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Nuevo aire de paz: Al amanecer del diez

Hernán Camacho

El 10 de abril de 2013 habrá un nuevo escenario político en Colombia, donde el pueblo y la paz serán sus protagonistas. Así lo sentenciaron los voceros de Marcha Patriótica a lo largo del difícil pero fructífero proceso de convocatoria a la movilización por la paz, la democracia y la defensa de los público.

Marcha Juvenil en Barranquilla. Foto archivo.
Marcha Juvenil en Barranquilla. Foto archivo.

Rodear el proceso de paz, exigir el cese al fuego y romper el cerco impuesto a los diálogos en La Habana son las premisas que el movimiento popular colombiano y las gentes del común abanderaron para movilizar un millón de personas en las calles de Bogotá, las capitales de departamento, y ciudades de Europa en solidaridad con la paz del país.

Los ceños fruncidos de testigos del 9 de abril de 1948, tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, siguen intactos. El destino del país encendió las calles que aún prenden, ya no de fuego, sino de injusticia. Las banderas de democracia y paz, elevadas por el caudillo popular, se encuentran en marcha 65 años después, en una especie de asomo de esperanza y cambio de las realidades sociales. “Somos más, ahora sí la paz”, es la consigna a la que los colombianos no están dispuestos a renunciar.

El bullicio del pueblo en las calles aturde los oídos de quienes pretenden perpetuar en los colombianos el miedo a soñar. Piedad Córdoba, quien leerá la segunda oración por la paz de Colombia, esta vez de la pluma de William Ospina, ha dicho que el bus de la nueva Colombia sigue esperando a los escépticos, hoy del lado de la guerra. “Se van a quedar como estatuas de sal”, subrayó Piedad Córdoba ante los reparos de sectores de oposición que consideran que marchar por la paz es hacer una concesión al gobierno nacional, “son opiniones marginales, nada fundamentales en el futuro logro del país”.

¿Pero qué ha hecho que la movilización se vigorice? La respuesta es contundente para Marcha Patriótica: “Lo que hemos demostrado con esta gran confluencia de organizaciones sociales, políticas, populares de variadas expresiones es que las colombianas y los colombianos podemos confluir en unidades en torno a propósitos fundamentales como la paz”, contestó David Flórez, vocero de la organización. En eso coinciden otros importantes sectores populares como el Congreso de los Pueblos o la propia alcaldía de Gustavo Petro. La paz es la puerta de las transformaciones del país.

Variadas reacciones ha causado la anunciada presencia del presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien hace un mes dijo respaldar la movilización y estar dispuesto a ir a las calles para enviar un mensaje de apoyo al proceso de paz. Santos, según agenda conocida en Casa de Nariño, participará en la movilización convocada en la capital de Antioquia, en claro mensaje a los enemigos del proceso y luego se trasladará a Bogotá en donde plantará un árbol en el Centro de Memoria y caminará algunas calles.

Para algunos la presencia de Santos en la movilización, en especial en Medellín, se debe no solamente al quiebre de la relación con su antecesor Álvaro Uribe, sino a dar una demostración de fuerza política contra su adversario. “Marchar allí es la manera de contestar a los juicios impropios contra él y el proceso de La Habana. Santos está mostrando sus dientes e invitando a pelear”, le dijeron analistas a VOZ.

Al margen de esa situación, lo cierto es que la posibilidad de entregar a los plenipotenciarios negociadores de las FARC-EP y al gobierno nacional un respaldo al proceso es bienvenida desde cualquier punto de vista y será el soporte de legitimidad necesario para los difíciles momentos a los cuales está expuesto un proceso tan complejo. Para la muestra está la especulación armada por los enemigos de la mesa habanera, que han salido a tergiversar las razones por las cuales solamente hasta la tercera semana de abril se abriría una nueva ronda de negociaciones.

A ese respecto Carlos Lozano, vocero de Marcha Patriótica, enfatizó que justamente movilizaciones como la del 9 de abril servirán para el apalancamiento de baches en el proceso y acelerar decisiones en favor de la terminación del conflicto. “La paz no solamente depende del esfuerzo y la voluntad de las delegaciones en La Habana, depende del respaldo de la gente de a pie, de las centrales sindicales de las organizaciones sociales y populares, ahí está la llave”.

La paz no tiene reversa. La insurrección de abril y los sueños frustrados de aquella generación del 48 son el empuje a sus herederos para construir la segunda y definitiva independencia, el sueño frustrado de Gaitán.

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