El 20 de abril en Valle del Cauca, María Teresa Mueses Pinto estará enterrando algunos restos de Leandro Jesús Molina Pinto, su hermano, quién integró la columna Iván Marino Ospina del M-19, que se tomó el Palacio de Justicia los días 6 y 7 de noviembre de 1985 en Bogotá. Desde ese día se encontraba desaparecido
Mónica Andrea Miranda Forero
@Emedemoni_
Han pasado más de 35 años de los fatales acontecimientos de la toma y retoma del Palacio de Justicia. Más de tres décadas donde las familias que perdieron a sus seres queridos aún no han logrado alcanzar la verdad de lo que ocurrió. Hay hechos que no dejan sanar la herida, como las víctimas de desaparición forzada que viven ante del drama de no saber nada sobre sus seres queridos, si están vivos o muertos.
Es hasta irónico tocar un tema como estos en un caso como el acontecido en el Palacio de Justicia. Vaya palabra extraña para la realidad colombiana. La Real Academia Española define a la justicia como el “principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”. Increíble, pero ninguna de los términos con que la maravillosa RAE define esta palabra, le hace juego a su significado en Colombia.
“Teniendo en cuenta la falta de oportunidades en el país, las cifras de desempleo, que éramos campesinos y que habían desaparecido a mi hermano, Leandro, mi otro consanguíneo por parte de mamá, se unió a las filas del M-19, no sé qué puesto tendría, pero ese año estuvo en casa hablando con unos primos míos y dijo que pronto iba a pasar algo muy importante en Colombia que sería noticia nacional y que, si algo pasaba, le informaran a mi mamá. Eso fue lo último que se supo de él”, dice María Teresa Mueses Pinto, hermana de Leandro Jesús Molina Pinto, integrante de la columna Iván Marino Ospina del M-19 que se tomó el Palacio de Justicia los días 6 y 7 de noviembre de 1985 en Bogotá.
Siguiendo las huellas
A mediados de los noventa del siglo pasado, María Teresa estuvo en un evento de la Coordinación Colombia-Europa con el abogado Eduardo Umaña Mendoza, donde le planteó una reunión privada con el fin de emprender la búsqueda de su hermano y empezar a escribir la nueva historia para su familia. No obstante, Umaña fue asesinado en 1998, así que los procesos que él llevaba simplemente pararon.
Iniciando el siglo XXI, María Teresa de nuevo empieza a buscar los restos de su hermano, sin pistas que seguir, sin fotos, videos, grabaciones. El único dato que tenía era que Leandro había estado en la toma del Palacio y que nunca más habían tenido información acerca de su paradero ni de su vida.
“Me tocó empezar a golpear puertas porque nadie me daba información sobre mi hermano, nadie sabía nada y quienes estaban vivos del M-19 no querían hablar del tema por miedo. Además, cuando pasó lo del Palacio yo tenía como 14 años, entonces eso también complicaba las cosas”.
Cualquier situación que implique la pérdida de un familiar, es terrible para su núcleo, sobre todo por las consecuencias que estos hechos puedan llegar a causar. Tras la pérdida de sus hermanos, la mamá de María Teresa tiene Alzheimer. La búsqueda que hizo por encontrar a su hermano fue inclaudicable: “Año tras año, en el aniversario de la toma del Palacio, yo leía notas periodísticas, artículos, veía televisión, buscaba por internet, miraba las listas y nunca tenía ninguna respuesta, hasta que dentro de unas cajitas que nos mandaban, había una carta y en esa carta estaba la letra de mi hermano, pero la firmaba ‘Antonio’, entonces empecé fue a preguntar por Antonio”.
Por fin había rastros de Leandro, la verdad cada vez se acercaba más, sin embargo, el miedo y la angustia de María Teresa no paraban. Cuenta ella que un día estaba viendo televisión y en el noticiero de medio día, en un reconocido canal, mostraron una foto de su hermano con un titular sensacionalista: “varios guerrilleros murieron con tiros de gracia”. Esto salió a la luz el 25 de enero de 2012 y habla sobre el caso de los desaparecidos, especialmente a guerrilleros del M-19 que habían sido ejecutados.
