viernes, abril 19, 2024
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Notas al sol: Sí a la paz

No se equivoque, señor Presidente, el trabajo y el compromiso por actuar afirmativamente en el logro de la paz, no debe confundirse con una alineación de la política neoliberal y de guerra que aún sigue manteniendo el establecimiento.

Guerrilleros del Bloque Sur con comunidades, en pedagogía de paz. Foto Delegación de Paz de las FARC en La Habana.
Guerrilleros del Bloque Sur con comunidades, en pedagogía de paz. Foto Delegación de Paz de las FARC en La Habana.

Zabier Hernández Buelvas

A la crítica generalizada por las declaraciones del presidente Santos ante una supuesta “guerra urbana si no se firma la paz”, hay que agregar varios elementos de análisis, los cuales buscan profundizar la necesidad de una total diferenciación del concepto de paz que maneja el gobierno y el bloque en el poder y la paz a la que aspiramos la mayoría de los colombianos, el movimiento popular, social y alternativo, la izquierda, espectro en el que están incluidas como parte histórica y actuante los movimientos insurgentes.

Las declaraciones de Santos son en sí la reafirmación de una línea lógica de pensamiento político e ideológico, que ha seguido el establecimiento actual en torno a pactar una paz sin cambios en su política militarista y de enemigo interno. Esto remite irremediablemente a considerar que el gobierno colombiano está siguiendo la receta de la lógica del intervencionismo norteamericano: A cada guerra y cada supuesto enemigo aniquilado, viene la invención de un nuevo enemigo y el desarrollo de una nueva guerra.

Más allá de la ambigüedad, ya recurrente del gobierno, que mientras dialoga y acuerda en La Habana, al mismo tiempo quiere estar bien con los poderes que los sostienen en Colombia y aquellos que lo animan desde afuera a pactar una paz sin costos y sin ceder nada. En ese contexto, las declaraciones son un aliciente para un grupo de presidentes neoliberales y autoritarios que asistieron al renombrado Foro Económico Mundial.

Las condiciones en que se observa una especie de uribización del discurso santista, tienen que ver con uno de los grandes problemas que tiene el gobierno y el poder dominante de querer hacer la paz, pero para continuar haciendo la guerra. El miedo a la paz que tienen el gobierno y el bloque de poder, quieren validarlo ante el pueblo colombiano, buscando justificar la ilusión de una nueva guerra, “esta vez en las ciudades”, que según esta lógica necesitaría una militarización de la vida urbana y civil, mientras que en el campo y las zonas rurales se mantenga el dispositivo de control militar.

El sí a la paz que daremos los humanistas y el movimiento social y popular, es para detener la guerra y abrir un nuevo escenario de lucha social y de oposición de izquierda y humanista por la vía del debate de las ideas y de construcción democrática de correlaciones de fuerzas políticas que se midan limpiamente en la disputa por el poder.

No se equivoque, señor Presidente, el trabajo y el compromiso por actuar afirmativamente en el logro de la paz, no debe confundirse con una alineación de la política neoliberal y de guerra que aún sigue manteniendo el establecimiento, mucho menos, va usted a lograr consensos bajo el chantaje y la manipulación mediática. Este es un pueblo inteligente que sabe que la paz debe ser con justicia social y democracia.

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