Nos sentimos afligidos por la pérdida del mundo que una vez conocimos, al tiempo que intentamos adaptarnos a la nueva vida del encierro. Para algunos, el viejo mundo ha muerto, pero no tenemos idea de cómo será el nuevo
Alberto Acevedo
Con la crisis del coronavirus, en el mundo se ha instalado una especie de histeria colectiva y el deterioro de la salud mental de las personas va en aumento. Sin embargo, las autoridades sanitarias no parecen preocuparse de manera sustancial por el fenómeno, seguramente arrastradas por las afugias de la atención prioritaria a quienes diariamente ingresan por montones a los hospitales, clínicas y centros de salud.
En los países en donde la pandemia ha hecho presencia con mayor fuerza, las medidas adoptadas por las autoridades son verdaderamente draconianas, con asilamiento de millones de personas, atención masiva en los hospitales, con el consiguiente registro de déficit de respiradores, camas hospitalarias, personal médico suficiente.
La rapidez con que se expande el virus y la inexistencia de recursos crean una situación de paroxismo. Durante las 24 horas del día la gente no habla de otra cosa, no piensa en otra cosa. Los noticieros de televisión, la radio y la prensa escrita, no informan de otra cosa. Es una situación inédita. VOZ misma, no había sostenido la vigencia de un tema, semana a semana, como en esta ocasión. El alud de datos provoca un shock mental, a lo que se suman las situaciones de soledad, miedo, la angustia de buena parte de la población que termina aceptando el confinamiento como única solución.
La curva sigue en ascenso
El desarrollo de la pandemia está generando en médicos y enfermeras un estado de agotamiento, de estrés, ante el aumento de las horas de trabajo, la falta de una vacuna, o una cura para el virus y la falta de elementos de bioseguridad. Ni siquiera hay suficientes tapabocas. Hay un deterioro de la salud mental del personal médico, y esto poco se menciona, no hay cifras que cuantifiquen el problema.
Se configura como una especie de cuadro propicio a la locura, que envuelve al planeta. Millones de personas soportan la cuarentena encerrados en sus hogares. Miles permanecen en camas de tratamiento intensivo, atendidos por cuidadores que enfrentan la escasez de insumos y de tiempo. Salvo China, que le quebró el espinazo al virus, aún hoy, en tiempos de relajamiento, las gráficas para el resto del mundo son graves, siguen una curva acelerada de ascenso.
Silenciosamente crecen cuadros de suicidios, de angustia, de nostalgias. Estos tiempos comportan un registro emocional. Scott Berinato, en un artículo reciente, publicado en The Harvard Business Review, define este registro como la aflicción. Nos sentimos afligidos por la pérdida del mundo que una vez conocimos, al tiempo que intentamos adaptarnos a la nueva vida del encierro. El resultado es una combinación de vacío y temor. Para algunos el viejo mundo ha muerto, pero no tenemos idea de cómo es el nuevo que vendrá.
Trastorno mental
Todos estamos frente al riesgo de morir. Pero ese riesgo no es uniforme. La figura esquelética de la muerte toca con más frecuencia a la puerta de los pobres que a la de los ricos. La guadaña no corta cabezas de un modo parejo. Y esto desequilibra las mentes.
Aun así, la situación es peor para la población colombiana, que ya antes de la pandemia, registraba un cuadro de patologías preexistentes en materia de salud mental. Una versión del Estudio Nacional de Salud Mental en Colombia, de hace poco más de un año, indica que el 41 por ciento de la población que se encuentra entre los 18 y los 65 años ha sufrido o sufrirá alguna vez en la vida un trastorno mental. Si se observan los datos mundiales, este tipo de aflicciones viene en aumento.
Una expresión frecuente de esta sintomatología es la depresión. Pero la mayoría de las personas cree que la depresión es apenas un capricho. No entiende que en ella inciden una serie de factores complejos, incluida la química del cerebro, y que para ello requieren un tratamiento especializado. El 4.7 por ciento de los colombianos sufre depresión, un porcentaje mayor al promedio mundial.
Escasez de psiquiatras
Dos de cada cien colombianos padece trastorno afectivo bipolar, dice el informe, y de ellos el 25 por ciento son niños y adolescentes. En algún momento de sus vidas, el 80 por ciento de los colombianos han presentado entre uno y tres síntomas de depresión. Lo más preocupante, es que la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha revelado que en todo el mundo hay escasez de psiquiatras, psicólogos y enfermeras.
Un plus de cualquier análisis que se haga de esta situación en Colombia, es la existencia de afectaciones mentales en la población víctima del conflicto social y armado, que no es poca. La salud mental de las personas que perdieron a un ser querido, que fueron víctimas de desaparición forzada, de torturas y de violaciones de sus derechos, no es atendida con la severidad que se merece. Baste mencionar que, en general, solo el 10 por ciento de las personas que presentan un trastorno mental reciben tratamiento médico.
Retomando el tema del confinamiento en medio de la crisis del coronavirus, muchos hoy se preguntan si era necesario todo esto o había otra manera de enfrentar la pandemia, con iguales o mejores resultados.
Una información que los medios no destacan suficientemente, es la valoración de la OMS de que el 50 por ciento de los infectados por el covid-19 supera la enfermedad con síntomas leves y sin necesidad de tratamiento. A pesar del registro de muertos, la verdad es que solo el 20 por ciento de quienes dan positivo padece de síntomas graves, y solo muere el 2 por ciento de los infectados.
Además, los sucesivos contagios van inmunizando, con lo que el virus pierde letalidad. Lo lógico, en estas circunstancias, sería aislar al dos por ciento de los contagiados activos y no al 98 por ciento restante. Pero la histeria y el pánico colapsan los servicios hospitalarios, impidiendo tratamientos correctos.
- Título original de un texto de relatos de Giuseppe Spataro, Ediciones Dipon Alternativas, Bogotá, 2003
📢 Si te gustó este artículo y quieres apoyar al semanario VOZ, te contamos que ya está disponible la tienda virtual donde podrás suscribirte a la versión online del periódico. Ofrecemos el mejor análisis político, económico y cultural para pasar el confinamiento en casa.
#QuédateEnCasa y lee el semanario VOZ.
👇🏽👇🏽👇🏽