Alirio Córdoba Moreno
Se inicia el debate sobre el punto segundo en la agenda del diálogo para la terminación del conflicto. De entrada es necesario aclarar que no es la participación en política de las FARC-EP la que está en juego, ni mucho menos se trata de que los negociadores puedan ser candidatos en las próximas o futuras elecciones. Esta es la visión reduccionista, maniquea y malintencionada, que han intentado generalizar enemigos y “amigos” que creen que el dialogo es para solucionarle el problema a un grupo de líderes guerrilleros o devolverle unas curules a la izquierda y en ella a la Unión Patriótica, eliminada del escenario político a punta de guerra sucia.
Lo que está en juego es la posibilidad de remover la estructura excluyente que no permite que los sectores populares, las minorías étnicas y los sectores organizados de ciudadanos puedan participar en las decisiones fundamentales del país en todos los niveles territoriales. Lo importante es una apertura del Estado para que todos los sectores políticos y sociales del país puedan acceder a la planeación, formulación y dirección del Estado en todos sus desarrollos institucionales, desde la Justicia, pasando por las corporaciones públicas, hasta llegar a procesos y mecanismos que permitan que el poder popular y ciudadano se exprese y decida sus propios asuntos.
En definitiva, lo que está en juego es la democracia directa, no representativa, donde las asambleas y cabildos populares sean los protagonistas en la política y desarrollo del país.
Es necesario reiterar que el modelo de participación política tipo M-19 no es viable hoy en el país, ya que desde 1991 el sistema se ha cerrado más, las posibilidades de participación en política se limitan al proceso electoral y los mecanismos de participación están dirigidos a fortalecer el control social y ciudadano, después de que ya otros han tomado las decisiones.
Por esto, desarrollar hoy un proceso de constituyentes sobre todos los temas posibles y en todo el territorio es parte de esa construcción de una nueva cultura y dinámica de participación política en Colombia, donde lo central es la expresión, decisión y acción del constituyente primario, directo y sin mediaciones de maquinarias y empresas electorales y mafiosas.
El desarrollo del punto de participación política parte de una crítica profunda al régimen político, secuestrado hoy por las mafias y los grupos de poder financiero en alianza con los partidos y fracciones tradicionales, las cuales integran la Unidad Nacional que lidera el presidente Santos, lo que nos llevaría a afirmar que un nuevo escenario de participación política pasa necesariamente por la construcción de una alternativa de poder popular, de un nuevo gobierno democrático y de reconciliación, que sea capaz de construir con la participación directa del pueblo un nuevo país, donde no tienen cabida reeleccionismos oligárquicos.
