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Patricio Lumumba: La estrella a la que no se le permitió brillar

“¿Qué tan empobrecido tiene que estar un país para que no sea una amenaza para el gobierno de los Estados Unidos?” Gunter Grass

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Patricio Lumumba: “Hemos sufrido ironías, insultos y golpes día tras día, nada más porque somos negros…”.

Libardo Muñoz

Patricio Lumumba fue primer ministro del Congo, su país natal, una vez lograda la independencia de Bélgica, que lo sometía a la explotación de sus enormes recursos naturales.

El asesinato de Patricio Lumumba, ocurrido el 17 de enero de 1961, estremeció a la opinión mundial, por sus características atroces y por tratarse de un crimen de estado, auspiciado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, por los antiguos colonialistas belgas y los más tenebrosos agentes internos de la ultraderecha imperialista resentida por el desalojo del poder y sus ventajas de enriquecimiento personal.

Lumumba apenas logró desempeñar su cargo por tres meses, durante los cuales fue objeto de una campaña de desprestigio, calumnias y falsedades, orquestada por EE UU y sus medios periodísticos aliados en todo el mundo, que señalaban al joven líder anticolonialista de ser un agente comunista de gran peligrosidad.

Uno de sus biógrafos dio a Patricio Lumumba una definición de estremecedor y profundo contenido poético: “La estrella a la que no se le permitió brillar”.

Lumumba nació el 2 de julio de 1925, en el Congo Belga, actual República Democrática del Congo y durante un tiempo fue un brillante periodista que escribió artículos de contenido social para diferentes periódicos. Creó, con varios seguidores de sus planteamientos, el Movimiento Nacional Congolés (MNC) en Kinshasa, antigua Leopoldville, en 1958, con el cual empieza su actividad anticolonialista, denunciando ante el mundo los abusos de los belgas en su país.

Luchador infatigable

Bélgica concede al Congo la independencia el 30 de junio de 1960, aunque en el fondo lo que existía era una maniobra llena de falsedades para encubrir nuevas formas de dominación, con ayuda de EE UU y militares congoleses disfrazados de anticolonialistas.

Lumumba hace en ese momento una intervención de condena contra los atropellos belgas que afectaron la economía del país, víctima del saqueo incontrolado de los yacimientos mineros, verdadero interés del colonialismo multinacional.

Patricio Lumumba ganó las elecciones con su MNC y el 23 de junio de 1960 obtiene el cargo de primer ministro del Congo independiente.

Vendría una cadena de sabotajes contra Lumumba, quien bajo la presión de traidores nativos es destituido por el presidente Kasa-Vubu, quien lo pone bajo arresto domiciliario. Lumumba escapa pero unos esbirros lo siguen y lo detienen.

Fue enviado Lumumba a un campamento militar por orden de Mobutu. La CIA ordena de inmediato su asesinato para favorecer a la minería y a los grandes capitales belgas.

Al día siguiente del asesinato de Patricio Lumumba y de dos de sus ministros, los verdugos hicieron desaparecer sus restos en una atroz carnicería.

El anticomunismo vulgar

Los medios repetían a los cuatro vientos lo de siempre: Lumumba iba a dirigir al Congo hacia el “comunismo soviético”.

Se descubrió de manera irrefutable que la CIA y el gobierno colonialista de Bélgica dieron enormes cantidades de dólares, armas y pertrechos a los opositores de Lumumba, en especial a Mobutu.

La CIA orquestó su acción con el episodio de la presencia del Che y un grupo de combatientes cubanos en el Congo (1965), que les quedaba como anillo al dedo para crear un clima de guerra en ese país.

La orden de matar a Patricio Lumumba fue impartida por el entonces presidente de EE UU, Dwight Eisenhower. La operación se le encomendó a la CIA y la dirigió el agente Frank Carlucci, quien años más tarde fue secretario de Defensa del gobierno de Reagan.

Lumumba fue atado a un árbol, en un terreno deshabitado, en la oscuridad de una noche, el 17 de enero de 1961, apenas iluminada por las luces de unos carros en que se habían transportado los asesinos con su víctima.

Cuatro mercenarios, armados de fusiles FAL, dispararon repetidas veces sobre Patricio Lumumba, quien a duras penas pudo caminar hasta el punto de la ejecución por efectos de las torturas.

El cuerpo de Lumumba fue sumergido en ácido sulfúrico para desaparecerlo, algunos restos los esparcieron mientras emisoras de radio y periódicos pro colonialistas difundían la especie de que al líder congolés lo habían matado “unos campesinos”.

En 2001, el parlamento belga reconoció haber participado en la coautoría del asesinato de Patricio Lumumba.

Patricio Lumumba.
Patricio Lumumba.

“Nada me ha doblegado”

Días antes de su muerte, Lumumba escribió a su esposa una carta, que hoy es documento conservado para conocimiento de las nuevas generaciones: “Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados”.

Ante el rey belga Balduino I, en Leopoldville, en la proclamación de independencia el 30 de julio de 1960, el primer ministro congolés, mártir y héroe nacional Patricio Lumumba, agarró el micrófono y ante los ojos del escandalizado monarca que esperaba una aclamación general dijo: “Durante los 80 años del gobierno colonial sufrimos tanto que todavía no podemos alejar las heridas de la memoria”.

“Nos han obligado a trabajar como esclavos, por salarios que ni siquiera nos permiten comer lo suficiente para ahuyentar el hambre o vestirnos, o encontrar vivienda, o criar a nuestros hijos como los seres queridos que son”.

“Hemos sufrido ironías, insultos y golpes día tras día, nada más porque somos negros…”

En realidad, no bastó la simple proclamación de la República del Congo.

Militares traidores controlaban el ejército congolés, la politiquería corrupta interna recibía gruesos fajos de dólares de la CIA, el imperialismo no descansaba, conspiraba en clubes, fiestas y banquetes, la prensa mentirosa occidental calumniaba al joven fundador del MNC.

Patricio Lumumba apenas sobrevivió 200 días después de su discurso célebre. El plan imperial era crear una nueva forma de neocolonialismo, una farsa de independencia, como diría uno de los neoliberales criollos en Colombia, “un capitalismo con rostro humano”.

Los EE.UU., la CIA, el viejo poder interno, lograron crear un caos indescriptible, los antiguos ocupantes del Congo se llevaron hasta las bisagras de las puertas, el proyecto era empobrecer al país para que sus nuevos héroes encabezados por Lumumba encontraran sólo ruina, desolación y hambre.

Lumumba abrió el sendero de unas luchas africanas que hoy se abren paso, en la geopolítica del continente más vilipendiado por los colonialistas, durante más de cien años de tropelías.

En el momento de su asesinato, Patricio Lumumba tenía 35 años de edad. Universidades, organizaciones de pensamiento libre, instituciones de defensa de los derechos humanos, llevan su nombre, como ejemplo al mundo de las luchas por la justicia social.

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