viernes, marzo 29, 2024
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Paramilitares y Estado, responsables de desgracias en Buenaventura

El puerto que será la entrada de Colombia al mercado asiático pasa por una crisis humanitaria que lleva décadas. Buenaventura visto como un negocio. La suerte del puerto más grande del Pacífico colombiano está en manos de la militarización, los herederos del paramilitarismo y los planes de la Alianza del Pacífico por convertir la ciudad en un parqueadero de buques y mercancías. Mientras el gobierno divulga estadísticas de supuesta superación de pobreza, la ciudad los aterriza a la realidad. Militarizar no es la solución. Un reflejo nacional

Redacción política

El pasado 20 de marzo la organización de derechos humanos Human Rights Watch dio a conocer un informe cuya conclusión es que los grupos paramilitares son, hoy por hoy, los responsables de la desaparición de residentes del puerto más importante del Pacífico. La violencia que vive Buenaventura, además de la indolencia estatal, ha provocado que los residentes abandonen sus humildes viviendas, convirtiéndose en el municipio con mayor desplazamiento forzado de Colombia.

En 2013 la violencia expulsó a más de 19 mil personas, el mayor registro de desplazamiento en cualquier departamento para el mismo año. Más de 150 casos por desaparición forzada fueron denunciados entre enero de 2010 y diciembre de 2013, cifra que duplica las reportadas en cualquier otro municipio en Colombia. El informe contiene una aterradora radiografía de una ciudad en manos de paramilitares que tienen a su servicio mafias para la criminalidad y el microtráfico en cada barrio y son los responsables de las desapariciones y descuartizamientos.

Las alertas

“En Buenaventura hay casas de pique”, afirmó monseñor Héctor Epalza Quintero, obispo de Buenaventura, emplazando al gobierno nacional a ser más eficientes contra el paramilitarismo. “La gente le cuenta a uno como a horas de la noche se oyen los gritos de las personas ‘¡No me maten, no me maten, no sean malos!’. A esas personas casi digamos las pican vivas”, confirmó el purpurado. Solamente un mes después de ser denunciadas estas prácticas las autoridades locales confirmaron lo que hasta ese momento consideraban hipótesis poco probable: las casas de pique sí existen.

Pero a pesar de los tozudos hechos, el ministro Juan Carlos Pinzón reclamó serenidad al referirse a ese fenómeno violento. En su reciente visita a la ciudad Pinzón dijo: “Denominar casa de pique como un hecho permanente o sostenido me parece que no es apropiado”. Sin embargo, las voces ciudadanas que logran ser escuchadas en algunos medios de comunicación y prefieren, por seguridad, salvaguardar su identidad, señalan que desde la aparición paramilitar en 1998 se conocen esas prácticas criminales de descuartizamiento: “no es de hoy lo que está pasando en la ciudad”.

Panorama desolador

Aunque el asunto ha sido denunciado mucho tiempo atrás, lo observado por organismos internacionales sorprende. La zozobra y el miedo acompañan como nunca antes a los habitantes del puerto. “La situación en Buenaventura es una de las más alarmantes que hemos observado en muchos años de trabajo en Colombia y la región”, así lo describió José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. Y añadió: “Tan sólo caminar por una calle equivocada puede provocar que uno sea secuestrado y desmembrado; por ende, no debería sorprendernos que los residentes huyan de a miles”.

La principal actividad comercial del puerto es la pesca. Su déficit educacional responde a un indicador evidente: la más alta formación educativa para los jóvenes son los 16 programas que ofrece el SENA. Sin educación y sin salud la pobreza se agudiza y a los primeros en golpear es la población más vulnerable. “Los negros ponen los muertos”, dicen. Las fuentes de empleo son precarias, los bonaverenses ven pasar la riqueza de Colombia exportada por el Pacífico y son testigos mudos de lo dejado por su puerto a la riqueza nacional, del orden de cuatro billones de pesos al producto interno bruto.

Complicidad oficial

Pero, ¿cuál es la razón que lleva a las autoridades nacionales a no atender la crisis humanitaria en el puerto? “Todos saben quiénes son, dónde están, pero tienen que callar”, comentan. Los Urabeños y la Empresa son los principales grupos paramilitares, descendientes del Bloque Calima, con presencia en la ciudad y son quienes, entre otras, restringen la circulación de los habitantes locales con el establecimiento de barreras invisibles.

Además reclutan niños, extorsionan a comerciantes y participan en actos aberrantes de violencia contra cualquier persona que se interponga a sus intereses. Dicen en el puerto que los enfrentamientos entre paramilitares no solo se dan en el campo de la guerra sino en el político, pues son capaces de disputarse la alcaldía del puerto.

No obstante, las acciones gubernamentales para erradicar los agudos problemas de uno de los puertos más importantes de Colombia son cantos a la bandera. Un despliegue de fuerza militar es la respuesta a los índices de pobreza, desempleo y miseria que registra esa zona del país. Al menos 200 efectivos policiales serán el refuerzo para el puerto, mientras que militares de la Armada Nacional realizarán operaciones de patrullaje terrestre y fluvial.

Pero toda esa intervención, que según el ministro Pinzón tiene poco más de 60 días de implementada en el plan de seguridad, arroja inanes resultados. Ningún jefe paramilitar que opera en la zona es capturado y ningún programa de gobierno para solucionar la miseria.

El presidente Juan Manuel Santos, en etapa preelectoral, llegó a Buenaventura y prometió la Agencia para el Desarrollo del Pacifico, con una inversión de 800 mil millones. Promesas que, dicen los citadinos, no son suficientes para superar décadas de atraso que lleva a cuestas el distrito portuario. “No pedimos que nos aumente Familias en Acción, pedimos soluciones concretas y derechos como todos los colombianos. Este municipio le produce riqueza a la Nación pero la Nación no revierte en el municipio”, dijeron voceros de la Arquidiócesis local.

Los negocios para Buenaventura

Los mayores índices de desplazamiento interno en Buenaventura se concentran en los barrios de la zona bajamar, cuya historia es escrita por pescadores desde hace 70 años, y curiosamente es la zona predispuesta por el gobierno nacional para la construcción de un parqueadero de contenedores en el llamado proyecto de expansión portuaria y la adecuación del malecón turístico. Para ello, se pretende desalojar de la zona al menos 3.400 familias. Adecuando el puerto para las necesidades del libre comercio.

Los bonaverenses poco entienden del entramado comercial que hay entre Chile, Perú y México para comunicar sus mercados con el continente asiático, pero tienen claro que nada de eso les servirá para soslayar su realidad sino tal vez para ahondar su crisis. Tan apáticos a la Alianza del Pacífico como lo son a las contiendas electorales. La mala suerte de ser una región rica en fauna y flora, pero también por estar ubicada en inigualable punto que el gobierno nacional ve y trata como un negocio al servicio de las transnacionales.

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