Durante años, miles de mujeres se exponen a químicos y a largas jornadas laborales, en los cultivos de flores para exportación, solo a cambio del salario mínimo. Las altas utilidades que dejan a empresarios no redundan en calidad y seguridad en sus trabajos
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@Aurelianolatino
Más de 35 mil toneladas de flores fueron exportadas por Colombia a Estados Unidos, especialmente a Miami, en la temporada de San Valentín 2019, según la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores, Asocolflores.
La cifra es tres veces superior comparada con los envíos en temporada normal, según reveló este gremio a medios de comunicación, lo que representa un impacto positivo para el sector, ya que -según ellos-, generaron alrededor de 18 mil empleos adicionales.
El presidente de la Asociación, Augusto Solano, dijo que las ventas fueron superiores, entre otras cosas porque en esta oportunidad la fecha de San Valentín se celebró un jueves, lo que es positivo teniendo en cuenta que entre miércoles y viernes hay una mayor demanda de compra en ese país norteamericano.
“Cada año, la temporada de San Valentín en Colombia supone un reto para los diferentes actores que participan en la producción y logística del envío de flores”, anotó el representante de este gremio.
Las espinas
Pero, la rimbombancia de las cifras de los exportadores no se traduce en bienestar laboral para miles de trabajadoras, quienes deben estar bajo los invernaderos con extensas jornadas y miserables salarios.
Para la muestra un botón. Las 500 obreras de la finca Mercedes S.A., ubicada en Facatativá, Cundinamarca, deben laborar largos turnos, en las temporadas poscosecha. Este año, desde la primera semana de enero y hasta el 10 de febrero, ellas iniciaban su horario a las 6 de la mañana para culminarlo mínimo a las 8, 9 o 10 de la noche.
Y aunque les pagan horas extras, no les dan la oportunidad de escoger si quieren laborarlas o no. “Son horas extras obligatorias. No es que la gente diga yo quiero trabajar o no. No pueden decir ‘trabajo mis ochos horas y me voy’. No. En las horas extras se quedan o se quedan. Y muchas veces no les pagan esas horas, se les pierden, las embolatan y finalmente no se las pagan todas. Les dicen que después, que después y finalmente no se las pagan completas”, explicó a VOZ, Liliana Bernal, quien lleva 25 años trabajando en esta finca, reubicada por enfermedad laboral y quien pertenece a la Organización Nacional de los Obreros Trabajadores de la Floricultura Colombiana, ONOF.
Estas mujeres, la gran mayoría cabezas de hogar, durante un mes abandonan a sus familias para dedicarse a las labores de terminado y clasificación de las flores. “Todo el día se hace el mismo trabajo. Les piden un rendimiento mínimo de 20 o 24 ramos por hora, lo que equivale a 650 flores clasificadas”, detalló la trabajadora consultada.
En la finca Mercedes, de las 500 trabajadoras solo 150 cuentan con un contrato laboral a término indefinido. Otras a término fijo y más de 200 están de manera tercerizada. Todas con un salario de $828.116, es decir el salario mínimo, algunas de ellas con 29 años de antigüedad.
Más abusos
En documento de Sinaltrainal en el que se analiza esta problemática, se expresa que en las temporadas altas de consumo de flores, como San Valentín o el Día de las Madres, se emplean alrededor de 140 mil personas en este sector entre obreros y obreras directas e indirectas. “Para las fechas de pico, cosecha o temporada se abre la brecha de contratación de personal de manera amplia por 1, 2, 3 y 4 meses sin ninguna seguridad o garantía de estabilidad laboral, con grandes contingentes de personal traído de las costas colombianas o lugares apartados donde no hay empleo, para este año de trabajadoras de Venezuela, quienes se quedan por un par de meses laborando en condiciones infrahumanas (dormitorios en conteiner), una vez concluida la temporada muchas optan por quedarse a deambular en la Sabana de Bogotá y a sobrevivir”.
En la Sabana de Bogotá el 63% del personal total que trabaja en los cultivos de flores son mujeres, desde el inicio en que se impusieron estos cultivos hace 60 años se descubre que las mujeres y más las mujeres jóvenes tienen la agilidad y la destreza en las manos femeninas.
“En las mujeres el temple y sensibilidad es fuerte, cálido y delicado a la hora de manejar y atender a millones de flores de exportación. Queda muy cómodo y patriarcal y hasta por tradición relacionar a las mujeres al momento que se les regala rosas u otro tipo de flores (sin espinas) para expresar un sentimiento o algo semejante. Lo real y propio del sector floricultor es contratar a las mujeres con las características mencionadas para que manejen miles de flores y rosas con muchas espinas y químicos, para que las organicen, es decir ponerlas más bonitas (clasificarlas), dejarlas sin espinas para que sean las mejores en el mercado internacional, es así que la llegada de muchas flores y rosas… a manos de mujeres trabajadoras no es nada especial, es todo un arte la elaboración de buqués y la clasificación de las flores y rosas, resultó ser muy atractiva la mano de obra femenina”, explica el informe de Sinaltrainal.
Por si fuera poco, estas trabajadoras son víctimas de discriminación, cuando en muchas empresas les piden pruebas de embarazo o se las realizan sin consentimiento, para poder vincularlas de manera tercerizada. Además, tienen prelación aquellas que no tienen hijos, o las que tienen menos; esto sin pormenorizar los abusos como acoso laboral y sexual de los que son víctimas por parte de supervisores y empresarios.
Exigencias
Por otra parte, la Corporación Cactus, organización dedicada al estudio de la problemática generadas alrededor de la producción y comercialización de flores cortadas para exportación, especialmente en la Sabana de Bogotá, expresó: “La historia de cada año presenta que la temporada de San Valentín para las empresas representa un aumento en sus utilidades en un 10%, unos 550 millones de tallos para exportación este año, que representan el 35% de las ventas totales anuales; esto para los trabajadores son unos pesos más, producto de las extenuantes jornadas de hasta 16 horas diarias de labor”.
Por lo anterior, exigen 1. No a la sobrecarga laboral: Está demostrado que esta situación disminuye la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras, es un factor de riesgo psicosocial (estrés, desgaste físico y emocional, enfermedades mentales) y produce más riesgos de accidentes en el trabajo.
- No a la subcontratación laboral: Una parte importante del sector floricultor se caracteriza por contratar personal a través de intermediarios o temporales y contratistas; con esta práctica las empresas evaden las leyes laborales y sus responsabilidades con las y los trabajadores. Exigimos contratación directa y a término indefinido para todos y todas las personas que venden su fuerza de trabajo.
Y, 3. Derecho de asociación: Consiste en la facultad de unirse y formar grupos, asociaciones u organizaciones con el objetivo de defender nuestros derechos como trabajadores y trabajadoras.
Condiciones estas, que debe tener cualquier trabajador, de cualquier sector económico en un país medianamente democrático.