viernes, marzo 29, 2024
InicioEdición impresaMultihomicidios

Multihomicidios

El presidente Obama se duele de la muerte de un grupo de jóvenes en una escuela de Oregon y al día siguiente ordena el bombardeo a un hospital de Afganistán, donde mueren médicos, pacientes y niños. En ambos casos, las matanzas son ‘cosa de rutina’

Destrozos en el hospital de Kunduz, en Afganistán.
Destrozos en el hospital de Kunduz, en Afganistán.

Alberto Acevedo

En la mañana del jueves primero de octubre, Chris Harper Mercer, de 26 años de edad, ingresó al centro universitario de Umpqua, en el estado de Oregon, y disparó contra alumnos y docentes, causando nueve muertos y nueve heridos. En la reacción de la policía, el asaltante, que usó varias armas que había adquirido legalmente, resultó muerto.

La noticia se difundió rápidamente y conmovió a la sociedad norteamericana. No tanto por el número de víctimas, sino por la frecuencia con que estas matanzas en establecimientos educativos, se vienen repitiendo en ese país. El presidente Obama fue uno de los primeros en reaccionar y lamentó que situaciones de esta naturaleza se estén convirtiendo en “hechos de rutina”, sin que la sociedad reaccione de manera contundente para evitarlos.

Las oraciones que siempre se elevan ante estos crímenes, dijo el mandatario, ya no son suficientes. “Nosotros somos colectivamente responsables ante aquellas familias que han perdido a sus seres queridos a causa de nuestra falta de acción”, precisó Obama.

No habían transcurrido 24 horas del acto de contrición de corazón del gobernante de la mayor potencia del mundo, cuando, con su anuencia, aviones de guerra norteamericanos bombardearon un hospital en la ciudad afgana de Kunduz, causando al menos 22 muertos y 40 heridos, además de la destrucción de buena parte de la planta física del centro asistencial.

El Estado también mata

En el segundo episodio, la opinión pública internacional se acostumbró a recibir este tipo de informaciones, que el mando militar norteamericano cataloga como “daños colaterales”. Cada semana hay una matanza en algún país ocupado por tropas norteamericanas y el país que presume ser la democracia más perfecta, las cataloga como simples ‘errores’ en la selección de un objetivo de guerra. Sólo que, en el caso del hospital de Kunduz, la organización Médicos Sin Fronteras lo califica como un ‘crimen de guerra’.

En las dos situaciones comparadas, hubo niños muertos. En el caso de la matanza de Oregon, los hechos han puesto sobre el tapete el tema de la libre venta de armas en Estados Unidos. Desde luego, con un cierto acento electoral, en favor del presidente Obama. Este país tiene el cinco por ciento de la población mundial y registra el 50 por ciento de las armas en manos de civiles en todo el mundo.

Son algo más de 300 millones de armas de fuego registradas y distribuidas legalmente, en manos de particulares. Eso explica, de alguna manera, que en lo corrido del presente años se hayan presentado 21 tiroteos en instituciones educativas, el último de ellos en el momento en que se redactaba esta nota periodística.

Desde que Obama inició su segundo mandato se han registrado en el país 994 incidentes con balaceras masivas. Esto eleva la estadística a 33 mil fallecidos por armas de fuego cada año. Pero en casa, el Estado también mata ciudadanos. No solo el registro del elevado número de ciudadanos negros muertos en operaciones policiales, que se disparó durante los gobiernos de Obama. Hoy esperan turno, en las prisiones norteamericanas, 3.019 reos condenados a la pena capital.

Violencia cotidiana

“Esto sucede en un país que históricamente ha hecho de la exaltación de la violencia y de la muerte un método legítimo de acción”, dijo la semana pasada, en nota editorial el diario La Jornada. Amnistía Internacional expresó por su parte, que “la pena de muerte es la negación final e irreversible de los derechos humanos”.

Por eso, el desprecio olímpico por la vida de los ciudadanos en matanzas como la del hospital de Kunduz, regentado por la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras. Esa población había sido copada por fuerzas rebeldes talibanas que combaten al actual gobierno. Había una movilización general de tropas, liderada por Estados Unidos. El Pentágono inicialmente justificó el bombardeo al centro asistencial indicando que había tropas rebeldes allí. Esta versión fue desmentida por MSF y la Casa Blanca modificó su versión, indicando que respondió a un pedido de las autoridades afganas.

Siempre hubo una justificación para asesinar o torturar, como en el caso de las prisiones de Abu Grahib y Guantánamo, o para crímenes políticos como el del presidente Allende, en Chile. Como en Irak, en donde se registran 150.000 muertos después de la intervención norteamericana allí.

O las matanzas cotidianas en Siria, donde Estados Unidos arma, entrena y financia a grupos terroristas que luchan por derrocar al gobierno legítimo de ese país. O en Yemen, donde una coalición liderada por Arabia Saudita, con asesoría militar norteamericana, perpetra matanzas, la última de ellas la semana pasada, con un saldo de 36 civiles muertos, tras el ataque a una “fábrica de bombas” que resultó ser una embotelladora de agua.

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments