martes, abril 16, 2024
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“Para la paz hay que invertir más en salud y educación que en armas”

Entrevista con Luis Alberto González Rocha, juez de paz de la república

Luis Alberto González Rocha, juez de paz de la república. Foto Nelosi
Luis Alberto González Rocha, juez de paz de la república. Foto Nelosi

Nelson Lombana Silva

“Para hacer la paz en Colombia hay que invertir más en salud y educación que en armas”, afirma Luis Alberto González Rocha, juez de paz de la república y un profundo conocedor de los servicios públicos domiciliarios en la ciudad de Ibagué (Tolima).

Hace más de cuarenta años libra una casi solitaria lucha contra las infames arbitrariedades que a diario cometen las empresas que prestan estos servicios. No se da por vencido e insiste.

La página web www.pacocol.org quiso conocer su opinión sobre el proceso de paz que se adelanta actualmente en Colombia entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el presidente de Juan Manuel Santos Calderón. En medio de sus múltiples ocupaciones, la página pudo recopilar sus importantes opiniones.

—¿Cuál es su opinión sobre el proceso de paz que se adelanta en La Habana (Cuba) entre las FARC-EP y el gobierno Santos?

—Este es un conflicto nuestro. No necesitamos la interferencia de países para resolverlo. Vengo del sector rural y allí nunca ha habido presencia del Estado: las carreteras están en mal estado, la vivienda en precarias condiciones, vivimos en condiciones infrahumanas. En invierno los artículos que produce el campesino se pierden, porque no hay la forma de sacarlos al mercado.

Todos los productos que se producen como el plátano, la yuca, el maíz, el fríjol, se transporta a hombro o a lomo de mula. Los costos aumentan. La parte social en el campo es crítica. Por ejemplo, en los servicios públicos domiciliarios, las empresas están haciendo lo que se les da la gana. Se cae un poste y es la misma comunidad la que lo arregla porque la empresa no llega, ella llega puntual es a cobrar el recibo.

Cuando se va el fluido eléctrico a la empresa se le olvida la compensación como dice la ley. Nosotros los campesinos somos los que defendemos la naturaleza sembrando árboles, protegemos los ríos, las quebradas, pensando siempre en no contaminar el agua, pero quien saca partida de eso son las empresas y los más poderosos.

En el campo fue donde nació el conflicto. Éste no nació en la ciudad. Nosotros estamos atentos para que los diálogos de paz se concreten y sean una realidad. Necesitamos que el campo sea una empresa de todos, que vuelva a florecer. La problemática del campo es aguda. Por ejemplo, en estos momentos no resulta rentable sembrar café, porque en realidad tiene más costos que beneficios. ¿Para qué seguir trabajando a pérdida?

La salud es terrible. Una persona muere y nos coloca el Estado la partida de defunción que la debe dar un médico para poder hacer el entierro, y en el corregimiento no hay médico, entonces nos toca coger el cadáver llevarlo hasta una cabecera municipal, simplemente para que diga el médico lo que sabemos: Sí murió. Luego, regresarlo para el funeral. Todo eso implica un costo.

Lo seguro y fijo son los impuestos, no nos rebaja nada el Estado. Eso es grave y vale la pena discutir.

Así las cosas, para nosotros como pueblo, este proceso de paz es muy importante. Nosotros apoyamos el proceso de paz en el sector rural y estamos esperanzados en que con este proceso el campo vuelva a florecer. El campesino debe volver al campo y ver allí su futuro. Quien produce la comida para traer a la ciudad es el campesino, pero el Estado lo tiene abandonado.

La paz comienza en la familia. La paz es la capacidad que tenemos para resolver nuestros propios conflictos, los cuales se generan en la antidemocracia, la desigualdad social de un Estado corrupto y corrompido.

—¿Cuál cree usted que es el origen de este conflicto que ya supera los 50 años?

—El origen del conflicto es la inequidad, la injusticia, la corrupción. Colombia ha vivido hasta ahora siempre en conflicto. Al desconocerse o vulnerarse los derechos el pueblo tiene que gritar, protestar, movilizarse, porque los derechos humanos son de todos, no solamente de los ricos.

Estos derechos tenemos que pelear por defenderlos, difundirlos y hacerlos valer. El que tiene dinero o compra a su vecino la tierra o lo amenaza para apoderarse de ella. Así las cosas, el campesino tiene que vender o desplazarse. Así los terratenientes han amasado enormes extensiones de tierra.

La Justicia es un perro rabioso que muerde solo a los pobres. A eso hay que agregarle la impunidad que hay en Colombia. Una persona mata cien personas y lo condenan lo mismo del que asesina a una sola persona.

La Justicia es fuerte con el débil, pero muy débil con el fuerte. Solo un ejemplo: Los candidatos de derecha entran a los puestos públicos con una mano adelante y la otra atrás y salen de sus cargos con carro, beca, haciendas, casas y cuenta bancaria.

Hay que hallar el origen, pero también la solución. Creo que vamos por buen camino.

—¿Qué aspectos deben tener el gobierno y la insurgencia para que la paz sea una realidad para el pueblo colombiano?

—Lo fundamental es respetar y cumplir los acuerdos. En Colombia hay gente que no quiere la paz, porque viven de la guerra. El que tiene el monopolio de las armas no le interesará la paz, por ejemplo. Es increíble que en Colombia se gaste tanta plata en la guerra y tan poca en educación. De todas maneras, me parece que el proceso de paz va por buen camino. Veo el proceso con mucho optimismo.

—¿Qué posibilidades le ve usted a la conformación del Frente Amplio por la Paz, la democracia y la soberanía nacional?

—Iniciativa importantísima. Son iniciativas para tener siempre en cuenta. El frente nos permitiría unir a todos los que estamos por la paz. Todos unidos por la paz seríamos más fuertes y les cerraríamos el espacio a los negociantes de la guerra.

—¿Cuáles son los principales enemigos que tiene el proceso de paz de La Habana (Cuba)?

—El principal enemigo es ese grupo cerrado que vive de este horrible conflicto. Ese grupo que hace que el recurso de educación se desvíe y se malgaste comprando aviones y tanques de guerra. La paz es un derecho. La paz es de todos, no de ese grupo agresivo y violento que aparenta ser bueno.

—¿Cómo analiza usted la conducta del gobierno frente al proceso de paz?

—Eso merece un análisis. La presión es fuerte para que no haya paz. Los enemigos de la paz son muchos y fuertes. Sin embargo, es válido decir que si un Estado se arma es porque no se prepara para la paz sino para la guerra. Santos debiera entender que para hacer la paz hay que invertir más en educación y salud que en armas.

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