miércoles, abril 24, 2024
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Palabras de sepultura

Sebastian Akimov

Muy osado el columnista Rafael Guarín, sin ninguna vergüenza vociferó sendas palabras de sepultura en su más reciente columna publicada en Semana, titulada “Las FARC van ganando”. En este país es todavía incomprensible para muchos periodistas que las palabras son como balas que pueden ser muy destructivas. Eso que se llama ética y responsabilidad este sujeto se lo pasó por la galleta como si nada. Pero lo más grave es que sus palabras de guerra apuntan a la negación de La Habana entre las FARC y el Gobierno y a la justificación de graves crímenes en nuestro país, en especial del genocidio de la Unión Patriótica.

Rafael Guarín, ex viceministro de Defensa. Foto: ICP Colombia via photopin cc
Rafael Guarín, ex viceministro de Defensa. Foto: ICP Colombia via photopin cc

En el año 2013 fueron asesinados alrededor de 25 líderes sociales y populares por parte de la mano sucia paramilitar que aún controla distintas zonas del país. La mayoría de estas personas, hoy como fantasmas olvidados por la costumbre de la muerte, eran miembros de procesos de base de Marcha Patriótica y algunos de estos en su momento fueron militantes de la Unión Patriótica. En esta auténtica “democracia”, la más vieja de América Latina, defender derechos, luchar por la paz y resistir a la oprobiosa situación de miseria y pobreza en la que se vive sigue siendo delito. Pero hacer culto a la guerra es casi natural y aceptable.

Cuando columnistas como Rafael Guarín mencionan sin recato alguno “lo cierto es que su organización, Marcha Patriótica, actúa sin dificultades legales, y su anterior brazo, la Unión Patriótica se reestrenó saludando a los ‘compañeros de las FARC’”, pone en la mira sin ningún escrúpulo a miles de personas que quieren la paz en el país, porque llevan el peso de una historia a espaldas cargada de muerte, dolor y necesidad. Eso al señor Guarín le tiene sin cuidado.

De igual forma, este aventurero columnista, con su vehemencia, canaliza toda esta desazón social que ha aunado la rebeldía de muchos sectores de la población como producto de la estrategia política de las FARC. A este hombre se le olvida en definitiva en qué país está viviendo: en uno profundamente desigual, en conflicto, con niveles de pobreza altísimos, con hambre, sin derechos sociales y económicos mínimos para una vida digna.

No hace falta tener un fusil en la mano para indignarse, señor Guarín, tremenda miopía. El Consejo de Estado, quien le devolvió la personería jurídica a la Unión Patriótica, que seguramente para él es el brazo judicial de las FARC, reconoció el genocidio, la eliminación sistemática de las y los militantes de la Unión Patriótica. Es inaudito que después de tantos años y de tantas heridas que no serán sanadas hasta construir una Colombia distinta, se siga promoviendo la matriz de la justificación y negación de tremenda tragedia, Guarín.

Hoy es aún vigente la exigencia que antes de ser asesinado Pardo Leal le hizo al Gobierno Nacional: “Que nos defina si tenemos derecho a vivir o no en nuestro país”. Hoy, la Unión Patriótica y la Marcha Patriótica exigen garantías que una democracia tímida debería dar a la oposición, oposición que es incomparable con el espectáculo que protagonizan el uribismo y la Unidad Nacional en el que Guarín está enrolado.

La oposición real es la que se piensa otro modelo de desarrollo, otras alternativas de gobierno y de sociedad y no comprende de querellas personales y burocráticas sino de aspiraciones profundas de transformar la realidad.

Aida Avella, candidata a la presidencia por la Unión Patriótica, quien duró 17 años en el exilio después de recibir un atentado con un rocket, merece que hoy se le diga, y a ella y a todos los que participamos y hacemos oposición en este país, si tenemos derecho a existir, opinando lo que opinamos, pensando lo que pensamos. O si van a repetir el baño de sangre, ese baño que, por cierto, también fue acompañado por columnas de opinión.

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