Según la Organización Nacional de Obreros Trabajadores de la Floricultura Colombiana (ONOF), en noviembre del pasado año la empresa Jardines de Los Andes, ubicada en Cundinamarca, despidió de manera inusual a los primeros 300 trabajadores de un número mayor que tiene planeado sacar.
La entidad contrató busetas para llevarlos al Parque de las Flores a escuchar una charla de una de sus funcionarias, en la que les proponía someterse a un acuerdo voluntario ya que la firma estaba a punto de venderse, y que los seleccionados “eran los primeros afortunados y felices escogidos para ser merecedores del préstamo que habían logrado con los bancos para poderle pagar todas las prestaciones, ya que los siguientes grupos no tendrían esta posibilidad”.
Según ONOF, otra de las razones de la empresa es que el nuevo propietario, Ipanena, no quiere trabajadores antiguos ni enfermos y ojalá sean en su mayoría temporales.
Para los despidos masivos fueron contratados más de 15 abogados quienes les dijeron a los trabajadores que la mejor opción “era firmar” o de lo contrario serían echados sin ninguna prestación. Con tal intimidación los obreros no tuvieron otra opción y firmaron. Luego, los llevaron a Bogotá al Ministerio de Trabajo, con cuya complicidad realizaron el despido.
La empresa también anunció que luego de la temporada de San Valentín sacará a 200 obreros más con las mismas características de los anteriores: trabajadores viejos, enfermos, con incapacidades y restricciones médicas.
Para cumplir a cabalidad la medida, la empresa inició una campaña de intimidación para crear miedo y lograr que los mismos trabajadores se retiren voluntariamente y sin pelear sus derechos.