“Primero estuve en la Unidad de Víctimas, ahí me dijeron que no sabían nada, pero yo necesitaba encontrar los restos de mi hermano; empecé a hablar de nuevo con militantes del M-19 ya con un poco más de información y me contactaron con María Fernanda Molina, quien también estaba buscando a su hermano, y ella me puso en contacto con la Fundación Hasta Encontrarlos y continuamos la búsqueda juntos y empezamos a trabajar en red con el Colectivo José Alvear Restrepo entonces empezamos a buscar entre todos a mi hermano y al hermano de María Fernanda”.
Una historia sin fin
“En la primera audiencia donde me muestran las imágenes de los restos, donde la parte izquierda está expuesta al fuego, donde por su color de huesos, se sabe que lo mataron con tiros de gracia”. En Colombia muchas de las personas que han tenido episodios de violencia, siguen como si nada hubiese pasado ya sea por la realidad de su entorno o por su crianza, lo que lleva a que cada vez más la salud mental de estas se vea afectada, intentando olvidar algo que pasó frente a sus ojos.
“Mi mamá pasaba de querer buscar a sus hijos todo el día a no querer hacer nada. Nunca supe qué era lo que la detenía, pero sí vivimos una época muy fuerte porque donde yo vivía había muchas personas que se fueron para el M-19 y las mataron. Tuvimos la cuadra militarizada por mucho tiempo y esto no es sano para la salud mental de nadie, tocaba pedir permiso para salir”.
Hay muchas personas que tienen familiares dadas por desaparecidas pero que no se atreven a emprender la búsqueda. “Yo quería buscar a mi hermano porque uno tiene que cerrar un ciclo en su vida, no lo entendía mucho, pero las condiciones mentales de mi mamá, en parte tienen que ver por la desaparición de sus hijos porque ella sentía culpa por esto que estaba pasando. Mi ejercicio es encontrar los restos de mi hermano”.
Los cráneos dicen mucho
Muchos encuentros forenses se hacen gracias a los cráneos de las personas, ya sea por la forma de sus dientes, la ubicación de sus ojos, el tamaño de la frente, etc. Como dice en la noticia del medio de comunicación, muchos de estos guerrilleros fueron asesinados con tiros de gracia.
“Cuando estábamos buscando a Leandro, nos encontramos con la sorpresa que había unos restos que habían sido entregados y que no correspondían a las familias, nos entregaban eran cajas con sus restos y luego nos dimos cuenta que no estaban completos los huesos y que estaban revueltos con quienes murieron en Armero. Eso lo que demuestra es que quería hacer un ocultamiento de algo. Por ejemplo, dentro de los restos de mi hermano no está el cráneo”.
La búsqueda de personas dadas por desaparecidas es un ejercicio que debe tener una seriedad profesional y política, es un enfrentamiento con la verdad, pero por la forma como se manejan las cosas en Colombia, es probable que además de buscar el ocultamiento de algo, como lo dice María Teresa, se esté buscando ralentizar el proceso con el fin de disminuir cargos o simplemente atrasar los procesos para que no haya una reparación completa.
Perdón – inhumación
Hasta que no haya reconocimiento por parte del Ejército Nacional y hasta que no cuenten la verdad no va a haber un proceso de reconciliación, de justicia, ni de reparación. Hasta el momento no ha habido reconocimiento. “Nosotros seguimos pidiendo que sean capaces de decir la verdad”, dice María Teresa.
Para que haya una reparación verdadera, se necesita que el Ejército y las instituciones involucradas en diferentes procesos violentos en Colombia hablen y entiendan la importancia de decir la verdad, sobre todo para quienes han perdido a sus seres queridos a manos de estos actores.
El 20 de abril se va a hacer el proceso de inhumación de Leandro Jesús Molina Pinto como acto simbólico para su familia en el contexto de restitución de su cuerpo al seno familiar. Pero aún falta el cráneo, es decir, que la búsqueda continua.