Mauricio Rodríguez Amaya
@ApuntadeLengua
Mientras el mundo vivía el confinamiento por covid-19, en Manaure, municipio salinero de La Guajira, se vivía la huelga más larga de su historia. Más de 200 días llevan en paro los 90 trabajadores de las salinas, quienes el 18 de febrero de este año debieron suspender las actividades por falta de pago de salarios, falta de herramientas, problemas de salud en el trabajo e incumplimiento de la convención colectiva por parte del empleador, Big Group Salinas S.A.S.
Manaure es un municipio mayoritariamente indígena que durante años ha vivido de la explotación artesanal de la sal, a partir de charcas multicolores que el pueblo wayúu aprendió a dibujar frente al mar caribe. A mediados de los 80 el gobierno colombiano asumió la explotación salinera a través del IFI (Instituto de Fomento Industrial, ya extinto) pero gracias a la presión comunitaria y a varias demandas contra el Estado, los wayúu lograron recuperar la autonomía territorial y la explotación directa de ichii, que es el nombre que recibe la sal en su lengua originaria.
José Ducand, es manaurero, sindicalista y líder local; él nos cuenta que, en 2005 los indígenas crearon la Empresa SAMA Ltda. como resultado de la unión de la Alcaldía Municipal con tres asociaciones de autoridades indígenas Wayúu denominadas, Waya-Wayuu, Sumain Ichi y la Asocharma para asumir la producción y comercialización salinera; pero en 2014 decidieron tercerizar la explotación con una empresa denominada Big Group Salinas; “allí empezaron grandes penalidades para los trabajadores”, asegura Ducand; SAMA despidió a todos sus trabajadores y les prometió una indemnización que a la fecha no les ha pagado.
Big Group contrató a los antiguos trabajadores de SAMA, quienes a su vez crearon Sintrasales y Sintrabg para exigir la firma de una convención colectiva de trabajo en 2017 después de una huelga de 85 días. Como si fuera poco, a partir de diciembre de 2019, Big Group dejó de pagar compromisos convencionales y los salarios, lo que obligó a los trabajadores a declarar la huelga imputable al empleador. “Nunca pensamos que tendríamos que hacer una huelga más larga que la de 2017, pero en estas ya llevamos más de 200 días”, afirma José Ducand.
Estos siete meses han sido de duros aprendizajes para el pueblo manaurero, pues han comprendido que el negocio de tercerizar la sal resultó peor que la crisis que llevó a las asociaciones indígenas a buscar un socio externo. Se espera que en las próximas semanas se logre un acuerdo definitivo para reiniciar la operación de las Salinas y que Big Group pague a sus trabajadores las acreencias laborales y salariales debidas.
En este territorio, las luchas del trabajo están íntimamente ligadas con las luchas comunitarias e indígenas, lo que suceda con unos afecta a todos; y quizás esta sea precisamente la clave que le permita al pueblo de Manaure recuperar la explotación autónoma de la riqueza salinera de la Guajira. Pasará más de un año para que las charcas y contenedores vuelvan a expresar esa diversidad cromática de la sal sembrada, pero al menos la esperanza de operar por su cuenta las salinas, permite, en medio de las dificultades, pintar en los rostros de los obreros y los indígenas un signo de esperanza.
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