Nassim Mohamad Rubi (*)
Tras seis meses del inicio del genocidio actual en la Franja de Gaza, los poderes del mundo aguardan silenciosos y pacientes a que el Estado fascista de Israel bajo la corriente política racista y colonialista del sionismo, cumpla con su cometido al anexarse más territorio ajeno a sus fronteras.
Desde el 7 de octubre de 2023, el mecanismo propagandístico sionista promueve y expande su narrativa de odio por el medio digital en el que todos los días la población civil de Gaza documenta su propio etnocidio.
Se ven comentarios y publicaciones que ridiculizan, deshumanizan y reinstauran los discursos genocidas del siglo XX, que más que postular un argumento, utilizan el sensacionalismo para desprestigiar una causa justa y validada internacionalmente en más de setenta y cinco años y reducirla a un ataque único de dimensiones estratosféricas sobre la “pobre y desprotegida población judía e israelí”.
En este entendido, todo aquel individuo que rechace estas acciones desmedidas y sádicas, además de ser excluido de la esfera institucional del mundo occidental, es tildado y señalado de “antisemita” o de “terrorista”.
Aquello que los poderosos de occidente llaman “terrorismo” lo definen como: “cualquier acto de violencia o amenaza, prescindiendo de sus motivaciones o intenciones, perpetrado con el objetivo de llevar a cabo un plan criminal individual o colectivo con el fin de aterrorizar a la gente o amenazarla con causarle daño o poner en peligro su vida, honor, libertad, seguridad, derechos…” (Terrorismo y Extremismo Violento, s. f.). Hamas es un grupo tanto armado como político, de metodología guerrillera, que atenta contra un proyecto de Estado, pero no es terrorista.
“Pero si bien Hamas está señalado como organización terrorista, tanto en los medios como en la legislación, yo defenderé que es un movimiento de liberación legítimo” señala Pappé, I. (Los diez mitos de Israel. Cap. IX, 2019, p. 153).
Israel calla ante las acusaciones, miente a la prensa internacional y difunde información de difusa lógica, aparte de infundir el terror sobre una población desplazada, históricamente maltratada y reducida a su mínima expresión. Hoy en día se ve lo anterior en diversas ocasiones en que los aviones israelíes lanzan los famosos “panfletos” invitando a la población de Gaza a rendirse, a desistir y a movilizarse, sin mencionar los videos en redes sociales de soldados de las fuerzas ocupantes aseverando haber asesinado a un grupo grande de infantes desarmados, bebés o mujeres en estado de embarazo.
Volviendo a la definición oficial de las Naciones Unidas, ¿cómo se le llama a un colectivo que durante seis meses amenaza con panfletos y en televisión abierta, asesina la identidad, lugares sagrados y cultura, destruye infraestructura básica, cierra el acceso a los servicios básicos de supervivencia del ser humano y como si fuera poco masacra hombres, mujeres, niños, ancianos, discapacitados, además de otras formas de violencia sexual y racista? Al Estado fascista de Israel se le debe llamar: ¡Terrorista!
“Rechazamos categóricamente cualquier proyecto internacional o israelí destinado a decidir el futuro de Gaza que sólo sirva para prolongar la ocupación. Destacamos que el pueblo palestino tiene la capacidad de decidir su futuro y arreglar sus asuntos internos y, por lo tanto, nadie en el mundo tiene derecho a imponer ninguna forma de tutela al pueblo palestino ni a decidir en su nombre” (Oficina de Prensa de Hamas, Our Narrative, 2023, p. 16).