
Ausencia de elementos de calidad para protección personal, largos turnos, despidos por protestar y renuncias masivas hacen parte de la cotidianidad de esta institución, que se convierte en una muestra de lo que sucede en todo el país
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@Aurelianolatino
Justo cuando terminaron su jornada laboral, ocho médicos de la Clínica El Bosque en Cartagena recibieron en su correo electrónico una carta de despido por parte de la administración de esa entidad. Al siguiente día, 29 de abril, llegaron más comunicaciones con la misma decisión para otros cinco galenos.
En solidaridad con los despedidos, el 30 en horas de la noche, 29 médicos enviaron su misiva de renuncia. El Primero de Mayo el personal médico hizo una reunión en las afueras de la clínica y la doctora Lina Rodríguez, directora médica de la entidad les ofreció una conciliación en la que anulaba los despidos y no aceptaba las renuncias. Todo, en aras de retornar a la normalidad.
Los afectados exigieron una explicación ante la medida, pero no obtuvieron respuesta: “Deducimos que es por haber protestado semanas antes en conjunto con las terapistas para pedir que garanticen los elementos de protección personal. Aunque hay una unidad Covid y los que están allá son quienes deben estar más protegidos, los que no estamos allá también estamos en alto riesgo y debemos protegernos”, dijo a VOZ el médico Francisco Manuel Polanco Stand, quien también aclaró que dentro de los despedidos están quienes lideraron la protestas.

Pero esta no ha sido la única renuncia masiva que se ha presentado en esa entidad en el contexto del confinamiento. El 21 de abril, 19 fisioterapeutas respiratorias lo habían hecho por la falta de elementos de protección. Cinco lo también lo habían hecho días antes. No obstante, con la mediación del Ministerio de Trabajo y con unos compromisos de la entidad, tres días después se reintegraron 17, aunque ante los incumplimientos se volvieron a ir.
“Nos habíamos ido porque la clínica no entrega los equipos de protección personal, nos suministraban equipos que no cumplen con las normas de calidad y los daban de forma incompleta. Volvimos porque intervino el Ministerio de Trabajo, quien ayudó a una conciliación y la administración de la clínica se comprometió a cumplir con los elementos de protección”, explica una fisioterapeuta que pidió la reserva de su nombre.
Sin embargo, tres días después del reintegro de las terapeutas, estas iniciaron nuevamente sus retiros. El 28 de abril ya habían desertado ocho. Esta vez fue por la sobrecarga laboral, pues al no retornar todas hubo más plazas por cubrir: “No pagan horas extras y nos tocaba laborar 45 o 50 horas más, gratis. Además, otro de los puntos era la forma de contratación ya que el contrato es por obra labor y el salario es el más bajo para fisioterapeutas de todas las clínicas”, explica la profesional.
Protección de baja calidad
Las fisioterapeutas están expuestas a un mayor riesgo por ser las encargadas de las vías respiratorias del paciente, de los manejos de los respiradores artificiales y tienen la responsabilidad de tomar las muestras a los sospechosos de Covid-19.
Por otra parte, según el médico Francisco Manuel Polanco, la administración de la entidad argumentó que los despidos de los galenos los hicieron por el cierre de servicios producto de la disminución de pacientes de hospitalización. Sin embargo: “Estamos recolectado las pruebas de que en estos días el flujo de pacientes ha sido normal. En mi piso hay capacidad para 22 pacientes y actualmente tengo 20. No hay una disminución significativa. Todo es por represalias por haber protestado”.
Aunque hay acuerdos con los médicos, no se han cumplido a cabalidad porque han tenido que comprar sus propios elementos de protección personal, pues, al igual que a las terapeutas, los que les dan no son de óptima calidad.

El Bosque. Según los galenos no cumplen con las exigencias.
Los abusos llegan al punto de que un médico que presentó sintomatología respiratoria se aisló por cinco días, aunque tuvo que regresar porque le estaban descontando los turnos. “No tenemos derecho a enfermarnos. Eso debe quedar como punto importante, que nos garanticen que estemos todos y con contratos fijos con garantías laborales, ya que ahora estamos un 90% por prestación de servicios”, dice Francisco.
La Clínica El Bosque de Cartagena cuenta con 80 médicos generales. Hay una gran cantidad en urgencias a quienes sí les proporcionan elementos de protección personal y muchos de ellos cuentan con contratos a término fijo. Las enfermeras están vinculadas mediante bolsas de empleo.
VOZ intentó en varias oportunidades comunicarse con la directora médica de la institución para conocer su versión de los hechos, pero no fue posible una declaración. La clínica tampoco ha emitido una comunicación explicando las irregularidades y su compromiso con superarlas.
En El Bosque se trabaja con una tensa relación entre el personal médico y su administración: “Todo es desde que está esta administración, cuando hicimos la primera protesta iban dos meses sin habernos pagado, tuvimos que acudir al Departamento Administrativo Distrital de Salud, Dadis, y en horas de la tarde del mismo día nos pagaron. Quiere decir que sí hay recursos”, señala el galeno.
La profesional renunció siendo madre cabeza de hogar con la responsabilidad de una niña que depende solo de ella. Aun así, expresa: “Prefiero estar sin trabajo, en mi casa sin contagiarme y contagiar a mi familia. Y aunque todos necesitamos porque tenemos compromisos, mi vida y mi salud no tienen precio”.
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