No hay doble discurso en el uribismo

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De la posesión de Duque a hoy el uribismo parece manejar doble discurso, pero no es así.

La derecha en el parlamento y en el ejecutivo no da un paso sin consultarlo a Uribe

Redacción política

Las más recientes cartas dirigidas a la Comisión de Paz del Senado de la República, una del dirigente del partido FARC Iván Márquez y otra del comandante de la guerrilla del ELN,  Pablo Beltrán, fueron analizadas en extenso por sus miembros, dejando marcadas dos tendencias, la del discurso duro del uribismo, que desde el parlamento quiere hacer trizas el acuerdo de paz, en contraposición a la bancada de oposición y los independientes que quieren convertirse en mediadores entre las tensiones políticas que tienen origen en la implementación inadecuada del acuerdo, y el limbo en que se encuentra la mesa de diálogo entre el Estado colombiano y la guerrilla elena.

La posibilidad cierta de ser mediadores se vio comprometida en la Comisión de Paz por la dura posición del Centro Democrático con los senadores Paloma Valencia y José Obdulio Gaviria, voceros enconados de esa colectividad.

Los senadores de derecha no aceptarían ser mediadores con el ELN, como lo solicitó en su carta el jefe de la negociación en Cuba, Pablo Beltrán, de no darse los condicionamientos mínimos que ha exigido el Gobierno nacional. “Sí esa guerrilla no acepta tener secuestrados, y liberarlos; pero además de tener toda acción militar en el territorio, y concentrase en un solo punto, no se puede ser mediador”, dijo la parlamentaria Valencia.

Condiciones que la guerrilla no está dispuesta a contemplar sin que sea un acuerdo de las partes y sin que el Gobierno manifieste con meridiana claridad su voluntad de paz y de continuar el diálogo.  De hecho, el ejecutivo no ha valorado los resultados de los ceses de fuego que unilateralmente ha declarado el Ejército de Liberación Nacional a lo largo del proceso de paz, y en el ocaso del gobierno Santos.

Dos hechos llaman la atención: al tiempo que el Gobierno nacional emite una circular roja de la interpol al jefe de la delegación del ELN en Cuba, con el fin de ser capturado y extraditado al país; retira la calidad de Garante que Venezuela tiene en el proceso de paz. Dos actos que alejan la posibilidad de reanudar el proceso de paz; sin contar que ya son 60 días desde que el presidente Iván Duque, en su primera alocución, dio como plazo para evaluar el proceso y tomar la decisión de continuarlo o no.

Estrategia de doble discurso

El partido de Gobierno ha definido su estrategia política en el Congreso ejerciendo el discurso duro de la colectividad excluyendo al Presidente Duque de dicha confrontación política. Da la sensación de que están divididos en su interior, y aunque tienen diferencias en las visiones y ausencia de comunicación entre ministros y voceros en el parlamento, el Centro Democrático es uno solo en su accionar político. No están divididos entre los más uribistas y los más “duquistas”.

La realidad es que el expresidente Uribe, jefe de esa bancada, es el que pone el ritmo del discurso guerrerista, mientras el presidente Duque guarda silencio ante asuntos graves, como los llamados de guerra exterior o la compra de misiles tierra aire por un valor de 1.3 billones de pesos, según lo denunciara la senadora Aída Avella.

Provocación política

Desde el partido de Gobierno, juegan a provocar. Por ejemplo, en el parlamento, los voceros del uribismo acusan a la exguerrilla de mantener una combinación de la lucha armada pues aseguran que las disidencias del proceso de paz son una fuerza orientada por los senadores que se encuentran en el partido FARC.

Lo mismo sucede con el asunto de Venezuela. El uribismo no pierde oportunidad para alentar golpes de Estado en el vecino país, incitando a las fuerzas militares de Venezuela a actuar contra el Palacio Miraflores, sede del gobierno Maduro en Caracas. Un asunto que está ahondando la fricción diplomática en la región que se caracteriza por no tener antecedentes en el continente de guerras regulares.

