Siguen los asesinatos de Estado
Se llamaba Luis Orlando Saiz, era un joven trabajador de una fábrica de carrocerías de Duitama, Boyacá y el pasado 12 de julio, como lo hacía todos los días, pasó por el sector de la carrera 42 con la avenida Las Américas. Allí se hallaban concentrados los camioneros quienes completaban 35 días de paro, exigiéndole al Gobierno nacional garantías para el desarrollo de su labor.
A Luis Orlando le disparó el Esmad en su rostro, sin mediar palabra. “Los señores del Esmad se nos acercaron. Él estaba hablando por celular y yo vi cuando el agente del Esmad le hizo el disparo -a un metro y medio de distancia- en la cara. No lo vi solo yo, sino todas las personas que estaban ahí”, aseguró uno de los testigos a los medios de comunicación, mientras otro afirmaba que el número del agente que disparó era el 473.
Luis Orlando murió producto del impacto que le perforó el cráneo. Su cuerpo quedó tendido inerte sobre la vía mientras el Esmad se dispersaba disparando gases sobre los presentes. El subdirector de la Policía, el general Ricardo Alberto Restrepo, aseguró a los medios de comunicación que Luis “estaba en la refriega, y eso está comprobado”. Pero la pregunta no es si estaba o no, la pregunta es, ¿quién le quitó la vida, y por qué?
Mientras el general Restrepo insistía en que no había sido ningún miembro de su escuadrón de policías, en medios de comunicación se insinuaba que Luis, era estudiante de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y que habría muerto producto de la manipulación de un explosivo.
No hay dudas…
Dos días después de la muerte del joven, el director de Medicina Legal, Carlos Valdés, aseguró en rueda de prensa que la muerte de Luis Orlando Saiz, fue producto de un impacto de una granada de gas. Y que Luis, murió “por trauma craneoencefálico severo producido por impacto de proyectil de alta velocidad lacrimógeno, es decir, por el impacto de una granada lacrimógena a nivel cráneo encefálico”.
También se aseguró que “no hay ninguna evidencia de pólvora en el cuerpo, como tampoco heridas diferentes a la que le produjo la muerte”.
Su familia y la ciudadanía en general, exigen justicia ante el cruel asesinato del joven. Exigen que se desmonte el Esmad, que hoy suma uno más a la lista de asesinados, sin que hasta ahora se vea una voluntad estatal para frenar las acciones bélicas y desmedidas contra la población.