Mikis Theodorakis, figura emblemática del arte y de la lucha política por una sociedad justa y humana, siempre se suma a las luchas populares contra alguna injusticia
José Luis Díaz-Granados
Celebrar los 95 años de existencia del famoso autor de Zorba el griego -canción compuesta para la película de Cacoyannis, basada en la novela homónima de Nikos Katzanzakis-, es hacer un lúcido y simbólico homenaje a la dignidad humana, a la decencia, al heroísmo y a la valerosa resistencia, encarnada en él, de tantos millares de hombres y mujeres que con todas las fuerzas terrenales en su contra se enfrentaron a las barbaries del fascismo -claro que barbarie y fascismo son sinónimas-, hasta vencerlo siempre, en tantas patéticas epopeyas ocurridas durante el siglo XX.
Mikis Theodorakis nació en la isla de Quíos, el 29 de julio de 1925 y sus primeros influjos musicales los recibió directamente de cantores populares griegos y de la liturgia ortodoxa. Después de componer e interpretar sus propias melodías de acento ancestral, incursionó precozmente en la política, uniéndose a la resistencia contra la Italia fascista y la Alemania nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. En 1943 fue detenido y torturado en Grecia por ayudar a familias judías perseguidas por el régimen de Metaxas.
Terminada la guerra, Theodorakis se trasladó a París, donde adelantó estudios de análisis musical con Olivier Messiaen y dirección de orquesta con Euguene Bigot. Fue entonces cuando compuso su ballet Antígona, para Ludmila Tcherina y en 1957 es galardonado con el Primer Premio del Festival de Música de Moscú por la Suite N° 1 para piano y orquesta.
A su regreso a la tierra natal comienza a elaborar música de estructura clásica con genuinas raíces populares y es cuando compone Epitafio, basado en el famoso poema de su amigo y camarada Yannis Ritsos. En esos años también realiza versiones musicales de textos de Giorgios Seferis y Odysseas Elitys (ambos Premios Nobel de Literatura), que estuvieron en los labios de la juventud europea en los años 60.
En 1963, a raíz del asesinato del médico comunista Gregoris Lambrakis, Theodorakis funda las Juventudes Lambrakis, alianza de partidos de izquierda, y es elegido diputado. Este magnicidio inspira a Vassilis Vassilikos a escribir su novela Z, que llevada al cine por Costa Gavras, resulta un éxito mundial con la actuación de Yves Montand, Jean-Louis Trintignat e Irene Papas.
En esa época, la fama de Theodorakis llega a la cumbre cuando compone la música para la película Zorba el griego, que en la escena memorable donde Anthony Quinn baila el sirtaki, se convierte de inmediato en la melodía más popular del momento.
En 1967, cuando un grupo de coroneles de extrema derecha asume el poder en Grecia, Theodorakis pasa a la clandestinidad y funda un movimiento de resistencia contra la dictadura, la cual, a su vez, prohíbe cualquier audición de sus canciones. Descubierto su paradero es recluido en el campo de concentración de Oropos.
Los más notables artistas e intelectuales del mundo se solidarizan con Theodorakis (entre ellos dos célebres exiliadas griegas: Melina Mercouri y María Farandouri). Laurence Olivier, Dmitri Shostakovich, Leonard Bernstein y Harry Belafonte, entre otros, y cantan e interpretan sus creaciones en los cinco continentes.
En 1970 se establece en París y allí compone la música para el Canto general de Pablo Neruda (una de las obras capitales de Theodorakis) y para la banda sonora de la película Estado de sitio de Costa Gavras. Y en 1982, estrena Lorca, para voz, solo de guitarra, coro y orquesta, basado en el Romancero gitano de Federico García Lorca, traducido por Odysseas Elitys.
Cuatro años más tarde, con la caída de los coroneles griegos, Theodorakis regresa a su patria, donde es elegido nuevamente diputado y luego ministro sin cartera, en la coalición de comunistas y socialistas bajo el gobierno de Mitsotakis. La URSS le concede el Premio Lenin de la Paz en 1983 y en 2004 el gobierno chileno le otorga la Medalla de Honor Presidencial “Centenario Pablo Neruda”.
Hoy, en la cumbre de sus 95 años, Mikis Theodorakis es figura emblemática del arte y de la lucha política por una sociedad justa y racional. Cuando hay protestas populares en las calles por alguna injusticia, no duda en sumarse a ellas, a pesar de que ha sido víctima en no pocas ocasiones de los gases lacrimógenos lanzados por la policía.
No cabe duda, Mikis Theodorakis, como bien lo afirma el escritor catalán Jaume Collell, “es el dios que le faltaba a la mitología”.
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