Mientras eso sucede en el parlamento, el ejecutivo guarda silencio cómplice ante las declaraciones de funcionarios de alto rango como el embajador de Colombia en los Estados Unidos Francisco Santos, y su jefe, el canciller Carlos Holmes, quienes en los previos de la reunión anual de las Naciones Unidas, mostraron su guiño a una intervención militar al vecino país.

Diplomacia dura

La preocupación no es menor, en reciente publicación en su cuenta de Twitter, Francisco Santos señaló que ha sostenido distintas reuniones con el Comando Sur de los Estados Unidos en Miami y Bogotá, al parecer, recibiendo orientaciones sobre su accionar en Washington. “Productiva reunión con el Fiscal General de los Estados Unidos, Jeff Sessions. Aumentaremos cooperación judicial en la lucha contra las drogas y el crimen organizado”, señala Pacho Santos en sus redes sociales.

Los discursos del jefe de la diplomacia en Colombia y sus subalternos, como Alejandro Ordóñez en la OEA, reflejan las intenciones de buscar desestabilizar la región con una guerra contra Venezuela y probarle al gobierno de Donal Trump la lealtad a su interés.

No hay corto circuito

La comunicación entre el Gobierno nacional y la bancada mayoritaria es fluida y permanente. De hecho, VOZ conoció que el presidente del Senado, Ernesto Macías y el jefe de la bancada, Álvaro Uribe, mantienen reuniones en Palacio de Nariño al terminar las plenarias en el Congreso de la República, es decir dos veces a la semana se encuentran con el presidente Duque. Por eso el ritmo de la legislatura se pone de acuerdo con lo pactado entre la dirigencia del Centro Democrático.

La estrategia se hizo evidente en el caso de la moción de censura contra el ministro Alberto Carrasquilla. Primero se intentó evitar a toda costa el debate de control político de los “Bonos Carrasquilla” que preparó el Polo Democrático Alternativo.

Las respuestas al debate fueron minuciosamente preparadas por el partido de Gobierno y las bancadas aliadas, junto al uribismo que milita en otros partidos diferentes al Centro Democrático. Las intentonas de dañar el debate, desviar la atención sobre el ministro Carrasquilla e intentar salir victoriosos sobre la tesis que Carrasquilla es un hombre probo fueron orquestados entre los pasillos de Palacio y los salones del Congreso con Álvaro Uribe a la cabeza.

Sincronía contra paz

Pero el más reciente hecho político que da cuenta de la sincronía del gobierno y su bancada es la presentación del acto legislativo que modifica la Jurisdicción Especial de Paz, para adicionarle una sala especial para que juzgue a los militares implicados en crímenes de guerra, con jueces elegidos por el Presidente Duque, y sin que los convocados a ese tribunal tengan compromiso con la verdad. Es decir, una suerte de impunidad plena a los oficiales encartados y con ello afectar el eje del proceso de paz, la justicia restaurativa para las víctimas.

Lo mismo sucede en los debates de control político al inisterio de Defensa, después de que el jefe de esa cartera, el empresario Guillermo Botero, manifestará que las protestas sociales estaban siendo financiadas por el narcotráfico y las “disidencias de las FARC-EP”. Un hecho que además de provocar una convulsión política fue la gasolina para que el uribismo en la Comisión Segunda de Senado, ratificara que en Colombia no existe una sistematicidad de los crímenes contra defensores de derechos humanos y se negara la participación del paramilitarismo detrás de los 343 asesinatos de líderes sociales y defensores de derechos humanos.

Así es el uribismo de verdad, sin divisiones internas que maltraten la estrategia política del gobierno y el parlamento. La oposición sabe muy bien de qué se trata y por ello se ha consolidado una fuerza que, al menos en la Comisión Primera de Senado, ha logrado detener la embestida de la derecha contra la paz interna y externa del país.