¿Era necesaria la bomba atómica?

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Ancízar Narváez M.

Tan necesaria como las cámaras de gas para exterminar a los judíos, o como la esclavitud de los negros para el capitalismo del siglo XIX, o como el exterminio de los indígenas norteamericanos, entre otras atrocidades. Era necesaria para la supremacía del capitalismo en la posguerra.

El 6 de agosto de 1945, hace 75 años, se detonó la primera bomba atómica en Hiroshima. Las condiciones de este acontecimiento siguen siendo objeto de discusión, especialmente por la justificación que esgrimió el presidente norteameriano, que ya no era Roosevelt sino Truman.

Según este personaje gris y anodino, ¿qué respondería a los ciudadanos norteamericanos cuando preguntaran por qué, si tenían un arma que podía servir para terminar la guerra, no se había usado? Esta debía ser usada para salvar las vidas que costaría a los Estados Unidos terminar la invasión al Japón cuando ya las tropas se encontraban en Okinawa.

En realidad, la situación era desesperada para el Japón, no solo por la escasez de medios de guerra, sino por la casi nula capacidad de mantener incluso el abastecimiento básico de las tropas y de la población, dada la pérdida de las fuentes de materias primas y de alimentos provenientes del pacífico asiático, ahora dominado por los norteamericanos.

Sin embargo, la razón fundamental era estratégica: si bien el Japón estaba asediado por los norteamericanos en el flanco sur, por el norte las cosas iban empeorando, puesto que Rusia le había declarado la guerra y el Ejército Rojo estaba venciendo a la Armada Japonesa en el pacífico norte, resultado de lo cual las islas de Sakhalín y Kuriles ahora pertenecen a Rusia.

Entonces la razón está clara: de la misma manera que la contraofensiva soviética hacia el oeste, después de la batalla del Kursk, precipitó el desembarco de los ejércitos Anglo Americanos en Normandía, para evitar que Europa entera fuera liberada por el Ejército Rojo, la ofensiva soviética en el norte del Japón precipitó el lanzamiento de la bomba atómica para llegar primero a Tokio y así evitar que los japoneses se rindieran a los soviéticos como lo habían hecho los alemanes en Berlín.

Para esto habría sido suficiente solo con la primera bomba. Pero hay que recordar que Estados Unidos tenía dos alternativas para construir la bomba atómica: la de uranio y la de plutonio. Dada su capacidad económica, el gobierno decidió construir las dos. La primera se probó en Hiroshima, entonces la segunda no se podía quedar sin probar y por tanto fue lanzada tres días después sobre Nagasaky. Los japoneses no solo fueron vencidos, sino que se convirtieron en conejillos de indias para las armas norteamericanas.

Lo más importante, sin embargo, sería el efecto a futuro. Con tal demostración, Estados Unidos se sintió en condiciones de tratar desde una posición de fuerza con su anterior aliado, lo que produjo gran inestabilidad en Europa y Asia hasta que la Unión Soviética construyó su propia arma atómica, esta vez de Polonio, y logró mantener cierto equilibrio que, en todo caso, impidió, hasta ahora, una nueva guerra mundial.