
En su discurso de posesión, Lacalle Pou llamó a “dejar de lado las ideologías”. Cuando la derecha hace esta invitación significa que la gente haga grandes sacrificios en busca de un modelo que no suele encajar sin una marcada represión y negación de derechos sociales
Alberto Acevedo
Las circunstancias en que se produjo la posesión del nuevo presidente derechista de Uruguay, Luis Lacalle Pou, el primero de marzo pasado, han provocado algunas reflexiones en torno a un eventual reagrupamiento de la derecha latinoamericana, alrededor de algunas propuestas de remozamiento social de esta corriente política y, desde luego, también las primeras reacciones populares, sobre todo en ese país austral.
El primer hecho que llamó la atención, fue la invitación a la ceremonia de posesión de lo más granado de la ultraderecha latinoamericana: compartieron silla, al lado del novel gobernante, Jair Bolsonaro, de Brasil; Sebastián Piñera, de Chile; Iván Duque, de Colombia; Mario Abdo Benítez, de Paraguay, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, el rey Felipe VI de España, entre otros personajes de la misma calaña.
El mismo día de la posesión del mandatario, a la salida de los invitados del palacio de gobierno, ya había manifestantes apostados en las calles, con cartelones y consignas, rechazando la presencia de gobernantes fascistas que reprimen a sus pueblos, como en los casos de Chile y Brasil. A nivel interno de Uruguay, el malestar social empieza a tomar proporciones, en la medida en que se conocen las primeras medidas de corte (anti)social del gobierno derechista.
¡Le tocaba!
La imagen de Lacalle Pou, ha sido vendida por los medios como la del mandatario joven, con apenas 46 años de edad, con posiciones derechistas moderadas, que defiende a los inmigrantes y que reparte cargos oficiales a la oposición de izquierda. En su discurso de posesión dijo que quiere “abrir las fronteras” de su país para que “miles y miles” de extranjeros vayan a vivir a Uruguay.
Lo que no aclaran los medios es que en Uruguay existe un impresionante déficit de mano de obra, debido a factores combinados como el acelerado envejecimiento de la población y que la nueva administración debe encarar sin tardanza. Y en cuanto a los puestos oficiales, el Frente Amplio, una coalición de izquierda que fue desplazada del poder, es, sin embargo, la primera fuerza parlamentaria, sin la cual el gobernante no podría sacar ninguna iniciativa legislativa y en proporción a su fuerza, le ha dado representación en el poder. ¡No es una dádiva, es que le tocaba!
Los medios quieren presentar una imagen de una nueva derecha latinoamericana, representada en Lacalle Pou, diferente a la de Bolsonaro en Brasil, cargado de xenofobia, de odio racial y de rechazo a la población indígena y al deterioro del medio ambiente; o a la de un Iván Duque, enredado en los falsos positivos y los crímenes contra defensores de derechos humanos, o la de un Trump que adorna su campaña electoral con la promesa de construir un muro para cerrarle las fronteras a los inmigrantes.
Neoliberalismo y mermelada
Lacalle Pou pertenece a una familia de expresidentes, ligados a una ideología neoliberal y de extrema derecha, que no son ajenos a procesos de dictaduras anteriores. Y el vástago, no va a renunciar a esa herencia.
Lacalle Pou, siendo senador, votó contra la legalización del aborto, negó el matrimonio igualitario, se opuso a la regulación del trabajo de las empleadas domésticas, de los derechos de las personas trans, y de otras medidas sociales de corte progresista.
Ahora se pronuncia porque se reduzca la edad de imputación penal, ha dicho que se sumará al Grupo de Lima y defiende la alianza con los Estados Unidos para sacar del poder a Nicolás Maduro. Entre los ejes de su gobierno plantea enfrentar el déficit fiscal, producto de la regla fiscal, una mayor apertura al libre mercado, austeridad y control del gasto público, pero al mismo tiempo ofrece más burocracia; en Colombia se le denomina ‘mermelada’, que necesita para satisfacer las demandas de su coalición de gobierno.
Frustrar los planes de la derecha
En su discurso de posesión, Lacalle Pou llamó a “dejar de lado las ideologías”. Es un viejo discurso de los líderes de derecha en toda la región. Cuando la derecha hace esta invitación significa que la gente adopte sumisamente hacer grandes sacrificios en busca de un modelo que no suele encajar sin una marcada represión y negación de derechos sociales.
Es sobre la base de estos postulados que muchos analistas intuyen, cuaja la propuesta de un realineamiento de la derecha en el continente. Sin embargo, estos planes pueden verse frustrados, si se tiene en cuenta que también desde el lado de las fuerzas progresistas y de izquierda, se hacen denodados esfuerzos por encontrar caminos de unidad. Que, de prosperar, pueden cerrarle el paso a los planes de globalización neoliberal.