema de la mujer y de las comunidades con opciones diferentes y minoritarias promulguen y coloquen su liberación sobre la mesa, como punto de reflexión y análisis para instaurar definitivamente una visión contemporánea y civilizada dentro de los diálogos de paz en La Habana en la búsqueda de la solución política al conflicto social y armado.(…)

En el trascurrir de la historia de la humanidad y de nuestra sociedad muchas niñas, jóvenes, ancianas, madres, trabajadoras, desempleadas, campesinas, indígenas, negras, afrodescendientes, cimarronas, creyentes y ateas han sufrido el empañamiento por la explotación sexual, la discriminación por raza y género, la explotación económica, política, social y cultural, injusticias de las que ha sido garante el sistema imperante, que ha relegado a la mujer a una esclava doméstica y una condición de sometimiento, cosificándola como instrumento de mercado y convirtiendo su vientre en cultivo para producir hombres y mujeres que derramen su sangre en este cruento conflicto armado interno colombiano, impuesto por el poder que ostenta la clase dominante a través del Estado, que no es del pueblo sino de los poderes económicos y de los medios de comunicación masiva.

Indígenas explotados y sacrificados

Es importante hacer un conmemorativo reconocimiento a las madres de los ocho millones de indígenas del mundo esclavizados, discriminados, expulsados de sus territorios ancestrales, explotados y sacrificados, peor que animales, en los profundos túneles y socavones de la minería a gran escala, entre ellos los cerros del Potosí, en nuestra hermana Bolivia. Igualmente a las madres de los 170 millones de negros, raptados de África, esclavizados y sacrificados ignominiosamente en nuestra América por y para beneficio de Inglaterra, España, Portugal y otros países de Europa.

Conjuntamente, las iglesias mandaron misioneros para bautizar a indios, no a los negros porque éstos no tenían alma y con ello justificaron la esclavitud a la cual fueron sometidos; a los indios bautizados en el ritual les decían “con esta agua bendita ya sois hijos de Dios, pero ahora debéis obedecer a vuestros amos, esclavo puede ser vuestro cuerpo pero tenéis el alma libre para volar un día al cielo” y luego, encadenados y a latigazos se desarrollaba su vida hasta su vil muerte. (…)

Recordamos también a las 350 mil mujeres, madres que parieron los hijos que fueron la cuota de muertos de los años de la violencia en Colombia, todos estos crímenes los deben a la humanidad los dirigentes de los partidos políticos tradicionales que en el afán de consolidar el capitalismo le dieron vía libre a la violencia partidista; la cuenta de cobro por esos crímenes de Estado no se ha pagado, históricamente está pendiente. Y solidaricémonos con los 52 millones de empleadas domésticas en el mundo, levantemos la voz en favor de ellas para que sean reivindicados sus derechos y protegidas de la tradicional esclavitud en pleno siglo XXI. (…)

“Heroicas mujeres colombianas, latinoamericanas y del orbe”, como decía Bolívar:

“las madres de Esparta no preguntaban por la vida de sus hijos, sino por la victoria de su patria; las de Roma contemplaron con placer las gloriosas heridas de sus familiares, los estimulaban a alcanzar el honor de morir en los combates. Hoy, más sublimes vosotras, mujeres en vuestro generoso patriotismo, habéis empuñado la lanza; os habéis colocado en las filas y pedís morir por la patria. Madres, esposas, hermanas, ¿quién podrá seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo? ¿Habrá hombres dignos de vosotras? ¡No, no, no! Pero vosotras sois dignas de la admiración del universo y de la adoración de los Libertadores de Colombia”.

La lucha de género

Es de entender que la lucha de género de nosotras no se trata, como decía Vilma Espín, de suplantar la supremacía masculina por una dominación de la mujer, sino cambiar los paradigmas bajo los cuales se concibe la mujer, la mujer como actora política que junto al hombre explotado propende por la transformación de las estructuras de alienación y dominación que caracterizan el actual sistema.

Por el contrario, la lucha es conjunta, la historia la hacemos hombres y mujeres; ya lo decía el comandante Fidel Castro: “Las campañas de los pueblos sólo son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero cuando se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño la obra es invencible”

Nuestra lucha se enmarca en reconocer que hay un sistema opresor garante de los vejámenes y discriminación hacia la mujer, nuestra lucha es una lucha conjunta: organizar a la clase trabajadora con el fiel propósito de derrotar el sistema económico actual y acabar con la opresión de nuestras mujeres.

Para ello es necesario posibilitar desde el movimiento político, social y popular colombiano la inclusión y dignificación de los derechos de la mujer en la vida política, económica y social del país; por eso las mujeres aquí reunidas estamos en marcha por la definitiva independencia del pueblo colombiano y de América Latina, decididas a poner fin a este sistema injusto neoliberal, y construir la Nueva patria que soñamos, la Patria Grande justa y de todas y todos.

Hablar de paz

Comprometidas y comprometidos con la causa de la mujer, convencidos de que en Colombia es necesaria una paz con justicia social, y que hablar de paz pasa por la solución de las causas estructurales que dieron origen al conflicto armado, como es el fenómeno de la discriminación de la mujer, invitamos a las delegaciones de paz en los diálogos de La Habana, tanto de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) – Ejército del Pueblo, y del gobierno de Juan Manuel Santos, a que se le dé el papel preponderante dentro de los diálogos de paz a la mujer y que se toque este tema como eje estructurante para una verdadera paz estable y duradera.

En este encuentro sentamos nuestra solidaridad con las prisioneras y los prisioneros políticos, exigimos se respete el derecho a la protesta social y que se den garantías dignas para aquellos y aquellas que están en las mazmorras del Estado, tras las rejas de este descarado sistema y que se escuche y se grite todo el tiempo que no estamos todas y todos, faltan los presos y las presas, libertad a las luchadoras y luchadores y del pueblo, porque se equivocan quienes creen que es fácil desmovilizar a una luchadora y a un luchador.

Y ahora, como presidenta de Coordosac, organización anfitriona, damos por instalado este importante acontecimiento recordando que la paz tiene rostro de mujer.

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