Revelaciones al final de una guerra

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Interrogantes al libro de Humberto de la Calle, Revelaciones al final de una guerra. Ediciones Debate. Bogotá 2018

José Ramón Llanos

–¿Qué encontrará el lector en el libro Revelaciones al final de una guerra?

–Esta es una narración absolutamente veraz. ¿Qué quiere decir esto? Que aquí todo que se escribe corresponde de manera fiel a los hechos que viví y como los viví…logramos poner punto final a la confrontación con las FARC, después de más de medio siglo de hostilidades y con un registro oficial de víctimas, en su mayor parte civiles, que supera los ocho millones de personas.

–¿Es posible caracterizar las acciones y el modus operandi de las FARC durante los diálogos de paz en La Habana?

–Unos rasgos de las FARC que vale la pena resaltar fueron la disciplina, el tesón y la capacidad de estudio de sus propuestas y posiciones. Muy de mañana, cuando todavía no clareaba el sol, se les veía desfilar con cuaderno en mano, como escolares, para reunirse… a preparar sus documentos.

–¿Entonces por qué los medios de comunicación enemigos del proceso presentaron a los dirigentes de la FARC, como bebedores de whiskys?

–Fue una vil explotación que cayó en el terreno abonado del odio y el desprecio de los colombianos hacia la guerrilla. Lo cierto es que como cualquier ser humano, todos teníamos nuestros momentos de descanso. Bien pocos, por cierto. Pero, al contrario de lo que sugiere el catamarán, se distinguió por su severidad y la dureza de su  método de trabajo.

–¿Cómo valora la pérdida del plebiscito?

–En efecto, lo que se perdió el 2 de octubre no solo fue el plebiscito sobre el Acuerdo. Se perdieron varios plebiscitos en una respuesta sincrética que, dada esta modalidad de consulta, se torna inevitable. Perdió el Gobierno, perdió el proceso de modernización gestado en la Constitución de 1991, retrotrayendo las cuestiones morales a una visión extrema, perdieron las minorías y perdió la visión abierta y liberal de la sociedad colombiana. La derrota del plebiscito fue fatal para la marcha del proceso.

–¿El acuerdo de paz, constituye plena garantía de la paz que el país requiere?

–Más allá de las discusiones de carácter jurídico, político y presupuestal, incluso más allá del Acuerdo mismo, entendido este como oportunidad, debo reiterar algo: la verdadera carnadura de la paz depende de la manera como esta sociedad afronte los desafíos de fondo. El verdadero gran reto es el de lograr aminorar   de manera sustancial la profunda inequidad de la sociedad colombiana…. Nuestra sociedad ha sido tolerante en extremo con profundas injusticias.

–¿Qué debemos hacer para lograr una gran equidad?

–Es preciso alentar la idea de poner primero a los pobres, esta noción refleja el cambio de enfoque que considero que la política requiere. Se trata de adoptar criterios de decisión a la hora de financiar programas estatales en función de su impacto positivo para la población vulnerable….La llave está en la configuración de un poder más incluyente.

–Debido a las críticas ponzoñosas del Centro Democrático en contra del rol desempeñado por el autor del libro en el proceso de paz de La Habana, ¿qué le responde?

–…No necesito excusas mecánicas para decir que moriré con el convencimiento de haber hecho lo correcto, de haber contribuido a salvar muchas vidas, y con la certeza de que no se le entregó el país a la guerrilla. Y también que cada frase del Acuerdo del Teatro Colón fue esencial para que esa guerrilla, dejara las armas, ingresara a la vida política y se creara esa amplia avenida para no malograr lo obtenido.