Hace 35 años, en desarrollo de los acuerdos de La Uribe, firmados el 24 de marzo de 1984 entre el Gobierno de Belisario Betancur y la guerrilla de las FARC; exactamente un año después de la declaratoria de cese al fuego; y en el proceso que debería terminar en la transición de las armas a la política civil por parte de los insurgentes, con el compromiso del Estado de brindar garantías y promover reformas, se realizó en Bogotá el lanzamiento de la Unión Patriótica, que a la vez por esos tiempos, estuvo acompañado de otras manifestaciones en diversos pueblos de Colombia.
La UP surgió entonces como una esperanza de paz y una propuesta de cambios para que millones de compatriotas excluidos por el violento régimen político bipartidista, pudieran empoderarse y luchar para conquistar el poder político, imponer una real democracia, la inclusión, rescatar la soberanía perdida. Además, impulsar las acciones que los tiempos exigen: desarrollo económico-social, protegiendo la naturaleza, evitando la contaminación de la atmósfera, ríos y mares.
Estas políticas se ratificaron en su primer Congreso, efectuado el año de 1985 a mediados del mes de noviembre, que estuvo precedido de 572 actos en todo el país y la constitución de 2.229 Juntas Patrióticas en 209 municipios y 13 corregimientos intendenciales.
Fue ese potencial político, organizativo y de lucha social de carácter amplio y plural desplegado en casi todo el territorio nacional, el que atemorizó a los sectores más reaccionarios y militaristas de la élite colombiana y los llevó a idear, planear y ejecutar el asesinato de miles de líderes y militantes, con la finalidad fallida de exterminar la Unión Patriótica. Se les olvidó a los genocidas, el inmarcesible cántico juvenil upecista: Podrán matar las flores, pero no la primavera. Por eso aquí estamos en la palestra de lucha por la revolución nacional, para cumplir los sueños de nuestros miles de héroes, con su muerte signaron el camino de la victoria.
La UP representó un salto cualitativo y cuantitativo para la izquierda y para el conjunto del movimiento popular de la época. Entre otros factores, así lo evidencian los 325 concejales, 32 diputados, 114 alcaldes y la bancada de hasta 15 parlamentarios que en despliegue de su política de alianzas y convergencia fueron electos durante sus primeros años, logrando también con los 328.752 votos obtenidos por Jaime Pardo Leal a la presidencia de la República, constituirse como la tercera fuerza política del país.
La gestión pública de los upecistas se destacó por priorizar la participación protagónica del pueblo en el gobierno, la lucha contra la corrupción y el cumplimiento de sus programas de campaña, centrados en la defensa de los derechos humanos y las garantías sociales para los más vulnerables.
Mención especial merece el programa que la UP ha defendido, ratificado y actualizado en cada uno de sus seis congresos. En primer lugar, su compromiso fundacional con la solución política negociada, con la paz con justicia social. La defensa de la vida y por ende la denuncia radical al paramilitarismo y el terrorismo de estado. Los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición en la que persiste ante el sistema interamericano de derechos humanos y el sistema integral derivado del acuerdo de paz.
La necesidad de reformas profundas al régimen político y electoral que garanticen los derechos a la oposición, la participación de las minorías y la conquista vigente de una apertura democrática verdadera. El rechazo al neoliberalismo y la defensa de las banderas de los trabajadores y sus reivindicaciones a favor del patrimonio estatal, la dignidad laboral y la educación, la salud y la seguridad social pública.
La exigencia de una reforma agraria integral contra el latifundio y otras formas de concentración y explotación de la tierra por parte de élites violentas. La preservación de los recursos naturales, en especial del derecho humano al agua en resistencia a la lógica depredadora de la mega minería.
La UP en síntesis reclama un nuevo proyecto de país articulado a la Patria Grande que proclamó nuestro padre libertador Simón Bolívar contra todo intento de intervencionismo y despojo. Por la soberanía absoluta, la libertad plena, la dignidad humana y la hermandad de los pueblos latinoamericanos.
Desde el año 2013 la UP vive un nuevo tiempo. El Consejo de Estado reconoció parte de sus derechos y devolvió la personería jurídica. Junto a veteranos y experimentados militantes, nuevas generaciones se han incorporado a sus filas y espacios de dirección asumiendo nuevos desafíos. Se ha logrado recuperar la voz política en el debate nacional, en el congreso de la república, el concejo y las JAL de Bogotá, y en otros municipios en alianza con la Colombia Humana y organizaciones aliadas, persistiendo en la tarea histórica de la unidad.
Consecuentes con el ideario de nuestros líderes inmolados, volvimos y ahora para permanecer en la brega diaria, sin rencor, pero decididos a obtener la victoria que el pueblo necesita y la historia reclama. Compañeros y pueblo colombiano, el triunfo nos convoca. Seamos fieles al mandato Bolivariano: “Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad, vacilar es perdernos” ¡Ahora o nunca!
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