Se nota la ausencia de Jaime

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Jaime Pardo Leal y Aída Avella en 1984, en acto de desagravio organizado por Fenaltrase ante decisión del Tribunal Superior de Bogotá de excluir a Jaime Pardo de sus funciones como juez. Foto Archivo.

Aída Avella Esquivel
@AidaAvellaE 

El 11 de octubre de 2017 se cumplen 30 años del aleve asesinato del candidato presidencial de la UP, Jaime Pardo Leal. En el hecho participaron miembros de la Brigada 13 del Ejército, utilizando un helicóptero. Antes de su muerte, lo sacaron del Tribunal Superior de Bogotá – Sala Penal, los magistrados “liberales”, sus más encarnizados enemigos. No podían resistir que un magistrado, fuera el fundador de Asonal- Judicial, sindicato de la rama, tampoco resistían su capacidad intelectual, su honradez a toda prueba y su militancia en la izquierda.

Este año lo recordamos especialmente. En todo este tiempo las universidades han sido privadas de las clases magistrales, pero sobre todo de su ejemplo. En tiempos en que la cúpula de la Justicia se debate en una enorme corrupción, figuras como Jaime Pardo Leal, brillan con luz propia. Se extraña como nunca, se valora y se nota su ausencia.

Con su muerte sufrieron sus familiares. Su madre quien aún vivía, su esposa Gloria, quien a cada momento lo recuerda, sus cuatro hijos herederos de la inteligencia de la pareja salieron adelante y hoy son brillantes profesionales, a pesar de toda la incertidumbre, del dolor, de las dificultades derivadas de la muerte violenta contra su padre.

Sufrimos también todos sus amigos del movimiento sindical. Dejamos de escuchar su voz en la primera llamada que entraba casi diariamente a la Federación de Trabajadores del Estado, Fenaltrase, de la cual fue su vicepresidente. Nos privaron de sus lecciones en derecho, de su fortaleza, de su desbordante oratoria, de su permanente defensa de los desprotegidos.

Dejó un vacío profundo en sus compañeros de la Rama Judicial, quienes sienten su ausencia cada día, donde lo reconocen aún los más jóvenes, los que escuchan sus disertaciones grabadas y reconstruyen su imagen basada en los testimonios de quienes lo acompañaron en la construcción de la Asociación de Trabajadores de la Justicia.

Jaime es un símbolo de la lucha por un país mejor. Militante del Partido Comunista e incansable trabajador por la paz. Denunció el terrorismo de Estado a través no solo de muchos elementos de las Fuerzas Militares, sino de ministros y otros agentes estatales comprometidos en los asesinatos de la Unión Patriótica. Hoy en medio de la masacre de Estado en Tumaco, recordamos a Jaime y sus denuncias. Las masacres a manos de la fuerza pública siempre han pasado en Colombia.

Toda su vida fue un rebelde, soñó una patria para todos, más justa y democrática. Si esa generación hubiera podido vivir, este país hubiera cambiado hace mucho rato, pero la mano de los que asesinaron a Gaitán fueron los mismos que se llevaron la vida de Jaime y los que siguen aniquilando a los líderes sociales a lo largo y ancho de Colombia. Qué gran responsabilidad tiene “la clase mala que ha dirigido a Colombia”.