miércoles, abril 24, 2024
InicioOpiniónEditorialLos dibujantes de la vida

Los dibujantes de la vida

¿Será posible que algún día terminen los fanatismos religiosos? No creo. Porque los dueños del mundo harán siempre de las suyas, mientras no se cambie el modelo: Impunes seguirán degollando a la vista de todos a los dibujantes de la vida.

10806261_327808050755695_2175210170445020919_n

Armando Orozco Tovar

Hay demasiada sangre, demasiada dura violencia. Albert Camus

Pensé comenzar el año con buenos recuerdos y nostalgias. Pero la masacre de Charlie Hebdo recordó cuando a finales de los 80, los paramilitares de los Castaños acribillaron a militantes de la Juco (Juventud Comunista), entre ellos a una mujer embarazada, en su propia sede de Medellín.

La diferencia de esta masacre con la reciente de la “Ciudad Luz”, por la que cuatro millones de personas marcharon en protesta por toda Francia y ciudades europeas, es que en Medallo y toda Colombia nadie salió a rechazar cuando esto ocurrió con carteles, globos y pancartas, que dijeran: “Yo soy Juco”. Consignas como las que hoy se muestran por los Campos Elíseos: “Je Suis Charlie”.

Los centenares de ejecuciones y desapariciones colombianas, de comunistas, miembros de la Unión Patriótica (UP), más de cinco mil, contando las del M-19, que también se dieron, y pueblo en general, tuvieron para la magnitud de los hechos en su tiempo poca o nada de prensa y TV. Tampoco existía el internet, ni las redes sociales, para poder masivamente dar a conocer los crímenes. Ni cámaras vigilantes, situadas en todos los lugares, para pillarse los gestos y rostros de los asesinos, los que una vez su misión cumplida se escondían en las guaridas de sus patrones, aliados de altos mandos militares y de policía, pagándoles grandes sumas de dinero procedente del narcotráfico.

Hoy, a diferencia de ayer, estos dispositivos electrónicos captaron en París a los encapuchados de negro, que cobardes terminaron no sólo con la redacción humorística, sino con la vida de una persona herida, a quien remataron en la calle.

En Colombia algunos autores intelectuales de estos masacradores, por causas diferentes a las europeas, aún andan sueltos dorando sus traseros en las piscinas de sus grandes haciendas, mientras allá en Oriente y Europa, los amos con turbante de la muerte mandan a asesinar en nombre de Dios con sus enormes culos, arrodillados dentro de sus mezquitas repletas de petróleo. Le rezan a Alá, que según ellos ordena cometer estas muertes a nombre de su profeta.

Con este cuento chino los fundamentalistas esgrimen argumentos, respaldados por sus grandes capitales, porque como se sabe sólo en esencia no existen las guerras religiosas sino las económicas.

En Colombia persisten hoy las amenazas contra los semanarios de izquierda, como Voz, La verdad del pueblo, obligando a sus redactores a montar guardias diurnas y nocturnas permanentes. Y a la manera de una fortaleza inexpugnable, blindar sus puertas y ventanas, evitando sorpresivamente llegue la agresión como acaba de ocurrir en París.

Hoy el espeluznante acontecimiento trae a la memoria las masacres colombianas de ayer, las cuales suceden con menor frecuencia. Aún el sicario colombiano no llega a la sordidez intelectual de acabar con toda una redacción de dibujantes anti-fanáticos religiosos, lo que con seguridad en Francia y Europa servirá a la ultraderecha racista y xenófoba, intentando expulsar con métodos nazis de sus regiones a los miles de inmigrantes, que diariamente alcanzan la tierra firme en barcas peligrosas en busca de mejor vida: trabajo, salud, preparación y educación, de todas partes, pero sobre todo de la milenaria saqueada África.

En Bogotá hace algunos años ametrallaron al humorista Jaime Garzón, cuando iba en su automóvil al trabajo, porque aquí no matan “cuentachistes” sino humoristas, a sabiendas de que el humor es lo más serio que existe. De Ricardo Rendón, que introdujo la caricatura moderna, dijeron que con un disparo se suicidó. Seguro qué por él lo hicieron sus enemigos, porque caricaturizaba al país en que vivía: conservador, clerical y retrógrado. Nunca se sabrá la verdad de su muerte.

¿Será posible que algún día terminen los fanatismos religiosos? No creo. Porque los dueños del mundo harán siempre de las suyas, mientras no se cambie el modelo: Impunes seguirán degollando a la vista de todos a los dibujantes de la vida.

Alegría de Pío.1/12/2015/ 10:25 A.M

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments