Pocas son las africanas que han llegado lejos al participar en la política de sus correspondientes lugares de origen, tal es el caso de Sahlework Zewde, defensora de los derechos de las mujeres
Renata Cabrales
@RENATARELATA
“Necesitamos construir una sociedad que rechace la opresión hacia las mujeres”, fueron las primeras pistas que dio sobre lo que será su mandato con enfoque de género, Sahlework Zewde, luego de ser elegida, durante una sesión conjunta de las dos cámaras del parlamento, como primera mujer jefa de Etiopía. Nacida el 21 de febrero de 1950 en Adís Abeba, Zewde es ahora la única mujer mandataria en todo el continente africano. “Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir”, continuó diciendo la nueva jefa de Estado de uno de los países más desiguales del mundo.
Una reconocida trayectoria
La nueva presidenta de la República Federal de Etiopía (RDFE) desde el pasado 25 de octubre, es acreedora de una larga y reconocida carrera diplomática, fue, además, directora general de la ONU en Nairobi y luego pasó a ser la representante especial del secretario general de las Naciones Unidas ante la UA (Unión Africana), António Guterres.
Esta admirable mujer ha desempeñado diferentes cargos de responsabilidad que van desde la jefatura de un proyecto de paz en la República Centroafricana a labores de representación en la Unesco. Siendo diplomática etíope, fue también directora general de Asuntos Africanos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país, asimismo, fue embajadora de Etiopía en Francia y Yibuti. Su nombramiento se dio luego de la dimisión de su predecesor, Malutu Teshone.
Una reforma histórica
Esta histórica elección se llevó a cabo justo una semana después de que el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, autorizara la nueva y ejemplar reforma de su gabinete en la que establecía que la mitad estuviera ocupado por mujeres. Es así como, desde entonces, hace apenas unos días, 10 de los 20 miembros del nuevo Gobierno de Etiopía son mujeres, incluida la ministra de Defensa, cargo que, históricamente solo podía ser desempeñado por hombres.
Las mujeres de Etiopía: grandes retos
La mayoría de los países africanos son conocidos por sus prácticas culturales patriarcales que imponen barreras a las mujeres para desempeñarse en la vida política. Las mujeres que se atreven a romper los esquemas tradicionales que se les imponen, suelen ser intimidadas con acoso y violencia machista.
Son pocas las que han dado el paso y que han llegado muy lejos al tomar la difícil decisión de luchar contra lo establecido, se destacan por ejemplo, la premio Nobel de Paz, Ellen Johnson-Sirleaf, primera mujer presidenta en África, gobernó Liberia entre 2006 y 2018 y Joyce Banda, segunda mujer con el cargo de mandataria en el continente y primera en su país, Malaui, de 2012 a 2014.
Las problemáticas de las mujeres etíopes
No son pocos los retos que debe asumir la nueva presidenta de uno de los países más injustos para las mujeres, pues a lo largo de casi todo el continente africano son ellas quienes llevan a cabo los trabajos más arduos, con el fin de sostener a las familias y así mismo, la economía del país. Ellas se hacen cargo, en mayor medida, de la producción agrícola y ganadera; de la economía del cuidado y, con los niños y las niñas, quienes trabajan desde muy temprana edad, caminan durante horas para llevar agua potable a sus hogares, lo cual constituye un trabajo pesado para ellas y para los menores, que por este motivo, no pueden asistir a la escuela.
Debido a los largos trayectos que transitan a diario para realizar estas labores, las mujeres se exponen al peligro de ser atacadas por animales salvajes y a padecer diferentes tipos de accidentes y enfermedades.
Bastante conocida es también una de las prácticas ancestrales más atroces a las que las niñas en la etapa de la pubertad son sometidas y es la mutilación genital o ablación, cuyo único fin es cohibir a las mujeres del deseo sexual y asimismo lesiones que produce pueden provocar grandes infecciones e incluso la muerte. Aunque esta práctica ya es prohibida en el país, hay quienes aún la llevan a cabo, sobre todo, en zonas rurales, donde las mujeres, siempre están más desprotegidas.
Por otro lado, las mujeres etíopes no tienen derecho a la tierra, pero se espera de ellas que cumplan con todo el trabajo agrícola que esta amerita para fortalecer la economía.