“Los páramos son ecosistemas estratégicos debido a su gran poder de captación y regulación de agua. En ellos se generan y nacen gran parte de las fuentes de agua que comprenden la compleja red hidrológica nacional. Prestan servicios ambientales muy importantes para comunidades rurales y urbanas”.
José Ramón Llanos
Iniciamos una serie de artículos sobre el problema de la relación entre las políticas económicas y las acciones derivadas de esas políticas y los cambios negativos generados sobre el medio ambiente colombiano. Dada la importancia de los páramos para la vida humana, la fauna, los ríos y por tanto el agua potable, empezaremos analizando el estado de este ecosistema en el país.
Para efecto del trabajo consideramos útil compartir con el lector la descripción sobre páramos contenido en el texto de Claudia Cristina Serrano: “Los páramos en argumento de C. Duran, (2003) son ecosistemas estratégicos debido a su gran poder de captación y regulación de agua. En ellos se generan y nacen gran parte de las fuentes de agua que comprenden la compleja red hidrológica nacional. Prestan servicios ambientales muy importantes para comunidades rurales y urbanas. El más sobresaliente es su papel en la producción y regulación hídrica”.
Colombia tiene la superficie paramuna más extensa del mundo 1.443.425 hectáreas, lo cual representa un 1.3 por ciento del total de su superficie. El páramo más grande es el de Sumapaz. Los páramos secos ocupan el 11 por ciento y el restante 89 por ciento, son páramos húmedos.
El departamento con menos superficie de este tipo es Nariño, cuenta con 7.5 por ciento, en cambio en Boyacá el total de los páramos tiene la mayor superficie con el 18.3 por ciento. Cundinamarca ocupa el segundo lugar en extensión paramuna con el 13.3 por ciento; le siguen Santander, Cauca y Tolima con el 9.4, 8.1 y 7.9 por ciento respectivamente. El Páramo de Sumapaz es el mayor del mundo. La Sierra Nevada de Santa Marta, constituye una particularidad por estar aislada y próxima al mar.
Según el nivel altitudinal los páramos en Colombia se clasifican en Páramo bajo, Páramo y superpáramo. El primero es el localizado entre 3.200 y 3.600 metros sobre el nivel del mar, su temperatura oscila entre tres y seis grados. La vegetación es arbustiva y matorrales. El Páramo se encuentra entre 3.600 y 4.000 metros, sus temperaturas varían entre 3 y 6 grados. Se encuentran casi todas las vegetaciones con predominio de frailejones, pajonales y chuscales. El superpáramo está localizado entre los 4.100 metros y el límite inferior de las nieves perpetuas, la temperatura predominante entre cero y tres grados. La vegetación es escasa y la poca que se haya está en parches, por eso predomina el suelo desnudo.
Debido al valor estratégico de los páramos han sido objeto de un cuidadoso estudio ya que el cambio climático, de afectarlos gravemente, tiene una devastadora repercusión sobre la población humana a la cual ofrece sus fuentes de agua. Por eso la Segunda Comunicación Nacional de Colombia ante la Convención Marco Sobre el Cambio Climático expresa: “que se prevé que para el año 2050 observaremos un aumento en la temperatura media anual del aire en Colombia entre uno y dos grados Celsius y una variación en la lluvia entre más o menos 15 por ciento. Con lo cual se prevé se extinguirían el 78% de los glaciales y el 58% de los páramos”.
Este pronóstico inquietante enfatiza en la necesidad de crear mecanismos de protección para tratar de evitar que sea afectada la vida. En el mismo texto, se destaca que el proceso de deterioro de las capas de nieve se inició en los años 50 del siglo XIX y hasta hoy ha causado la disminución del 80% de los glaciales colombianos. Anota además, que en el siglo XX se perdieron ocho glaciales. Se añade que este proceso destructivo se ha incrementado en los últimos 30 años debido al cambio climático.
Efectos negativos de la acción humana
Múltiples agentes han contribuido al estado actual de los páramos en Colombia, los más importantes: la humedad, los vientos, la geomorfología, la composición del suelo, el nivel de la iluminación solar, la fauna, la flora, y el más lesivo de todos es la acción humana, en el lenguaje científico denominada acción antrópica. Debemos destacar que la antrópica depende mucho de la naturaleza de los gobiernos y sus políticas económicas y ambientales.
En Colombia, a pesar de lo que afirmen los documentos oficiales, no ha habido una política de efectiva protección del medio ambiente y menos de los páramos. Para muestra unos botones: la luchas que han tenido que emprender los pueblos del Tolima, del Oriente Colombiano y aún de Cundinamarca para oponerse a la acción depredadora de las empresas mineras multinacionales que han recibido licencia para la exploración y explotación de petróleo o de minas.
En el informe de la Procuraduría General de la Nación ya citado se identifica el páramo de Rabanal, situado entre los municipios de Ráquira y Samaná (Boyacá), como uno de los más deteriorados por la exploración de un manto de carbón. A pesar de las denuncias realizadas por este órgano de control, durante el gobierno de Juan Manuel Santos se han multiplicado las licencias del Ministerio del Medio Ambiente para que mineras multinacionales, algunas veces asociadas con capital nacional, desarrollen actividades exploratorias con el objeto final de explotar el petróleo y minerales.
El incremento del proceso de ocupación humana de las regiones aledañas a los páramos, es uno de los factores con más impacto negativo en la supervivencia de estos ecosistemas. Algunas veces, la ocupación humana de estos territorios es causada por las políticas inequitativas de los gobiernos. Como sabemos, en el capitalismo las clases dirigentes monopolizan la ocupación de las mejores tierras y condenan a los más pobres a que se hacinen en las regiones de peores condiciones para el desarrollo de la vida humana.
En esta situación la ocupación de los páramos se constituye en la única alternativa, para desarrollar una actividad económica, generalmente pastoreo de ganado y el monocultivo de la papa. Además, para sostener el ganado, destruyen la vegetación nativa para sembrar pastos.
Los efectos negativos de esta ocupación, incluso fueron identificados en un libro del Programa de Páramos de la Dirección General de Ecosistemas del Ministerio del Medio Ambiente (2002), en ese texto se anotan las siguientes degradaciones de los páramos: “la desecación de turberas para incrementar la frontera agrícola y ganadera, avance ascendente de colonización de vertientes, talas de la selva andina superior, agresivo avance de producción de papa, implementación de la producción ganadera de doble propósito”.
Incluso Greepeace ha advertido: “Los páramos son considerados uno de los ecosistemas colombianos más vulnerables a escenarios de cambio climático al grado de asegurarse que los cambios serán fatales, irreversibles”.