José Ramón Llanos
La presentación en la Feria del libro, de Crónicas Amargas, obra póstuma de Armando Orozco, constituyó un gran ritual estético- emotivo. Quienes presentaron el texto no solo destacaron la calidad estética de la obra, sino que abundaron en la riqueza afectiva y solidaria del cronista, poeta y gran dibujante, autor de Asumir el tiempo. En un texto breve, el intelectual y gran amigo de Armando, Mario Méndez acertadamente caracterizó así la obra del poeta de Alegría del Pío: “Armando paría crónicas llenas de paisajes geográficos y sociales que le daban al género una clara personalidad: su desparpajo inteligente, su pincelada de plumillista sobre el espacio del texto, como lo hacía igualmente sobre el lienzo”.
La poeta María Isabel García Mayorca, esposa de Armando, realizó una semblanza de su obra y de su personalidad, entre otras caracterizaciones anotó la siguiente: “Armando no se queda en el narrar de manera objetiva lo acontecido, ejerce en este contar un pensamiento crítico y valorativo, en ocasiones nutrido por una percepción perspicaz del mundo, de sus circunstancias, sus hechos y su devenir histórico. Acomete temas donde aflora su sensibilidad frente a la lealtad, el reconocimiento, el amor, el deseo, la muerte, la gratitud, las personas del mundo poético, político y social en el que se desenvuelve. Enmarcados desde una temporalidad y de una apropiación factual sin dejar a un lado los elementos poéticos para expresar lo vivido, lo vivencial, describiendo atmósferas, algunas sutiles, otras encendidas, si así lo amerita la aprehensión que hacía del escenario que deseaba testimoniar”.
Los asistentes quedaron emocionalmente impresionados por el contenido de la carta de la profesora de periodismo en la Universidad de La Habana, la doctora Miriam Rodríguez Betancourt, quien fuera maestra de Armando e Isabel, y desde Marianao envió la carta que Isabel compartió con el público. Lo cual hizo posible que el auditorio se enterara de la admiración y afecto que le deparó al discípulo colombiano desde los años setenta, época de permanencia de Armando en la Isla de la Libertad.
Miriam Rodríguez, culminó su carta con un párrafo de excelente factura literaria y de plenitud afectiva: “Han pasado más de cuarenta años de nuestros primeros encuentros en la Universidad de La Habana aún sigo viendo a Isabel y Armando, agitando sus manos, pero no en señal de despedida, que en realidad nunca la hubo, sino como símbolo de una amistad genuina, y por eso, vencedora de la distancia. Así lo entendió siempre mi inolvidable camarada Armando Orozco, vivo en mi memoria y en el cálido fluir del tiempo”.
El libro Crónicas Amargas, impecablemente editado por la Corporación Cultural Alejandría, lo dedicó Armando Orozco a su profesora Miriam Rodríguez Betancourt. En el lanzamiento en la Feria, estuvo presente la editora Francia Blanco Pedrosa.