Rompiendo la anomalía

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Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

Hace veinte años Álvaro Vásquez, recordado ideólogo y dirigente del Partido Comunista Colombiano, señalaba que Colombia caminaba en la “dirección del cangrejo”, en relación con los cambios políticos que se daban en América latina, donde avanzaban procesos políticos de renovación democrática, de integración solidaria y de búsqueda de salidas políticas a los conflictos y las guerras, tanto en la región como en el mundo.

Vásquez lo expresó en diversas conferencias y en algunos escritos, uno de estos es el libro De la Resistencia a la alternativa, publicado por Ediciones Izquierda Viva en el año 2004. Eran los tiempos del primer gobierno de Álvaro Uribe, del “embrujo autoritario”, la negativa a cualquier salida política, la profundización y extensión de la guerra, y la asignación a Colombia del papel de cabeza de playa de los proyectos imperialistas de desestabilización, sabotaje y confrontación de los procesos regionales transformadores, especialmente contra la Venezuela bolivariana.

En este momento, el discurso de Colombia estaba en sintonía con lo más reaccionario de las soflamas ultra neoliberales y cavernarias de la derecha latinoamericana y europea. No solo éramos una anomalía en el continente, como lo señalaba Álvaro Vásquez, sino una vergüenza en los escenarios internacionales, situación que se reeditaría con el oscuro gobierno de Iván Duque.

Colombia tiene hoy un nuevo posicionamiento en los escenarios internacionales, con un discurso en plena sintonía con los sectores más avanzados y progresistas del pensamiento, con propuestas que son asumidas y valoradas, y con un liderazgo por parte del presidente Gustavo Petro; ampliamente reconocido por la izquierda latinoamericana y europea. Hablamos del papel positivo que juega Colombia en la búsqueda humanista a problemas como el de la masiva y tormentosa inmigración de latinoamericanos hacía los Estados Unidos, tal como se reflejó en su activa participación en la reciente Cumbre de Palenque, que discutió salidas viables a una creciente inmigración irregular, la cual es tratada violentamente por Estados Unidos.

América Latina busca alternativas diferentes a la militarización de las fronteras y la criminalización de la inmigración como lo hace la Unión Europea. Igual protagonismo juega Colombia en otros escenarios donde se debate sobre la defensa de la Amazonía, la superación de la crisis política venezolana, el rechazo de los bloqueos y sanciones unilaterales, arbitrarios, ilegales y con clara carga política e ideológica.

Y, finalmente, y con inmensa claridad, debemos reconocer, destacar y sentirnos orgullosos por la función desempeñada por Colombia ante el brutal genocidio contra el pueblo de Palestina perpetrado por el sionismo israelita; viejo aliado de la ultraderecha colombiana, alianza profundizada durante los gobiernos de Uribe y de Duque. La solidaridad internacionalista con los pueblos oprimidos no podía estar ausente del proyecto humanista de cambio y reforma que lidera el Pacto Histórico.

“Cuando algún día nuestros hijos lo estudien, lo lean, sabrán que, Colombia no estuvo al lado de los genocidas, que su gobierno se paró de frente a denunciar, que llevó alimento y que estuvo al lado del humilde, del niño que se iba a la eternidad, que estuvo al lado de los padres y madres que lloraban. Que no nos asustó el banquero, el dueño del dinero amigo del genocida, sino que tendimos la mano al del harapo, al que difícilmente sobrevivía, a la muchacha que lloraba, a la vida”, afirmó Gustavo Petro.

Así es presidente, estamos en el lado correcto de la historia.